EstrésBlair Justice, un psicólogo de la escuela de medicina de Galveston perteneciente a la Universidad de Texas, realizó un estudio sobre el estrés. Descubrió que el estrés disminuía en tres áreas: 1) la persona que ve alternativas sufre menos estrés; 2) la persona que considera los obstáculos como retos y oportunidades de crecimiento, en vez de como una derrota, sufre menos estrés; 3) y la persona que está comprometida con alguien que no sea ella misma, como con la familia, o con Dios, o con quien sea, sufre menos estrés. Las personas con estas perspectivas presentaban menos problemas con la bebida, menos insomnio y problemas de relación u otros conflictos. Estas personas observan una situación de estrés y se dicen: ‘muy bien, ¿qué podemos hacer con esto?’. Entonces tiran un dado y juegan al juego de la vida.  Por otro lado, pedir ayuda cuando se necesita es otra de las cualidades de la persona fuerte (…) buscar la experiencia de un terapeuta, de un contable, de un sacerdote, etc.  La fuerza no consiste necesariamente en hacerlo todo solo. No significa ser una unidad autosuficiente. No se trata de ser una enciclopedia andante. El hombre fuerte no precisa ser eso.

El estrés es el proceso que se pone en marcha cuando percibes que un acontecimiento va a romper tu equilibrio y puede superar tus recursos.  Por tanto, cuando estás bajo presión, tu esfuerzo persigue volver a restaurar el funcionamiento normal de tu organismo, es decir, recuperar el estado de bienestar.

Las fuentes: existe un elevado número de situaciones ante las cuales tienes mayores probabilidades de reaccionar con estrés.  Hay dos tipos de fuentes de estrés:

  • Psicosociales: hablar en público, hacer un examen, tener una cita, divorciarte, sufrir una enfermedad, etc.  dependen de la interpretación que tú, personalmente, hagas de ellas.
  • Ambientales: cambios de temperatura, ruidos, contaminación atmosférica… generan estrés con independencia de cómo las percibas. Ambos tipos pueden tener lugar tanto fuera como dentro de ti, de manera que tan estresor puede ser que veas una pelea como que pienses en un problema, e igualmente que sufras una temperatura ambiente alta o que tengas fiebre. Pero los estresores no tienen por qué tener un carácter negativo, sino que existen buenas situaciones que también pueden generar estrés.  Esto es así, pero con la salvedad de que el estrés provocado, por ejemplo, por contraer matrimonio, tendrá unas consecuencias sobre la salud distintas a las del causado por un divorcio.  Hay una prueba, llamada Escala de sucesos estresantes, que valora los acontecimientos que pueden llegar a producir mayor estrés. Son, por este orden: la muerte del cónyuge, un encarcelamiento, un divorcio, una experiencia sexual traumática y problemas con drogas y alcohol.  Entre los menos estresantes (de los propuestos por los expertos) aparecen las vacaciones, un cambio de casa o un accidente sin heridos.

Por qué estás tenso: los acontecimientos que pueden ocasionar estrés son de tres formas diferentes:

  • Sucesos intensos y extraordinarios: desde un divorcio hasta que te toque la lotería, pasando por una citación judicial o una aventura amorosa.
  • Sucesos diarios de menor intensidad: como el problema para encontrar aparcamiento en el trabajo, sacar tres veces al día el perro o tener que soportar la cola en la caja del supermercado.
  • Sucesos de tensión crónica mantenida: como estar en desempleo durante mucho tiempo o tener problemas con tu pareja continuamente. Aunque no lo parezca, los sucesos que ocurren diariamente, pese a su menor intensidad, son los que más problemas físicos y psicológicos pueden crear.  Una vez que ya conoces los tipos de estresores que puedes encontrarte, tal vez te interese saber si estás ante un evento estresante o que lo es en potencia.

Síntomas de estrés:

  • Incapacidad para concentrarte y tomar decisiones.
  • Olvidos frecuentes.
  • Mal humor.
  • Sensación de confusión.
  • Temblores.
  • Consumo de drogas legales o no.
  • Apetito en exceso o falta de él.

