Jueves, 28 de Marzo de 2024

HERMANN HESSE:

 

Madurar para el sufrimiento y la muerte es la tarea de la vejez.

¡Qué sencilla es la vida cuando se está sano!

Creo que la vía a seguir por uno de nosotros no es la de la humildad franciscana, tratando de inculcar el espíritu y el buen gusto a quienes no lo desean, sino que debemos hacer lo contrario y prodigarnos poco, a fin de que el burgués vuelva a sentir respeto ante el espíritu y el buen gusto.

La distinción entre el fuera y el dentro es familiar a nuestro pensamiento, pero no es ineludible. Nuestra mente tiene la posibilidad de retrotraerse, por detrás de las fronteras que le hemos trazado, al más allá. Más allá de los pares opuestos de que consta nuestro mundo comienzan nuevos tipos de conocimiento.

Las virtudes son, al igual que los talentos, una suerte de peligrosas hipertrofias, aunque útiles, algo así como los hígados de ganso cebado, de tamaño anormal. Como yo no puedo cultivar en mí selectivamente ningún talento y ninguna virtud sin restar para ello la necesaria energía anímica a otras tendencias, toda virtud potenciada significa una especialización a costa de oprimir y vejar otras dimensiones de la vida, lo mismo que puede medrar el intelecto a costa de la sensibilidad o el sentimiento a costa de la razón.

En los momentos en que nos enfrentamos desnudos con la verdad, nos falta siempre la seguridad de la buena conciencia y la grata sensación de la fe incondicional en nosotros mismos. En el momento de lucidez, una persona sería capaz de matarse a sí misma, mas no a otra.  En el momento de lucidez, la persona corre grave peligro, pues no está defendida y tiene que confiarse a la verdad, y aprender a amar la verdad y sentirla como elemento vital  es muy difícil, ya que el hombre es, ante todo criatura y adopta una actitud hostil ante la verdad. Y de hecho la verdad nunca es como uno quisiera, sino que es siempre inexorable (cruel, inflexible, implacable).

La ciencia es negocio o es divertimiento (de esto sabían ya mucho Kant y Hegel y la filosofía toda, que siempre ha rehusado transferir a la vida sus productos mentales). La literatura es entretenimiento, juego, charlatanería, bolsa de negocio y de vanidad (…). Falta en todas partes la base de una moral y santidad, de un aspirar en serio a valores suprapersonales. Todos trabajan, luchan, piensan y politizan para sí, para sus personas, su gloria y su partido. En lugar de ello, el trabajo y el esfuerzo espiritual y los logros de todos, deberían desembocar en una única corriente que pertenece a la humanidad y donde el acierto o el error del individuo se resuelven sin más en el anonimato.

Felicidad:

  • La felicidad es un cómo [cómo hago para ser feliz], no un qué [qué me sucede]; un talento [adquirido con la práctica], no un objeto [a poseer].

  • Sólo hay felicidad si nada exigimos del mañana y aceptamos del hoy, con gratitud, lo que nos trae. La hora mágica llega siempre.

  • El hombre exige perentoriamente la felicidad y, sin embargo, no la soporta mucho tiempo.

  • La infelicidad se convierte en felicidad cuando es asumida.

Cuando buscamos a alguien, buscamos en nuestro entorno algo que está dentro de todos.

Quería tan solo intentar vivir aquello que tendía a brotar espontáneamente de mí, ¿Por qué me iba a ser tan difícil?

Soledad es igual que independencia. La había deseado y conquistado en el transcurso de largos años. Resultaba fría, ¡oh sí!, pero también quieta, maravillosamente quieta y grande como el espacio frío y silencioso en el que giran las estrellas.

Una y otra vez se aferra uno a las cosas a las que ha tomado cariño y piensa que se trata de fidelidad, pero es solo pereza.

Y aunque yo fuera una bestia descarriada, incapaz de comprender al mundo que le rodea, no dejaba de haber un sentido en mi vida insensata, algo dentro de mí respondía, era receptor de llamadas de lejanos mundos superiores. En mi cerebro se habían animado mil imágenes.

