Jueves, 2 de Abril de 2020

 MICHEL E. DE MONTAIGNE:

La autoridad de los antiguos y, en particular, de Aristóteles, hundió la cultura en un atolladero, y durante el siglo XVI la Universidad de París no formó otra cosa que pedantes.

En cada época de la historia hay una imagen convencional de la humanidad que intenta ocultar ese ser real.

La importancia de un autor depende no sólo del propio valor, sino también y en gran medida, de la oportunidad de su mensaje.

Frente a la convención, creencias y conformismos, un espíritu crítico siempre despierto, a la vez muy ágil y tenso, juguetón, divertido con todo, sonriente, indulgente, pero sin complacencia.

Los grandes autores son aquellos cuya obra no responde sólo a las necesidades de un país y una época, sino que presentan un alimento susceptible de saciar las hambres diversas de nacionalidades diferentes y generaciones sucesivas.

Un lector capaz descubre a menudo en los escritos de los demás perfecciones diferentes de las que el autor ha puesto y visto y da sentidos y aspectos más ricos.

Hay que quitar la máscara tanto a las cosas como a las personas.  Se describe para desenmascararse.

En el ser verdadero desenmascarado, podemos reconocer con facilidad a nuestro semejante (la máscara pertenece mucho más al país y época que al propio hombre).

La descripción podría ser de un interés tanto más general cuanto  más particular es.

Cada hombre lleva  la forma entera de la condición humana.

El ser verdadero, es el comienzo de una gran virtud.

No he visto prodigio y milagro más claro en el mundo que yo mismo.  Nos acostumbramos a cualquier extrañeza por el uso y el tiempo; pero cuanto más me frecuento y me conozco, menos me comprendo.

Los moralistas forman al hombre, yo los describo (luego añade: no escribo al ser, describo el pasaje).

No existe más virtud que la ‘fidelidad’.

No pudiendo negarme a la petición del mejor padre que haya existido… (Hablando de su padre).

Las obras más conseguidas, las más hermosas, son también aquellas en las que el autor ha hallado más alegría y diversión al escribirlas, aquellas en las que sentiremos menos la contención y el esfuerzo.

En arte, no hay seriedad que se sostenga; el placer es el más seguro de los guías.

Quienes se dedican a examinar las acciones humanas en nada se encuentran tan ocupados como en reordenarlas y presentarlas bajo la misma luz; pues, por lo general, se contradicen de manera tan extraña que parece imposible que hayan salido de la misma tienda.

Es casi siempre por las cosas que se le reprocharon o por aquellas que su época más descuidó por lo que un escritor consigue comunicar con nosotros a través de los siglos.

Prever lo que, entre las preocupaciones cotidianas, merecerá seguir interesando a las generaciones futuras exige una singular perspicacia.

Para ti será más arduo el combate, tú maestro amigo, que sabemos inclinado por igual a los vicios y las virtudes notables. Etienne de la Boétie. (dice de Montaigne que es el hombre más grande que ha conocido en vivo).

No hay nada que me repugne más que una personalidad (impersonalidad) artificial y laboriosamente obtenida, y con contención, según la moral, la decencia, la costumbre y lo que asimilo a los prejuicios.

He envejecido 8 años desde mis primeras publicaciones, pero dudo que haya mejorado una pulgada.

toda inclinación y sumisión [a las autoridades] les es debida, salvo la del entendimiento.  Mi razón no está acostumbrada a doblarse, son mis rodillas.

Andrè Gide:

  • En la vida y en sus escritos sentimos un constante amor por el orden, la mesura la preocupación por el bien público y la resistencia a hacer prevalecer, sobre el interés de todos el interés particular.

  • Pero la rectitud de su propio juicio y el mantenimiento de esa rectitud le parecen que valen más y que deben pasar por delante de todas las demás consideraciones.

  • No hay modo de vida tan tonto y débil como el que se lleva por precepto y disciplina.

  • El bien público exige que se traicione, que se mienta y que se mate; dejemos esta misión a personas más obedientes y dóciles.

  • Encontramos en la obra de Bacon y Shakespeare innegables huellas de la influencia de los ‘Ensayos’.

  • Al alejarse del cristianismo, lo que hace es acercarse por adelantado a Göthe.

