Viernes, 12 de Julio de 2019

FELICIDAD:

El concepto de felicidad ha cambiado y se confunde con la comodidad: lo emocional ha perdido importancia. En ese contexto es difícil ser feliz. La idea que las mujeres tienen de la felicidad también es distinta. Hace años, sus prioridades eran la familia y el bienestar económico. Ahora dan más importancia a su profesión y a su capacidad de elección. Pero siguen manteniendo una visión colectiva: están contentas si ven contentos a los suyos. La soledad en la que crecen los niños por culpa de las largas jornadas laborales y el abuso de la televisión no favorece la felicidad en los más jóvenes. La tele les muestra un mundo ilusorio de triunfo fácil y deben aprender a aceptar fracasos. Crecen carentes de valores. Carmen Ruiz.

El hombre tiende a la felicidad, pero el mundo nos dice que la vida es seria, y confundimos eso con la tristeza. Una persona puede ser a la vez responsable y alegre, pero la sociedad intenta que seamos tristes y, por tanto, más manejables. La felicidad es un estado mental, hay que aprender a percibir lo bueno y dirigir los pensamientos hacia lo positivo. Disfrutar de lo que se tiene y poner el pensamiento en lo que se puede lograr trae la felicidad. Hay que intentar desarrollar la mente para alcanzar ese estado, pero nuestra sociedad no trabaja los estados mentales, tendríamos que aprender a aprender. Las religiones, en general, son enemigas de la felicidad, pregonan el sentido de la culpa y censuran el placer.  José Elías.

Krishnamurti le preguntaba a veces a su auditorio si una persona que exclama ‘¡Qué feliz soy!’ es realmente feliz. ‘¿Existe la felicidad en el instante en que eres consciente de que eres feliz?, preguntaba. El razonaba que no, que la felicidad de la que somos conscientes ya ha pasado, y que la formulación del pensamiento ‘¡Qué feliz soy!’ es una prueba del balanceo del pasado al futuro determinado por el pasado, en el que el presente se ve anulado. Esto implica que cuando realmente somos felices la misma experiencia de esa felicidad es tal que no hay lugar para la conciencia de la misma, lo que parece significar que Krishnamurti le concedía poco valor a la conciencia y estaba defendiendo el cultivo de un estado de la mente que, de alguna manera, excluye la conciencia, o es anterior a ella.  Por otro lado muchas de las personas que están interesadas en su doctrina son aquellas que usualmente hablan del aumento de la expansión de la conciencia como ideal, y es pertinente preguntarse cómo el aparente repudio de Krishnamurti a la importancia de la conciencia puede conciliarse con esa clase de idealismo.  Puede conciliarse por que lo que Krishnamurti defendía no era el cultivo de un estado inconsciente, sino de lo que él llamaba ‘la mente callada’, la cual nace cuando la mente se vacía de su contenido, de lo conocido, y no es un estado de desatención, sino de perceptividad intensa y clara de ‘lo que es’.  Esta vigilancia no es un movimiento de la mente. El movimiento es una característica de la mente consciente, pero la mente callada está libre de movimiento, aunque es totalmente consciente de los movimientos de la conciencia.   La mente callada se puede dar cuenta de la corriente de pensamientos que fluyen por la mente consciente, pero no hace discriminaciones entre ellos en términos de valor, importancia o rectitud, simplemente observa el flujo.  Esta observación sin juicio, esta perceptividad pasiva o ‘perceptividad sin elección’ de la fluida corriente de la conciencia  de ninguna manera es algo negativo. De hecho, puede ser muy positiva y efectiva para tratar cualquier tipo de problemas.   Tiene el efecto de derribar las barreras entre los diferentes niveles de la conciencia, facilitando así el flujo entre los niveles del inconsciente y el consciente.   Como resultado de eso, los problemas psicológicos tienden a desaparecer, a convertirse en no-problemas, e incluso los problemas prácticos o intelectuales pueden presentar una solución porque se da rienda suelta a las facultades intuitivas y creativas del inconsciente.  Stuart Holroyd.

La felicidad, orquídea delicadísima, florece sólo en condiciones de máxima espontaneidad, de honda autoaceptación aquí y ahora, de renuncia a nuestras exigentes ‘metas’ psicológicas.  La felicidad es confianza, humildad, pasión; es atención y disfrute absolutos del presente.  Lo otro -el amor, la serenidad, la anhelada paz interior y exterior- se derivan por sí solos.   De manera que, lo mismo que andar se demuestra andando, la felicidad sucede ignorando los mil prejuicios que nos  predeterminan respecto a cómo deberíamos vivirla.   Su ‘método’ supremo resulta ser, así un paradójico y liberador ‘no-método’.  Pues no hay, en definitiva, más felicidad que la felicidad sin recetas.  José Luis Cano.

