Jueves, 13 de Septiembre de 2018

ARTHUR SCHOPENHAUER:

El valor es, después de la prudencia, una condición especial a nuestra felicidad.

Todo capricho surge de la imposición de la voluntad sobre el conocimiento.

La cólera no nos permite saber lo que hacemos y menos lo que decimos.

Los hombres superficiales tratan de llenar su tiempo; los sensatos lo utilizan.

Ni amar ni odiar: esta regla encierra la mitad de la sabiduría.

La amabilidad es como una almohadilla, que aunque no tenga nada adentro, por lo menos amortigua los golpes de la vida.

La cantidad de rumores inútiles que un hombre puede soportar es inversamente proporcional a su inteligencia.

A excepción del hombre, ningún ser se maravilla de su propia existencia.

No hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige.

Las religiones, como las luciérnagas, necesitan de la oscuridad para brillar.

Los hombres vulgares han inventado la vida de sociedad porque les es más fácil soportar a los demás que soportarse a sí mismos.

El hombre es en el fondo un animal terrible y cruel. Lo conocemos como ha sido domesticado y educado por lo que conocemos como civilización.

La soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes.

Genio: el que es capaz de ver la idea en el fenómeno.

El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros los que las jugamos.

La riqueza es como el agua salada; cuanto más se bebe, más sed da.

Todo lo que ocurre, desde lo más grande a lo más pequeño, ocurre necesariamente.

Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta siguientes, el comentario.

El hecho de que la vista de los animales nos complazca tanto se debe sobre todo a que nos gusta ver nuestro propio ser tan simplificado ante nosotros.

El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales.

El amor es la compensación de la muerte.

Todos los talentos son invisibles para quien carece de talento.

El hombre es superior a las bestias, no porque las pueda hacer sufrir, sino porque es capaz de compadecerlas.

En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad.

Desear la inmortalidad es desear la perpetuación de un gran error.

La arquitectura es una música congelada.

En no pocos casos el odio a una persona tiene sus raíces en la estimación involuntaria de sus virtudes.

La belleza es una carta de recomendación que nos gana de antemano los corazones.

Nada contribuye menos a la alegría que la riqueza, nada contribuye más que la salud.

Ningún dinero mejor empleado que aquel que nos hemos dejado robar, porque nos ha servido para comprar prudencia.

Predicar moral es fácil; mucho más fácil que ajustar la vida a la moral que se predica.

En personas de virtudes moderadas la modestia es simple honestidad, pero en los que poseen gran talento es hipocresía.

La actividad es indispensable al bienestar.

El hombre no puede, por sí solo, sino muy poca cosa; es un Robinson abandonado; sólo en comunidad con los demás es poderoso.

La memoria opera como la placa de una cámara oscura, que concentra todo y da una imagen mucho más bella que el original.

Para millones y millones de seres humanos el verdadero infierno es la Tierra.

La vida es una guerra sin tregua, y morimos con las armas en la mano.

La virtud no se enseña, como tampoco el genio.

La habilidad natural puede compensar cualquier clase de cultura; pero no hay cultura capaz de compensar la habilidad natural.

El matrimonio es una celada [trampa] que nos tiende la Naturaleza.

En la vejez se aprende mejor a esconder los fracasos; en la juventud, a soportarlos.

La rebeldía es la virtud original del hombre.

El médico contempla al hombre en toda su flaqueza, el abogado en toda su maldad, y el sacerdote en toda su necedad.

Por vida feliz hay que entender siempre menos desdichada; es decir, soportable. Y realmente, la vida no se nos ha dado para gozarla, sino para sufrirla, para pagarla.

Los amigos se suelen considerar sinceros; los enemigos realmente lo son: por esta razón es un excelente consejo aprovechar todas sus censuras para conocernos un poco mejor a nosotros mismos, es algo similar a cuando se utiliza una amarga medicina.

Quien ha perdido la esperanza ha perdido también el miedo: tal significa la palabra desesperado.

El instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad.

El que no ama ya está muerto.

El cambio es la única cosa inmutable.

La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren.

Nadie es realmente digno de envidia.

La personalidad del hombre determina por anticipado la medida de su posible fortuna.

PLATÓN:

Si el semblante de la virtud pudiera verse, enamoraría a todos.

El principio es la parte más importante del trabajo.

El comportamiento humano deriva de tres fuentes principales: el deseo, la emoción y el conocimiento.

Filosofía es la búsqueda de la verdad como medida de lo que el hombre debe hacer y como norma para su conducta.

Ser amable con todos los que encuentras es pelear una dura batalla.