  • Esta rara y extraordinaria propensión, de la que nos habla a menudo, de escuchar e incluso adoptar la opinión de los demás, hasta dejarla prevalecer sobre la propia, lo retiene de aventurarse más en una ruta que será más tarde la de Nietzsche.

  • Lo retiene también una prudencia natural de la cual, para su salvaguarda, no se separa de buen grado (dice: ‘la naturaleza es una dulce guía, pero no más dulce que prudente y justa’)

  • Uno de los primeros capítulos del libro titula: ‘filosofar es aprender a morir’

  • Dice: ‘no hay nada con que me haya entretenido más que con los pensamientos de la muerte: incluso en la época más licenciosa de mi vida’

  • Se trata, al domesticar estos pensamientos, de disminuir su horror.

 William Shakespeare:

Dulces son los usos de la adversidad, los cuales como un sapo feo y venenoso, portan todavía una preciada joya sobre su cabeza.

Señor, yo soy un trabajador de verdad: me gano lo que como, obtengo lo que visto, no debo odio a nadie, no envidio la felicidad de nadie, alegre por el bien de otros, contento con mis males, y el mayor de mis orgullos es ver a mis ovejas pacer y a mis corderos mamar.

Si vos no recuerdas ni la más ligera insensatez que jamás el amor te haya hecho hacer, no has amado.

Sopla, sopla, vos viento invernal, tu proceder no es tan grosero como la ingratitud del hombre.

Tu es el único promotor de la paz; mucha virtud en el .

Vive un poco, confórmate un poco, aclámate un poco.

Graciano, el mundo me parece lo que es: un teatro, en que cada uno hace un papel. El mío es bien triste.

La propiedad de la clemencia es que no sea forzada, cae como la dulce lluvia del cielo sobre el llano que está por debajo de ella; es dos veces bendita; bendice al que la concede y al que la recibe. Es un atributo de Dios mismo, y el poder terrestre se aproxima tanto como es posible al poder de Dios cuando la clemencia atempera la justicia.

Me ha arruinado… se ha reído de mis pérdidas y burlado de mis ganancias, ha afrentado a mi nación, ha desalentado a mis amigos y azuzado a mis enemigos. ¿Y cuál es su motivo? Que soy judío. ¿El judío no tiene ojos? ¿El judío no tiene manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos, pasiones? ¿No es alimentado con la misma comida y herido por las mismas armas, víctima de las mismas enfermedades y curado por los mismos medios, no tiene calor en verano y frío en invierno, como el cristiano? ¿Si lo pican, no sangra? ¿No se ríe si le hacen cosquillas? ¿Si nos envenenáis no morimos? ¿Si nos hacéis daño, no nos vengaremos?

Me llamasteis perro sin tener ningún motivo, pues ya que soy un perro, temed por mis mordiscos.

No todo lo que brilla es oro.

cuando este anillo abandone este dedo, que me abandone la vida, y atreveos a decir que Bassanio ha muerto.

Ya que exiges justicia, ten por seguro que hoy aquí tendrás más de la que deseas.

Buen Hamlet, deja tu color nocturno, y que tus ojos miren como amigo al Rey de Dinamarca. No busques siempre, con los párpados bajos, a tu noble padre en el polvo.

No sabes qué enfermo está todo aquí en mi corazón.

¡Que me acuerde de ti! ¡Sí, sombra, desventurada, mientras la memoria tenga asiento en este desquiciado globo!… ¡Que me acuerde de ti! ¡Sí, borraré de las tabletas de mi memoria todo recuerdo trivial y vano, todas las sentencias de los libros, todas las ideas, todas las impresiones pasadas, que copiaron allí la juventud y la observación! Y sólo tu mandato vivirá en el libro y volumen de mi cerebro, sin mezcla de material vil…

Yo sé muy bien, cuando la sangre hierve, con cuánta prodigalidad presta el alma juramentos a la lengua: pero son relámpagos que dan más luz que calor, hija mía. Estos y aquellos se apagan pronto y no debes tomarlos por verdaderos.