Joan: quiero ser tan feliz y tan capaz de perseguir la felicidad en este menudo, como me sea posible.  Claro que hay ciertas restricciones: económicas, por ejemplo, o de salud, pero lo que no quiero tener son restricciones internas.  Quiero ser capaz de salir en busca de la felicidad.  Masters & Jhonson.

Felicidad: para unos es la virtud, para otros la prudencia, la sabiduría.  Virtud: lo que completa la buena disposición de la misma y asegura la ejecución perfecta de la obra que le es propia. Aristóteles.

Felicidad: conciencia del crecimiento. Anónimo.

Es dulce, cuando sobre el vasto mar los vientos revuelven las olas, contemplar desde tierra el penoso trabajo de otro; no porque ver a uno sufrir nos dé placer y contento, sino porque es dulce considerar de qué males te eximes.  Dulce es también presenciar los grandes certámenes bélicos en el campo ordenados, sin parte tuya en el peligro; pero nada hay más dulce que ocupar los excelsos templos serenos que la doctrina de los sabios erige en las cumbres seguras, desde donde puedas bajar la mirada hasta los hombres, y verlos extraviarse confusos y buscar errantes el camino de la vida, rivalizar en talento, contender en nobleza, esforzarse día y noche con empeñado trabajo, elevarse a la opulencia y adueñarse del poder.  ¡Oh míseras mentes humanas!  ¡Oh ciegos corazones!  ¡En qué tinieblas de la vida, en cuán grandes peligros se consume este tiempo, tan breve!  ¿Nadie ve, pues, que la Naturaleza no reclama otra cosa sino que del cuerpo se aleje el dolor… Lucrecio.

La mayor sabiduría a la que se puede aspirar en este mundo es la de saber vivir: perdonarse a uno mismo, disfrutar de lo que se tiene, ser consciente de la maravilla de estar vivo y perseverar en el propio camino, al margen de la presión y del ruido exterior. Todo esto suena muy bien, pero no es nada fácil de lograr, porque la existencia no es un maldito tratado de autoayuda, sino una vertiginosa y contradictoria confusión, un caos que escuece y duele. Rosa Montero.

… Siempre la satisfacción de vivir tiempos interesantes, eso que los chinos consideran como un desiderátum para llegar a la felicidad. Javier Tusell.

La felicidad es estar de acuerdo con uno. Carlos Castilla del Pino.

No hay mayor felicidad en el destino de un hombre que la de, en la mitad de la vida, en la edad adulta, en la edad creadora, haber descubierto su misión. Núñez de Balboa,  al descubrir el Océano Pacífico.

El carpe diem lo abarca todo. Vivir no es más que esa intensidad. La noche va incluida, quizá con algún sobreprecio. Antonio Gala.

Existe un solo procedimiento para ser feliz merced al corazón, y es no tenerlo. Paul Charles Bourget.

El primer deber del hombre es tratar de ser feliz y eso supone todo un aprendizaje. ¿Qué es eso de la felicidad?, es la pregunta obligada. Para mí, consiste en el disfrute del amor y de la amistad, en ver la vida como un espectáculo interesante y querer estar inmerso en él. Si voy más allá, se trata más bien de entender la vida.   No me puede llenar de satisfacción la Guerra de Irak o el resultado electoral en EE.UU. me producen una honda desazón. Pero hay que estar abierto a todo ello, buscar estímulos, no dejarse derrotar. Carlos Castilla del Pino.

La moral es una ciencia que enseña, no cómo hemos de ser felices, sino cómo hemos de llegar a ser dignos de la felicidad. Inmanuel Kant.

El verdadero objeto de la educación, como el de cualquier otra disciplina moral, es engendrar la felicidad. William Goldwing.

La riqueza sólo soluciona los problemas que crea la pobreza, pero no da la felicidad. Soluciona problemas materiales no mentales (acción, pensamiento y emoción). Anónimo.

El budismo habla de la antorcha del conocimiento; sin sabiduría, la razón especulará sobre la felicidad humana sin alcanzarla nunca. Jean-François Revel y Matthieu Ricard.

