Martes, 18 de Febrero de 2020

J. Krishnamurti:

Ante todo, para comprender la verdad uno tiene que permanecer solo, completa y totalmente solo. Ningún Maestro ni instructor ni gurú, ningún sistema, ninguna autodisciplina levantarán jamás para ustedes el velo tras el cual se oculta la sabiduría. La sabiduría consiste en comprender los valores perdurables y en vivir tales valores. Nadie puede conducirlos a la sabiduría.

Ustedes dicen : los Maestros pueden guiarnos a través de la confusión como la luz del faro guía al marino. Pero al decir eso demuestran que sólo buscan un puerto seguro, que temen al mar abierto de la vida.

La fe es mera autoridad, ceguera, esperanza, anhelo; es un medio de explotación, ya sea aquí o en la iglesia católica romana o en cualquier otra religión. Es un medio para obligar al hombre a la acción, a la acción virtuosa o no virtuosa. El fortalecer la fe no reditúa comprensión; antes bien, el dudar de esa fe y descubrir su significado es lo que trae comprensión.

¿Por qué no convertir en el maestro de ustedes a Harold Laski, a Keynes, a Marx o a Lenin? Cada uno de ellos ofrece un plan para el bienestar físico del hombre. Pero eso no es lo que ustedes desean. Lo que desean, cuando buscan a los Maestros, es un amparo, un refugio de seguridad; desean protegerse de su sufrimiento, esconderse de la agitación y el conflicto.

Yo digo que no hay tal cosa como el refugio, el consuelo. Uno sólo puede fabricarse un refugio artificial creado intelectualmente. Por haber hecho esto durante generaciones, han perdido su inteligencia creativa. Han quedado atados a la autoridad, mutilados por las creencias, por las falsas tradiciones y los hábitos. Sus corazones se han endurecido, están secos. Por eso soportan toda clase de crueles sistemas de pensamiento que conducen a la explotación.

Ustedes son cáscaras vacías resonando con palabras, palabras y palabras. Han perdido todo sentimiento por la belleza, por el amor; sostienen instituciones falsas, ideas falsas. Aquéllos de ustedes que creen en los Maestros y siguen el sistema y el plan de estos Maestros, que siguen a sus mensajeros, ¿qué son? En su explotación… en su maltrato de las mujeres y los niños, en su codicia, son exactamente tan crueles como el hombre que no cree en los Maestros, en su plan, en sus mensajeros. Simplemente, han establecido nuevas tradiciones en lugar de las viejas, han cambiado nuevas creencias por las viejas…sólo tienen argumentos más sutiles para justificar sus crueldades y su explotación.

Mientras la mente esté atrapada en la creencia, no hay comprensión, no hay libertad. Por lo tanto, que los Maestros existan o no existan, para mí carece de pertinencia con respecto a la acción, a la plenitud de realización, que es lo que debe interesarnos. Aun cuando su existencia fuera un hecho, no es importante; porque para comprender, ustedes tienen que ser independientes, tienen que sostenerse por sí mismos, completamente desnudos, despojados de toda seguridad. Esto es lo que he dicho en mi plática introductoria. Ustedes tienen que descubrir si están buscando seguridad, consuelo, o si están buscando comprensión. Si realmente examinan sus propios corazones, casi todos encontrarán que están buscando seguridad, consuelo, refugios seguros, y en esa búsqueda se proveen de filosofías, gurús, sistemas de autodisciplina. De este modo bloquean, limitan continuamente al pensamiento. En su esfuerzo por escapar del temor, se atrincheran en las creencias y, debido a eso, incrementan la propia conciencia egocéntrica, el propio egotismo; se han vuelto meramente más sutiles, más ingeniosos.

… Desean que yo les dé ciertas certidumbres, garantías. Les digo que tienen tales certidumbres, tales garantías en centenares de sus libros, en sus filosofías, pero no son de valor para ustedes, son polvo y cenizas, porque en lo profundo de ustedes no hay comprensión. Podrán tener comprensión, se los aseguro, sólo cuando empiecen a dudar, cuando empiecen a cuestionar los refugios en los que encuentran consuelo, amparo. Pero esto significa que deben entrar en conflicto con las tradiciones y los hábitos que han establecido.

Ustedes no son niños, no son monos que imitan la acción de algún otro; son seres humanos y no deben estar condicionados por el miedo. Se supone que son creativamente inteligentes, pero ¿cómo pueden serlo si siguen a un maestro, una filosofía, una práctica, un sistema de autodisciplina? La vida es rica sólo para el hombre que está en el constante movimiento del pensar, para el hombre cuyas acciones son armoniosas. En él hay afecto, consideración. Aquél cuyas acciones son armoniosas, utilizará un inteligente sistema para curar las supuradas heridas del mundo.

Sé que lo que estoy diciendo hoy lo he dicho en innumerables oportunidades; lo he expresado una y otra vez. Pero ustedes no sienten estas cosas, porque han justificado con explicaciones su sufrimiento y encuentran refugio y consuelo en estas explicaciones, en sus creencias. Sólo se interesan en sí mismos, en su propia seguridad, en su bienestar, como los hombres que luchan por obtener nombramientos del gobierno. Ustedes hacen la misma cosa de diferentes maneras, y sus palabras acerca de la hermandad, de la verdad, nada significan, no son si no charla vacía.

Cuando la verdad es puesta en la jaula de las palabras, la verdad ya no es más una realidad viviente. Pero si usted comprende los falsos valores en que está atrapado, si se libera de ellos, entonces hay una realidad viva y eterna.