Consecuencias:

  • Fisiológicas:
    • Aumento de la respiración, el rimo cardiaco y la presión sanguínea.
    • Incremento de la glucosa en sangre.
    • Disminución del riesgo sanguíneo en la piel y el estómago.
    • Supresión de los mecanismos inmunológicos.
    • Incremento de la sudoración.
    • Descenso del deseo sexual.
    • Reducción de la salivación.
    • Supresión del apetito.
    • Dilatación de las pupilas.
  • Psicológicas:
    • Ira.
    • Ansiedad.
    • Miedo.
    • Tristeza.
    • Culpa.
    • Frustración.
    • Cuando el estrés es agudo, suelen aparecer emociones de ansiedad o miedo, mientras que cuando es mantenido en el tiempo, la depresión es la que predomina. Esto puede explicar, tal vez, el paso de un problema de ansiedad a un cuadro depresivo. Todas estas respuestas están íntimamente ligadas a la valoración que hagas de la situación y a las estrategias que uses para solventarla.

Estrategias de choque: estas estrategias van a depender de factores como tu personalidad, experiencias pasadas, formación biológica, raza, edad y sexo, cultura, etc.  Así podemos encontrar varias formas de afrontamiento:

  • Distanciamiento: intentas por todos los medios alejarte de la situación que te está produciendo malestar.
  • Confrontación: realizas acciones específicas encaminadas a varias la situación.  Es lo que se llama postura activa, de búsqueda de soluciones.
  • Búsqueda de apoyo social: te mueves en busca de consejo, apoyo o comprensión de la gente que te rodea.
  • Autocontrol: tratas de dirigir tus sentimientos por donde más conviene.
  • Huida-evitación: prácticamente no haces nada, sólo esperar a que la cosa cambie sola. Es la postura pasiva.
  • Aceptación de la responsabilidad: reconoces que tú eres el causante del problema.
  • Planificación: ideas un plan con el que cambiar lo que te rodea.
  • Reevaluación positiva: realizas esfuerzos para ver la parte positiva de la demanda (siempre la hay).
  • Normalmente no se usa una sola estrategia, sino que se pone en práctica una combinación de la menos dos de ellas.

Cómo mantener la calma: maneras de evitar que ese estrés, al cuál hemos dado en todo momento un valor adaptativo, alcance cotas perjudiciales para tu salud. Estos son los pasos que debes seguir:

  • Intenta evitar, en la medida de lo posible, aquellas situaciones que, por sí solas, son generadoras de estrés. Por ejemplo: cambiar de domicilio, discutir constantemente con quienes te rodean, consumir drogas, serle infiel a tu pareja, tener problemas económicos por querer vivir por encima de tus posibilidades, etc.
  • Valora lo que tienes ante ti con la mayor objetividad posible.  No anticipes hechos que están por llegar y que, por tanto, aún puedes evitar o reducir. Haz un análisis ciñéndote a la realidad y piensa qué te demanda de verdad la situación que se te plantea.
  • Evalúa tus recursos: no olvides que tienes ‘herramientas’ que puedes usar para hacer frente a un suceso concreto. Quédate con aquellas que consideres más eficaces para cada caso.
  • Pide consejo: una vez valorada una situación estresante que se te ha presentado y tus medios para resolverla, recuerda cómo solucionaste acontecimientos anteriores y piensa en la ayuda externa que puedes recibir.
  • Actúa en función de las valoraciones que hayas hecho: si puedes modificar de alguna forma la situación, no esperes demasiado, ya que el tiempo juega en tu contra.  Si te encuentras ante un hecho inalterable o que escapa a tu control, tu actuación debe estar dirigida más hacia tu parte emocional; es decir, tu objetivo sería aceptar lo que ocurre e intentar recuperar lo antes posible el equilibrio anterior al suceso. Para ello podrías practicar ejercicio físico, técnicas de relajación, aumentar el tiempo de ocio, rodearte de seres queridos y, ¿por qué no? adquirir un animal de compañía.
  • Recuerda que puedes solicitar ayuda: si prevés que uno o varios acontecimientos van a hacer estragos en tu estabilidad, tienes la opción de acudir a un psicólogo, que te enseñará herramientas infalibles antiestrés.