Hablar-bien

APRENDE A HABLAR SIN PELEAR:

  • Respeta su  turno:
    • Permite hablar a tu interlocutor para enterarte bien de lo que quiere decir.
    • No le interrumpas con justificaciones o le increpes por su forma airada: no podrás escucharle.
  • Deja que exponga sus ideas y espera tu turno. Da igual si estás de acuerdo o no: está en su tiempo.
    • Expón tu opinión.
    • Expresa tranquilamente tu punto de vista.  Lo lógico es que no te interrumpa, si tú has hecho lo mismo.
  • Utiliza un tono de voz sereno y firme, mirándole a la cara.  No grites, ni adoptes una postura sumisa.
    • Discusión no es sinónimo de pelea.  No hay vencedores ni vencidos.
    • No cambies de tema:
  • No derives la conversación hacia otros asuntos, aunque tengan relación, ni aproveches el desacuerdo para sacar trapos sucios. Si necesitas intimidad y tranquilidad, desconecta el teléfono y apaga la tele, para que nada pueda distraerte. Céntrate en el tema.
  • Negocia el punto medio:
    • Para tomar una decisión conjunta, es necesario pactar: encontrar el medio entre los dos puntos de vista. Cada uno debe ceder de forma parcial.
    • Actúa así y, poco a poco, conseguirás resultados.  Si no son inmediatos, no te des por vencido.  Conquistarás tu propio espacio con paciencia y perseverancia.
  • Ventajas de opinar:
    • Cuando aceptas otras opiniones, los demás escuchan las tuyas.
    • Al respetarte tú mismo, los demás aprenden a hacerlo.
    • Si no te enfadas ni elevas el tono de voz, propicias que te hablen con educación.
    • Los demás confiarán más en ti.
    • Ganas credibilidad frente a la gente.
    • Crece tu autoestima

PARA CONVENCER:

  • Expongo mis argumentos con claridad.
  • Evito imposiciones.
  • Acepto opiniones diferentes a las mías.
  • Me agrada gustar, pero no necesito la aprobación ajena.
  • Creo en mí.
  • Mi autoestima no se ve dañada cuando cometo errores.
  • No me pongo a la defensiva si tratan de convencerme.
  • Manifiesto cercanía y calidez.
  • Manejo adecuadamente la comunicación verbal y no verbal.
  • En suma: trasmito credibilidad.

EL SECRETO: TRASMITIR RESPETO:

  • Mira con interés: el persuasivo mira encantado de vernos manifestando claramente que somos importantes para él.  Eso nos hace sentir muy bien.  ¿Por qué?  Porque nos sentimos respetados. Que nadie espere convencer a quien no manifiesta su respeto.
  • No pierde detalle: mientras expone sus argumentaciones, está muy pendiente de nuestros gestos.  Mientras escucha, siempre presta atención, se esfuerza por aclarar nuestras dudas y, desde luego, toma muy en cuenta lo que le decimos.  Con lo cual sigue expresando el respeto que siente por nosotros.
  • Habla con sencillez y trasparencia: aunque sus ideas sean distintas a las nuestras, él no las impone, ni defiende acaloradamente sus argumentos.  Simplemente, sin perder su cordialidad, nos da su punto de vista de manera asertiva, pero sin dejar de atender en ningún momento nuestras argumentaciones aunque no las comparta. De este modo, nos sentimos respetados. Y si nos sentimos respetados, no ponemos resistencia para dejarnos convencer.
  • Demuestra seguridad: con el respeto que se tiene a sí mismo, aparte de lograr el nuestro, consigue a exponer sus ideas o propuestas relajadamente, porque, en el fondo, no le resulta imprescindible nuestra aprobación.  El persuasivo, con esta seguridad, únicamente modifica o varía sus opiniones y conceptos en el caso de que nuestras argumentación le convenzan de verdad.