Es así como se describe la vía espiritual. Los placeres del mundo son muy seductores de entrada.  Invitan al goce, parecen dulces y agradables, y es muy fácil entregarse a ellos.  Empiezan aportando una satisfacción efímera y superficial, pero poco a poco nos damos cuenta de que no cumplen sus promesas y acaban en amargas desilusiones.  Con la búsqueda espiritual ocurre todo lo contrario.  Al principio es austera: hay que hacer un esfuerzo con uno mismo, hay que hacer frente al sufrimiento del conocimiento, según las palabras de Cioran, o incluso a los rigores del ascetismo. Pero a medida que uno persevera en este proceso de trasformación interior, ve surgir una sabiduría, una serenidad y una felicidad que impregnan al ser por entero y que, a diferencia de los placeres precedentes, son invulnerables a las circunstancias exteriores. Según se dice: en la práctica espiritual, las dificultades surgen al principio, y en los asuntos del mundo, al final. También se ha dicho: al principio no llega nada, en el centro no queda nada, al final no parte nada. De hecho, añadiré que esta diligencia, necesaria para adquirir el conocimiento, no es propiamente un sufrimiento: se la define como la alegría fundida en forma de esfuerzo. Jean-François Revel y Matthieu Ricard.

Pensar que una verdad ya no merece nuestro interés porque es antigua no tiene ningún sentido.  Tener siempre sed de cosas nuevas lleva a menudo a privarse de las verdades más esenciales.  El antídoto del sufrimiento, del apego al yo, consiste en ir a la fuente de los pensamientos y reconocer la naturaleza última de nuestra mente. ¿Cómo podría envejecer una verdad semejante? ¿Qué novedad podría hacer que una enseñanza que ha puesto al descubierto los mecanismos mentales ‘pase de moda’? Si abandonamos esta verdad para correr tras un número ilimitado de innovaciones intelectuales efímeras, no hacemos más que alejarnos del objetivo. La atracción de la novedad tiene un aspecto positivo: surge del deseo legítimo de descubrir verdades fundamentales, de explorar las profundidades de la mente, las bellezas del mundo.  Pero en el absoluto, la novedad que permanece siempre ‘nueva’ es la frescura del momento presente, de la conciencia clara que no revive el pasado ni imagina el futuro.  El aspecto negativo del gusto por la novedad es la búsqueda vana y frustrante del cambio a cualquier precio.  Muy a menudo, la fascinación por lo ‘nuevo’ y lo ‘diferente’ refleja una pobreza interior. Incapaces de encontrar la felicidad en nosotros mismos, la buscamos desesperadamente en objetos, en experiencias, en maneras de pensar o de comportarse cada vez más extrañas. En pocas palabras: nos alejamos de la felicidad buscándola donde no existe.  Al actuar así corremos el riesgo de perder del todo sus huellas. En su nivel más trivial, la ‘sed de novedades’ nace de una atracción por lo superfluo que corroe el espíritu y perjudica su serenidad. Multiplicamos nuestras necesidades en vez de aprender a no tener ninguna.  Si Buda y sus numerosos seguidores llegaron realmente al conocimiento último, ¿qué podemos esperar que sea mejor y más ‘nuevo’ que eso? La novedad de la oruga es la mariposa. El objetivo de todo ser es desarrollar este potencial de perfección que lleva dentro. Para alcanzar este objetivo es necesario aprovechar la experiencia de quienes han recorrido el camino. Esta experiencia es más preciosa que la invención de una plétora de ideas nuevas. Jean-François Revel y Matthieu Ricard.

AMARTE A TI MISMO: la confianza en uno mismo hace que jamás caigamos en la tentación de la fama o la riqueza. La felicidad nace del interior del corazón, y jamás es fruto de los acontecimientos externos. Todo parte de uno mismo: ‘en mí se encuentra el amigo que me consuela cada vez que los males me agobian y las desgracias me afligen. Aquello que va contra la amistad hacia uno mismo es un enemigo’. Khalil Gibran.

El dolor compartido es la mitad de la pena, pero la felicidad, cuando se comparte, es doble. Maite Nieva.

El gozo del conocer es mayor que el gozo del desear. El deseo deja insatisfecho y refuerza el condicionamiento. El conocer deja insatisfecho pero elimina el condicionamiento. Nos acerca al ser auténtico (no condicionado). Anónimo.

Eres tan perdedor que no te enteras ni cuando has ganado. Película Abierto hasta el amanecer. 

LOS GORDITOS SON FELICES Y SIMPÁTICOS.  ¡Falso!. De la misma manera que hay trastornos psicológicos que favorecen la obesidad de quienes los padecen, la obesidad puede propiciar la aparición de la depresión o la ansiedad. Aún más, los trastornos en la conducta alimentaria, como la bulimia, se multiplican en los gorditos respecto al resto de la población. Aurora Rodríguez.

Dosis de felicidad: estar enamorado o satisfecho de sí mismo es el mejor tratamiento de belleza que existe. Y no hay nada más lógico que sentirse atraído por la vitalidad y el equilibrio. David Baird.