Cuando alguien necesita algo con mucha urgencia y lo encuentra, no es la casualidad la que se lo proporciona, sino él mismo. El propio deseo y la propia necesidad conducen a ello.

El auténtico escritor no se dedica a modular cosas bonitas para los lectores, sino únicamente debe aclararse a sí mismo e interpretar mediante la magia de la palabra su propio ser y sus vivencias, resulte bonito o feo, bueno o malo.

Toda posesión espiritual no representaba más que un valor relativo.

Puede que la muerte le hubiera impresionado y convencido por unos momentos de la futilidad de toda ambición.

A los verdaderos genios siempre le cicatrizan las heridas y acaben por transformarse en personas capaces, y las nuevas generaciones los tomen como norma y ejemplo.

Y volvemos a ver como Estado y escuela se abstraen en la tarea de matar y desarraigar a los espíritus más hondos y valiosos que brotan cada año.

Y casi siempre suelen ser los más odiados por los maestros, los castigados con mayor rigor, los huidos o los expulsados por las aulas, quienes después acrecientan el tesoro de nuestro pueblo. Algunos, empero -y quién sabe cuántos- se consumen en silenciosa terquedad y acaban por hundirse.

Él había pensado más que otros hombres, poseía en asuntos de espíritu una serena objetividad.

Hay que estar orgulloso del dolor; todo es un recuerdo de nuestra condición elevada.

Lo que más odiaba era todo lo mediocre, normal y corriente.

Todo hombre fuerte encuentra aquello que ha estado buscando con verdadero ahínco.

En lugar de simplificar tu alma, tendrás que acoger cada vez más mundo con tu alma dolorosamente ensanchada.

Nacimiento significa desunión de todo, anulación de la dolorosa individualidad.

En todos los sacudimientos de mi vida salía al final ganando alguna cosa.

Ha comprendido la desesperanza de la vida humana: la grandiosidad del momento y su miserable marchitarse.

Me necesitas para aprender a bailar, para aprender a reír, para aprender a vivir.

Cuando un hombre está muy triste porque se da cuenta de cómo es todo, entonces se parece un poco a un animal.

Meditar una hora, entrar un rato dentro de sí e inquirir hasta qué punto tiene uno parte y corresponde al desorden del mundo, eso no lo quiere nadie.

Siempre hay alguna de esas personas que pide a la vida algo más elevado y a quien no puede satisfacer la insulsez y rudeza del ambiente.

Yo tengo de ti la sospecha de que te tomas el amor demasiado en serio.

No estoy contento con ser feliz, no he sido creado para ello, quiero más.

Eres demasiado exigente y hambriento, el mundo te rechaza, tienes para él una dimensión de más.

A los verdaderos hombres no les pertenece nada. El tiempo y el dinero pertenecen a los mediocres y superficiales.

Esa risa es lo que cuando un hombre verdadero (Goethe) ha atravesado los sufrimientos, los vicios, los errores, las pasiones y las equivocaciones del género humano y penetra en lo eterno, en el espacio universal.

Una vida fácil, un fácil amor, una muerte fácil, no eran cosas para mí.

Tome en serio lo que es digno, y ríase de lo demás.

El pensamiento de mi pequeña gloria y un ligero sentimiento de superioridad sobre el mundo que me rodeaba, terminaron de serenar mi ánimo.

Aún hoy sé que en el mundo no hay nada más delicioso que una amistad leal y verdadera entre hombres.

Acaso fuera mi sino ser durante toda mi vida un extraño para aquella sociedad a la que pertenecía.

He caminado tras muchos sueños, de los cuales ninguno se ha hecho realidad.

¿No habría estado buscando inútilmente la belleza, la verdad y el amor?

Dos inclinaciones impedían conducirme hasta el conocimiento verdadero de la vida: era bebedor y detestaba a los hombres, no me alegraba la compañía de mis semejantes.

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