Algunas personas dicen que uno puede comunicarse con los espíritus de los muertos; otras dicen que no. Para mí, la discusión parece tener muy poco valor, porque para comprender la vida con sus rápidos movimientos, con su sabiduría, uno no puede recurrir a otro para librarse de las ilusiones que uno mismo ha creado. Ni los muertos ni los vivos pueden librarlo de sus ilusiones. Sólo en el despierto e intenso interés por la vida, en el alerta constante de la mente y del corazón, hay un vivir armonioso, hay realización plena; sólo en eso está la riqueza de la vida.

Pregunta: Usted dice que nadie más que nosotros mismos puede ayudarnos. ¿No cree que la vida de Cristo fue una reparación por nuestros pecados? ¿No cree en la gracia de Dios?

KRISHNAMURTI: Me temo que éstas son palabras que no comprendo. Si usted quiere decir que otro puede salvarlo, entonces le digo que nadie puede salvarlo. Esta idea de que otro puede salvarlo es una ilusión consoladora. La grandeza del hombre consiste en que nadie puede ayudarlo o salvarlo más que el hombre mismo. Usted tiene la idea de que un Dios externo puede mostrarnos el camino a través de este conflictivo laberinto de la vida, de que un maestro, un salvador del hombre puede enseñarnos el modo, puede sacarnos y conducirnos fuera de las prisiones que nosotros mismos nos hemos creado. Si alguno le ofrece la libertad, cuídese de esa persona, porque usted creará otras prisiones a causa de su propia falta de comprensión. Pero si cuestiona, si está despierto, alerta, constantemente atento a su acción, entonces su vida es armoniosa, entonces su acción es completa porque nace de la armonía creativa, y ésta es la verdadera realización.

Inmortalidad: 

  • En tanto la mente está ocupada con la idea de la continuidad y la no continuidad [del Yo], no puede comprender este devenir intemporal, el cual es, para mí, la inmortalidad.

  • Para mí, la inmortalidad es un devenir infinito, no un crecer. Lo que crece es conciencia autolimitada; por lo tanto, carece inherentemente de perdurabilidad. Pero esa vida eterna e intemporal, ese devenir, es inmortal y, para realizar eso, no puede haber este sentido de dualidad en la acción [el Yo que ejecuta y la acción].

  • Ahora veamos el problema de la reencarnación. Como he tratado de explicarlo, el “yo” es el resultado del esfuerzo, el conflicto y la opción, y ese “yo” carece de un valor intrínseco, no tiene una existencia permanente. Por lo tanto, para mí no viene al caso si vive en el tiempo, a través de la reencarnación o durante un período establecido.

  • Le digo que ese “yo” mismo del que está consciente, es una ilusión. Queremos transportar esa ilusión a través del tiempo, el cual es oportunidad, experiencia, y pensamos que entendiendo eso comprenderemos todo el proceso de la injusticia en el mundo, la enfermedad, la falta de oportunidad y demás. Yo digo: No comprenderán la injusticia, la falta de oportunidad y todas las otras cosas, entendiendo una ilusión.

  • Usted no encontrará la inmortalidad por medio del tiempo o de la reencarnación, sino que la conocerá en la percepción de la inmortalidad.

  • Ahora le relataré brevemente una historia. En tiempos antiguos, un hindú, un brahmín [miembro de la casta sacerdotal], estaba regalando cosas en sacrificio a los sacerdotes y a los dioses. Su hijo venía a menudo y le preguntaba a quién estaba regalando estas cosas. Poco más tarde, el hijo preguntó: “¿A quién vas a regalarme?” Y el padre, disgustado porque el muchacho lo había estado fastidiando, le dijo que iba a enviarlo a la Muerte. Ahora bien, en tiempos antiguos, un brahmín tenía que cumplir lo que había dicho, aun cuando lo dijera en medio de la ira. Así que envió a su hijo a la casa de la Muerte y, mientras lo enviaba, le pidió que visitara muchos santuarios, que viera a muchos maestros. Por último, el muchacho llega a la casa de la Muerte, pero la Muerte se halla ausente. Así que espera hasta que, finalmente, se presenta la Muerte y se disculpa por mantener esperando a un brahmín, porque era la costumbre que, cuando el anfitrión se hallaba ausente, el invitado no podía comer. Así que el hijo no comió durante los tres días que duró la ausencia del anfitrión. Entonces la Muerte se disculpa y dice que, a cambio de su descortesía, el hijo puede aceptar tres obsequios. Así que el hijo escoge, en primer lugar, regresar a la casa de su padre y que su padre no se enfurezca con él; en segundo lugar, elige cierto fuero ritual de poca importancia. Y por último dice: “He escuchado a muchos hombres sabios. Algunos dicen que hay continuación después de la muerte y algunos dicen que hay aniquilación total. ¿Qué dices tú, Muerte, que debes saberlo?” Y la Muerte contesta: “¡No me formules esa pregunta! Te daré poder, palacios, riquezas, diversiones, sensaciones, cualquier cosa que desees, ¡pero no me preguntes eso!” Pero el muchacho insiste, y entonces la Muerte dice: “Quisiera que todos los discípulos que vienen a mí fueran como tú”. Y la Muerte le enseña qué es la inmortalidad, sin contestarle nunca, ni una sola vez, si hay continuidad o aniquilación.

 

 

 

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