Martes, 14 de Enero de 2020

ALEGRÍA:

Todas las grandes alegrías se parecen en sus efectos, a diferencia de los grandes dolores, que tienen una escala de manifestaciones muy variada. Ippolito Nievo.

En los tiempos sombríos ¿se cantará también? También se cantará sobre los tiempos sombríos. Bertold Brecht. Cita película Silencio Roto.

Hazles comprender que no tienen en el mundo otro deber que la alegría. Paul Claudel.

Bienaventurado el que sabe que compartir un dolor es dividirlo y compartir una alegría es multiplicarla. Facundo Cabral.

El Señor no nos va a preguntar qué hicimos con el dinero, sino qué hicimos con la alegría, inevitable para vivir. Facundo Cabral.

Se dice: loco de alegría. También podría decirse: cuerdo de dolor. Marguerite Yourcenar.

La alegría consiste en tener salud y la mollera vacía. Antonio Machado.

De los tiempos, el que más corre es el alegre. Virgilio.

Cuando el trabajo es un placer, la vida es una alegría! Cuando el trabajo es un deber, la vida es una esclavitud.  Maximilien Robespierre.

Cuando no hay una alegría el alma se retira a un rincón de nuestro cuerpo y hace de él su cubil.  José Ortega y Gasset.

El mundo está lleno de pequeñas alegrías: el arte consiste en saber distinguirlas. Li Tai Po.

La alegría verdadera no ha de cesar ni volverse jamás contra ti. L. A. Séneca.

PRUDENCIA:

La sabiduría de los ancianos es un error. No se vuelven más sabios, sino más prudentes. Ernest Hemingway.

En todo momento, los prudentes han prevalecido sobre los audaces. C. Alfred d’Houdetot.

La imprudencia suele preceder a la calamidad. Apiano.

La prudencia es la hija del fracaso. Carlos Blanco.

Si la prudencia te acompaña, ningún poder celestial te desamparará. Juvenal.

El número de locos es tan grande, que la prudencia se ve obligada a ponerse bajo su protección. Agustín de Hipona.

A tu prudencia añádele un poco de idiotez; en algunos momentos es mejor hacerse el idiota. Horacio.

Mezcla a tu prudencia un grano de locura. Horacio.

La prudencia suele faltar cuando más se la necesita. Publio Siro.

La prudencia elige lo que hay que hacer y no hacer. El ingenio es el que juzga y sentencia. Averroes.

Hay pasiones que la prudencia enciende y que no existirían sin el riesgo que provocan. Jules Amédé Barbey d’Aurevilly.

Tan pronto como la prudencia y la perspicacia existieron se vio nacer una gran hipocresía. Lao-Tsé.

Hay una falsa modestia que es vanidad, una falsa grandeza que es pequeñez, una falsa virtud que hipocresía y una falsa sabiduría que es prudencia. Jean de La Bruyère.

Nuestra experiencia se compone más de ilusiones perdidas que de prudencia adquirida. Joseph Roux.

Toda dilación es odiosa, pero suele generar prudencia. Publio Siro.

Canas, argumento son de edad y no de prudencia. Platón.

Ningún dinero mejor empleado que aquel que nos hemos dejado robar, porque nos ha servido para comprar prudencia. A. Schopenhauer.

El valor es, después de la prudencia, una condición especial a nuestra felicidad. A. Schopenhauer.

Los cautos rara vez se equivocan. Confucio.

No hay sabiduría sin prudencia, no hay filosofía sin cordura. Existe en el fondo de nuestra alma una luz divina que nos conduce con indudable acierto si no nos obstinamos en apagarla. Jaime Balmes.

Existen circunstancias en que la audacia es la verdadera prudencia. Camillo Benso, conde de Cavour.

Una de las partes de la prudencia es que lo que se puede hacer por bien, no se haga por mal. Miguel de Cervantes.

No hay más alta virtud que la prudencia. Miguel de Cervantes.

Feliz aquel que aprende a ser prudente a expensas de los demás. Ludovico Ariosto.

La vanidad hace siempre traición a nuestra prudencia y aún a nuestro interés. Jacinto Benavente.

Mezcla tu prudencia un grano de locura. Quinto Horacio Flaco.

El hombre prudente sólo piensa en sus dificultades cuando ello tiene algún objeto. Cuando no, piensa en otra cosa. Bertrand Russell.

Nunca permitas que tus pies vayan por delante de tus zapatos.  Proverbio escocés.

Distingue cuál es el tiempo para el riesgo y cuál para la prudencia. I Ching (El libro de las mutaciones).

Nadie prueba la profundidad del río con ambos pies. Proverbio inglés. 

 

Introducción a la Filosofía. Julián Marías:

La situación como pretensión:

  • Apetencia de placer: antes los hombres se contentaban con placeres ‘excepcionales’ que veían a interrumpir lo cotidiano; de ahí su sentido ‘festival’ y la neta división de los días en festivos, que reclaman su porción placentera, y los demás, en los que no se contaba con el placer. Hoy, por el contrario, se pretende el placer cotidiano, y el día que no lo satisface aparece como deficitario y frustrado.

  • Deseo de riqueza.

  • Acción sobre las cosas.

  • Afán de poder… de dominación.

  • Primacía de la decisión ante la crisis general de las creencias.

  • Horizonte escatológico [más allá]… si hay amputación de ultimidades… entonces la muerte no puede ser querida por la vida, y produce un peculiar temor, como patentizadora de esa oquedad y desarraigo.

Situaciones religiosas:

  • Grandes masas: predominantemente proletarias… viven de facto al margen del cristianismo y de toda religión positiva; que intentan vivir desde otros supuestos: muy concretamente, gentes en cuyo horizonte vital no aparecen la idea de Dios ni la escatología [el más allá], que reducen ese horizonte al de su existencia terrena.

  • Grupos anticristianos: la religión está presente en forma polémica, que cuentan con ella, si bien como una realidad hostil. Por lo general, se refieren a ella menos en cuanto religión que en cuanto posición temporal sostenida por núcleos política, social o ideológicamente rivales.

  • Muchedumbres cristianas que están dentro del cristianismo… pero de forma inerte, con fe muerta, sin que la religión sea una fuerza viva y actual en su vida.

  • Núcleos también de cristianos, que se sienten adscritos polémica o ‘profesionalmente’ a una doctrina y una actitud general que sienten como ‘causa’ que defender, más que como un modo de vivir.

  • Una minoría de individuos cristianos personalmente adheridos al cristianismo en cuanto religión, con fe viva, y en cuya vida es realmente actuante la creencia religiosa sensu stricto, de tal suerte que en cada momento de su vivir cuentan forzosamente con la trascendencia.

 

 

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