Michel-de-Montaigne

Escritor francés que introdujo por primera vez el ensayo como forma literaria. Sus Ensayos, que abarcan un amplio abanico de temas, se caracterizan por un estilo discursivo, un tono coloquial y el uso de numerosas citas de autores clásicos.

Montaigne nació el 28 de febrero de 1533, en el Château de Montaigne (cerca de Libourne). Su familia gozaba de una buena posición y Montaigne estudió en Guyenne. Posteriormente cursó estudios de leyes probablemente en Toulouse. Su primera empresa literaria fue una traducción, publicada en 1569, de la Theologia Naturalis, obra del teólogo español Raimundo de Sabunde.

En 1571 Montaigne heredó las propiedades de la familia, entre las que figuraba el Château de Montaigne. Allí pasó el resto de su vida, entregado a las actividades propias de un hacendado, estudiando a sus autores clásicos favoritos y escribiendo los ensayos que constituyen su gran colección Ensayos. Los dos primeros tomos de esta obra vieron la luz en 1580. Posteriormente Montaigne viajó a Alemania, Italia y Suiza. A su regreso fue alcalde de Burdeos (1581-1585). Escribió un tercer tomo de ensayos que se incluyó en la quinta edición de sus Ensayos en 1588. Los últimos años de su vida los pasó recluido en su propiedad, con la excepción de algún viaje ocasional a París y Ruán. La única obra que escribió además de sus Ensayos es un relato de sus viajes publicado en 1774.

Como pensador, Montaigne destaca por su análisis de las instituciones, opiniones y costumbres, así como por su oposición a cualquier forma de dogmatismo carente de una base racional. Montaigne observaba la vida con escepticismo filosófico y puso de relieve las contradicciones e incoherencias inherentes a la naturaleza y la conducta humana. Sin embargo, su moral tendía básicamente hacia el epicureísmo, revelando las actitudes propias de un humanista que rechazaba la esclavitud de las pasiones y los deseos. El más extenso de sus ensayos, Apología de Raimundo de Sabunde,es un estudio de la capacidad racional y las aspiraciones religiosas del ser humano.

En algunos momentos su visión del mundo es conservadora. En literatura y filosofía admiraba a los autores de la antigüedad, y en materia política defendía la monarquía como la forma de gobierno más adecuada para garantizar la paz y el orden. En lo que respecta a la educación, Montaigne se interesó por la formación del aristócrata y sostuvo la necesidad de enseñar a los alumnos el arte de vivir. Este arte se adquiere a través de la capacidad de observación y conversación y a través de los viajes. La lectura debería servir para ayudar a emitir juicios correctos y no sólo para desarrollar la facultad de la memoria. Montaigne insistió en la importancia de practicar con rigor y asiduidad el ejercicio físico, como parte indisociable del desarrollo integral de la persona.

FRASES SELECCIONADAS:

‘A nadie le va mal durante mucho tiempo sin que el mismo no tenga la culpa’.

‘A quienes me preguntan la razón de mis viajes, les contesto que sé bien de qué huyo pero ignoro lo que busco’.

‘Aunque pudiera hacerme temible, preferiría hacerme amable’.

‘¡Buena almohada la duda para la cabeza bien equilibrada!’.

‘Cada uno de nosotros es más rico de lo que se imagina; sin embargo, se nos amaestra en el arte de pedir prestado y mendigar; nos enseñan a servirnos de los otros más que de nosotros mismos’.

‘Cada virtud necesita un hombre; pero la amistad necesita dos’.

‘Cien veces al día nos burlamos de nuestros mismos defectos al considerarlos en los demás’.

‘Cobardía: madre de la crueldad’.

‘Cualquiera puede hablar con verdad, pero hablar con orden, prudencia y saber, pocos lo consiguen’.

‘¡Cuantas cosas que ayer eran artículos de fe, son fábulas hoy!’.

‘Del mismo papel en que el juez ha escrito una sentencia contra un adúltero rasgará un pedazo para escribir unas líneas amorosas a la esposa de un colega’.

‘Del obedecer y del ceder nace toda virtud’.