¡Acordaos de marzo, acordaos de los idus de marzo! ¿No fue por hacer justicia por lo que corrió sangre del gran Julio [César]? ¿Qué miserable tocó su cuerpo y lo hirió que no fuera por justicia? ¡Qué! ¿Habrá alguno de nosotros, los que inmolamos al hombre más grande de todo el universo porque amparó bandidos, que manche ahora sus dedos con bajos sobornos y venda la elevada mansión de nuestros amplios honores, por la vil basura que así puede obtenerse? ¡Antes que semejante romano, preferiría ser un perro y ladrar a la Luna!

E tu Brute, muera entonces César. (Julio César en el momento de su muerte a Marco Junio Bruto.

¡El mal que hacen los hombres les sobrevive! ¡El bien queda frecuentemente enterrado con sus huesos! ¡Sea así con César! El noble Bruto os ha dicho que César era ambicioso.

Sé sanguinario, osado y sin temor, ríete de cualquiera y su poder: ningún hombre nacido de mujer, de Macbeth podrá ser el vencedor.

… ¡Ojos, mirad por última vez! ¡Brazos, dad vuestro último abrazo! ¡Y vosotros, labios, puertas del aliento, sellad con legítimo beso una concesión sin término a la muerte rapaz!…

Una copa tiene en las manos. Con veneno ha apresurado su muerte. ¡Cruel! No me dejó ni una gota que beber. Pero besaré tus labios que quizá contienen algún resabio del veneno. Él me matará y me salvará.

¡Cuántas veces los hombres son felices al borde de la muerte! Quienes los vigilan lo llaman el último relámpago. ¿Puedo yo llamar a esto relámpago? Contigo he de quedarme para ya nunca salir de este palacio de lóbrega noche. Aquí, aquí me quedaré con los gusanos, tus criados. Con un beso muero.

Dadme a mi Romeo, y cuando  [él] muera lleváoslo y divididlo en pequeñas estrellas. El rostro del cielo se tornará tan bello que el mundo entero se enamorará de la noche y dejará de adorar al estridente sol.

¿Dices que es tierno el amor? es demasiado duro, áspero y violento, y pincha como el espino.

El alma humana tiene grandes misterios que penetrar y grandes cuestiones que debatir cuando está sola.

Ese corazón herido se cierra a todos los consuelos, se oculta a todas las miradas.

Huye de mí, dulce templanza. Sólo la ira guíe mi brazo.

La despedida es tan dulce pena que diré buenas noches hasta que amanezca.

La vida es mi tortura y la muerte será mi descanso.

Lo que llamamos rosa exhalaría el mismo grato perfume aún cuando de otra forma se llamase.

Los placeres violentos poseen finales violentos y tienen en su triunfo su propia muerte, del mismo modo en que se consumen el fuego y la pólvora en un beso voraz.

Los santos no se mueven cuando acceden a las súplicas.

Me hundo bajo la pesada carga del amor.

Mis labios, peregrinos ruborizados, quisieran hacer penitencia con un dulce beso.

Muerte que has sorbido la miel de sus labios, no tienes poder sobre su belleza.

Muerte, yace ahí, enterrada por un muerto.

No me puedo fiar ni de mi sombra.

¡Noche, deliciosa noche! Sólo temo que, por ser de noche, no pase todo esto de un delicioso sueño.

Nunca hubo historia de más desconsuelo que la que vivieron Julieta y Romeo.

Pero, ¡silencio!, ¿qué resplandor se abre paso a través de aquella ventana? ¡Es el Oriente y Julieta, el sol! ¡Surge esplendente sol y mata a la envidiosa luna, lánguida y pálida de sentimiento porque tú, su doncella, la has aventajado en hermosura!

¿Por ventura amó hasta ahora mi corazón? ¡Ojos, desmentidlo! ¡Porque hasta la noche presente jamás conocí la verdadera hermosura!

¿Qué? ¿Ruido? Seré rápida. Puñal afortunado, voy a envainarte. Oxídate en mí y deja que muera.

Si la muerte viene a buscarme tiene permiso para llevarme.

Si profano con mi mano este sagrado santuario, pecado de amor será.

¡Soy un triste juguete del destino!

Temerario piloto, ¡lanza tu zarandeado navío contra la roca implacable!

Ventana, deja entrar el día y deja salir la vida.

 

 

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