ÉXITO EN LA SEDUCCIÓN:

  • Decálogo del éxito:
    • Mírale a la cara.
    • Sonríe.
    • Llámale por su nombre.
    • Acércate físicamente.
    • Concéntrate en el tema del que se hable.
    • Hazle preguntas.
    • Da tus opiniones.
    • No juzgues con dureza tus intervenciones.
    • Perdónate tus posibles errores y defectos.
    • Acepta que a todos no les podemos gustar.
  • Estrategias de acercamiento:
    • Acepta los nervios: es normal que surjan cuando te gusta una persona, pero ¡no pueden dominarte! Evita analizar y juzgar tu conducta: no te preocupes de si hablas mucho o poco, de si le caes o bien o no. Lo mejor es concentrarse en la charla sin más. Desecha pensamientos tipo: ‘no soy capaz de hablar’, ‘parezco un soso’…
    • Mira y sonríe: es la mejor forma de acercarse. Y resulta fácil.  Sólo debes proponértelo. Si no lo haces, además de pasar inadvertido, correrás el riesgo de que el otro piense que no te interesa o te cae mal. La sonrisa es lo mejor para romper el hielo.  Y te da tiempo para tranquilizarte si no eres capaz de hablar.
    • Llámale por su nombre: atrévete a pronunciarlo en voz alta y mirándole. Prescinde de frases impersonales como ‘pásame el agua’. Aprender a decir: ‘Juan, dame la jarra’. Científicamente está demostrado que, cuando pronuncian nuestro nombre, cambiamos las ondas cerebrales. El que nos llama deja de ser uno más.
    • Atrévete a hacerle preguntas: si has llegado hasta aquí, puedes hacer un esfuerzo más, que será definitivo para estrechar lazos: pregúntale algo personal. Al pedirle su opinión, expresas interés y manifiestas tus cualidades empáticas (colocarse en lugar del otro). Pero no seas indiscreto ni violes su intimidad.
    • No olvides el contacto físico: estés como estés, da el apretón de manos o los dos besos de saludo. Además, si apoyas tu charla tocando su brazo o mano, tu presencia se hará mucho más cercana. No se trata de invadir su espacio, sino de mantener contacto cuanto te dirijas a él.

AL HACERTE VALER:

  • Te sientes bien contigo mismo (autoaceptación).
  • Elevas tu autoestima.
  • Los demás te respetan.
  • No caes en la sumisión.
  • Consigues con mayor facilidad tus objetivos.
  • Tienes relaciones basadas en la comunicación y el respeto mutuo.

RECLAMA TUS DERECHOS:

  • En el trabajo: los jefes y compañeros considerarán tus derechos sólo si eres capaz de expresarlos claramente y sin perder el control. Atrévete, por ejemplo, a decir que esa labor no es tu responsabilidad, que te molesta la calefacción o que te gustaría poner tu mesa junto a la ventana.
  • En clase: pide aclaraciones cuando no entiendas algo, expresa tus dudas, solicita revisión de exámenes. No pienses que les vas a hacer perder el tiempo o que van a pensar que eres tonto o sabes poco. Profesores y compañeros valorarán positivamente tu actitud asertiva y lograrás su respeto.
  • En los comercios: para sentirte bien contigo mismo y mejorar los servicios y la atención al cliente, atrévete a quejarte educadamente o a utilizar las hojas de reclamaciones. ‘Esta paella está pasada; gracias, pero no la queremos’, ‘ayer compré estos zapatos y se ha despegado la suela.  Vengo a cambiarlos’.
  • Con los amigos: hemos de enseñarles a que nos traten como queremos ser tratados. Si no nos sentimos respetados, quizás es porque los amigos no conocen nuestros gustos y necesidades. ‘Preferiría que fueras puntual’. ‘No me van las películas de violencia’, ‘mañana no contéis conmigo. Estoy ocupado’, etc.
  • Con la pareja: cuando, en una relación, uno no defiende sus derechos, el otro, sin proponérselo, puede llegar a faltarle al respeto.  ‘No me gusta que hable así de mi madre, pero no le digo nada’, ‘me regaña delante de todo el mundo’, ‘he dejado de ver a mis amigos porque a él no le caen bien’. etc.

DEFECTOS AL HABLAR:

  • No organizamos nuestros pensamientos antes de hablar.
  • Nos expresamos con imprecisión.
  • Intentamos encerrar demasiado en un enunciado, esto desconcierta.
  • Seguimos hablando por falta de seguridad, sin apreciar la capacidad de comprensión de nuestro interlocutor (feed-back).
  • Pasamos por alto puntos de nuestro interlocutor relativos al tema centrándonos en imponer nuestros criterios, más que aclararnos sobre el tema a debate.
  • Así mismo cuando escuchamos:
    • No prestamos atención.
    • Estamos preparando la respuesta.
    • Tendemos a fijarnos en detalles en lugar de coger todo el sentido y la información principal.
    • No hacemos más que prolongar el pensamiento del hablante, sin aportar nada nuevo.
    • Intentamos encajar en nuestros esquemas mentales, la parte del discurso que menos dominamos.