Vida y ocio rutinarios: ‘todos mis días son iguales’: haz algo cada día sólo por el placer de hacerlo. Ese momento puede convertirse en un ritual, respetado y practicado con tranquilidad, como una forma de ‘culto a ti misma’… descubrirás que puedes cambiar y extender esos cambios a distintas áreas de tu existencia. Cada cual es responsable de su felicidad y, en definitiva, de su vida. Otra buena táctica para autocomplacerte consiste en usar mejor tu propio cuerpo, adoptando la máxima de ‘quien no lo usa, lo pierde’. Escuchar el propio organismo, atender lo que nos pide, equivale a descubrir su sabiduría natural. Bernabé Tierno, Paz Torrabadella, Marga Pascual y Montserrat Giménez.

La receta más barata para ser feliz es el sentido del humor, el optimismo, ver la botella medio llena en vez de medio vacía. Luis Rojas Marcos.

Los sociólogos definen la felicidad como “el grado según el cual una persona evalúa positivamente la calidad de su vida tomada en conjunto. En otras palabras, la felicidad expresa hasta qué punto le gusta a una persona la vida que lleva”(…). Para algunos, parece ser que la felicidad es simplemente una “impresión ocasional, fugaz, cuya intensidad y duración varían según la disponibilidad de los bienes que la hacen posible”. Una felicidad pues, inasequible, totalmente dependiente de circunstancias que escapan a nuestro control. Para el filósofo Robert Misrahi, por el contrario, la felicidad es “la proyección de la alegría sobre la totalidad de la existencia o sobre la parte más viva de su pasado activo, de su presente actual y de su futuro concebible”. Según Andre Comte-Sponville, “podemos llamar felicidad a todo espacio de tiempo en que la alegría parece inmediatamente posible”(…). La felicidad no se reduce a unas cuantas sensaciones agradables, a un placer intenso, a una explosión de alegría o a un bienestar fugaz, a un día de buen humor o un momento mágico que nos sorprende en el dédalo [laberinto] de la existencia. Todas estas facetas no pueden constituir por sí solas una imagen fiel de la dicha profunda que caracteriza la verdadera felicidad. Matthieu Ricard.

Si tu mente está serena, serás feliz donde te encuentres. Anónimo.

La felicidad se alcanza cuando lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace están en armonía. Anónimo.

 

Sé feliz porque la piedra nunca es tan grande…

Porque las injusticias siempre se pagan…

Porque el dolor se supera…

Porque el amor llega…

Porque la verdad insiste…

Porque el coraje te levanta…

Porque el miedo te fortalece…

Porque los errores te enseñan…

Porque nadie es perfecto…

Porque nunca estarás solo…

Y porque la vida siempre da una segunda oportunidad para todo y pone a cada uno en su lugar.

Anónimo.

Un antiguo indio cherokee dijo a su nieto: “Hijo mío, dentro de cada uno de nosotros hay una batalla entre dos lobos. Uno es malvado. Es la ira, la envidia, el resentimiento, la inferioridad, las mentiras y el ego. El otro es benévolo. Es la dicha, la paz, el amor, la esperanza, la humildad, la bondad, la empatía y la verdad”. El niño pensó un poco y preguntó: “Abuelo, ¿qué lobo gana?” El anciano respondió: “El que alimentas”.

Wayne Dyer:

  • La necesidad de aprobación de los demás equivale a decir: Lo que tú piensas de mi es más importante que la opinión que tengo de mí mismo.

  • La felicidad es la ausencia de la búsqueda de aprobación como necesidad.

  • La propia-estima no puede ser verificada por los demás. Tú vales porque tú dices que es así. Si dependes de los demás para valorarte, esta valorización estará hecha por los demás.

  • Lo que nadie parece recordar es lo de ámate a ti mismo, y sin embargo es eso precisamente lo que vas a tener que aprender para lograr tu felicidad en el momento-presente.

  • Cuando bailas, tu objetivo no es ir a un lugar determinado de la pista. Es disfrutar cada paso del camino.

Michel de Montaigne. 

  • La salud: la única cosa que en verdad merece que empleemos, no sólo el tiempo, el sudor, la fatiga, los bienes, sino incluso la vida en su búsqueda. La voluptuosidad, la sabiduría, el conocimiento y la virtud, sin ella, se apagan y desvanecen…La gloria…está comprada a un precio demasiado caro para un hombre de mi temperamento, si le cuesta 3 buenos accesos de cólico.

  • No voy a cambiar un placer como la salud, por uno imaginario, espiritual y aéreo.

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