Cada uno debe ser puesto a un trabajo, que ha de ser aquel para el que esté dotado.

El hombre es el animal que observa sus propios excrementos.

En las asociaciones mutuas, donde uno se junta con otro, nunca verás que, al disolverse la comunidad, el justo tenga más que el injusto, sino menos.

El amor es la alegría de lo bueno, la maravilla de los sabios, el asombro de los dioses.

La oportunidad es el instante preciso en que debemos recibir o hacer una cosa.

La conquista propia es la más grande de las victorias.

La vida debe ser vivida como un juego.

Un hombre que no arriesga nada por sus ideas, o no valen nada sus ideas, o no vale nada el hombre.

… Aquellos que nos relataban Hesíodo y Homero, y con ellos los demás poetas. Ahí tienes a los forjadores de falsas narraciones que han contado y cuentan a las gentes.

Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro.

Cada lágrima enseña a los mortales una verdad.

Cuanto mayor es el placer sexual del hombre, mayor es la felicidad de la mujer.

… Cuando una multitud ejerce la autoridad, es más cruel aún que los tiranos.

… cuando un hombre empieza a pensar en que va a morir, le entra miedo y preocupación por cosas por las que antes no le entraban.

De virtud hay una especie, de maldad, muchas.

Debemos buscar para nuestros males otra causa que no sea Dios.

Dios nos ha dado dos alas para volar hasta Él: el amor y la razón.

Donde reina el amor, sobran las leyes.

Debemos, pues, según parece, vigilar ante todo a los forjadores de mitos y aceptar los creados por ellos cuando estén bien y rechazarlos cuando no; y convencer a las madres y ayas para que cuenten a los niños los mitos autorizados, moldeando de este modo sus almas por medio de las fábulas.

El amor consiste en sentir que el ser sagrado late dentro del ser querido.

El cuerpo humano es el carruaje; el yo, el hombre que lo conduce; el pensamiento son las riendas, y los sentimientos, los caballos.

El hombre inteligente habla con autoridad cuando dirige su propia vida.

El hombre que hace que todo lo que lleve a la felicidad dependa de él mismo, ya no de los demás ha adoptado el mejor plan para vivir feliz.

El hombre sabio querrá estar siempre con quien sea mejor que él.

El objetivo de la educación es la virtud y el deseo de convertirse en un buen ciudadano.

El que aprende y aprende y no practica lo que sabe, es como el que ara y no siembra.

L. A. SÉNECA:

Solamente pueden consolar al triste la razón y el trabajo honesto.

Nunca un peligro sin otro se vence.

Los desgraciados casi nos fuerzan a ser duros e insensibles.

Pierde la virtud sus fuerzas si le falta oposición.

Muchas cosas hay que todavía carecen de nombre.

No tiene la fortuna poder en el tiempo que pasa.

De los males posibles ninguno peor que la opinión del vulgo.

El piloto muestra en la tempestad su saber y su valor.

Desgracia imprevista nos hiere más fuertemente.

El que esgrime, en el mismo ejercicio aprende las reglas.

En el pecho del sabio, aun sanada la herida, queda señal.

El que airado procura hacer daño, no se guarda del que le puede suceder.

Más fácilmente se entiende lo que por partes se propone.

Conceder los ruegos que son en daño del rogador es bondad cruel.

La poca templanza del enfermo hace al médico ser cruel.

Aquella se puede llamar felicidad, que con nuestros deseos se mide.

La fortuna no tiene poder en nuestras costumbres.

Más alegre cosa es granjearse un amigo que tenerlo.

En lo mal comenzado, por más honrosa se tiene la porfía que el arrepentimiento.

Tanto más crece el esfuerzo, cuanto más consideramos la grandeza de lo emprendido.

Feliz quien desprecia la fortuna.

Vende su propia voluntad el que recibe ajeno beneficio.

Dos veces muere el que a voluntad de otro muere.

Ajeno es todo lo que nos viene en deseo.

Industria es la aparente simpleza.

Demasiado pronto muere al hombre para llegar a conocer las cosas inmortales.

Pequeño aparato basta para vivir bien.

Un solo bien puede haber en el mal: la vergüenza de haberlo hecho.

Con facilidad se adquiere lo preciso para la vida.

Espera que te hagan a ti lo que tú haces a otro.

Un amor apaga otro amor, y un temor otro temor.

No es necesaria la fortuna para sólo subsistir.

Quien pretende llegar a un sitio determinado emprenda un solo camino y déjese de tantear muchos a un tiempo pues esto último no es caminar sino vagar.

El engaño y la astucia sólo son propios de los débiles.

La amistad siempre es provechosa; el amor a veces hiere.

 

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