‘El hombre sabio no lo es en todas las cosas’.

‘El matrimonio es como una jaula; uno ve a los pájaros desesperados por entrar, y los que están dentro igualmente desesperados por salir’.

‘El mejor matrimonio sería aquél que reuniese una mujer ciega con un marido sordo’.

‘El que teme padecer, padece ya lo que teme’.

‘El signo más cierto de la sabiduría es la serenidad constante’.

‘El valor, como las demás virtudes, tiene sus límites’.

‘Encuentro tanta diferencia entre yo y yo mismo como entre yo y los demás’.

‘En perfecta salud he tenido más miedo a las enfermedades que cuando las he sufrido’.

‘Es más fácil escribir un poema insignificante que comprender uno bueno’.

‘Es preciso prestarse a los otros, pero no darse sino a uno mismo’.

‘ Fluctuamos entre los más diversos pareceres; ni queremos nada con entera libertad, ni de un modo, absoluto ni constante’.

‘Gobernar una familia es casi tan difícil como gobernar todo un reino’.

‘Hay menos injusticia en que te roben en un bosque que en un lugar de asilo. Es más infame que te desvalijen quienes deben protegerte’.

‘La confianza en la bondad ajena es testimonio no pequeño de la propia bondad’.

‘La cosa más grande del mundo es saber ser autosuficiente’.

‘La insatisfacción es el comienzo de toda filosofía, y la ignorancia es el resultado’.

‘La muerte no os concierne ni muerto ni vivo: vivo, porque sois; muerto, porque ya no sois’.

‘La prueba más clara de sabiduría es una alegría continua’.

‘La principal ocupación de mi vida es pasarla lo mejor posible’.

‘La prohibición sazona los manjares’.

‘La razón es como una olla de dos asas; se la puede coger por la derecha o por la izquierda’.

‘La senectud nos traza más arrugas en el espíritu que en el rostro’.

‘La verdadera libertad consiste en el dominio absoluto de sí mismo’.

‘La virtud no consiste en hacer grandes cosas, sino en hacer bien las pequeñas’.

‘Las arrugas del espíritu nos hacen más viejos que las de la cara’.

‘Lo que hay que preguntarse es quién es mejor sabio, no quién es más sabio’.

‘Los celos son, de todas las enfermedades del espíritu, aquella a la cual más cosas sirven de alimento y ninguna de remedio’.

‘Los juegos de los muchachos no son tales juegos; antes bien, deben considerarse como sus acciones más serias’.

‘Los libros son el mejor viático que he encontrado para este humano viaje’.

‘Mi espíritu se niega a caminar si las piernas no lo llevan’.

‘Mil rutas se apartan del fin elegido, pero hay una que llega a él’.

‘Muchas veces es mejor perder la viña que pleitear por ella’.

‘Nada grava tan fijamente en nuestra memoria alguna cosa como el deseo de olvidarla’.

‘Nada hay de bárbaro ni de salvaje en esas naciones; lo que ocurre es que cada cual llama barbarie a lo que es ajeno a su costumbre’.

‘Nada parece tan verdadero que no pueda parecer falso’.

‘Nadie está libre de decir estupideces, lo grave es decirlas con énfasis’.

‘No existe el presente: Lo que así llamamos no es otra cosa que el punto de unión del futuro con el pasado’.

‘No existe lucro ni provecho sino a costa de otro; de modo que en buena cuenta habría que condenar toda clase de ganancias’.

‘No ha de maravillarnos que el azar pueda tanto sobre nosotros partiendo de que vivimos por azar’.

‘No hay pasión que quebrante tanto la sinceridad del juicio como la ira’.

‘Para juzgar cosas grandes y nobles, es necesario poseer un alma otro tanto grande y noble’.

‘Por hermoso y gallardo que seáis, si una mujer os rechaza, no deduzcáis inmediatamente que ella posea una castidad inviolable; no se podría asegurar que el mozo de muletas deje de tener mayor suerte’.

‘Prohibir algo es despertar el deseo’.

‘¿Qué ha hecho el acto genital a los hombres, tan natural, tan necesario y tan justo, para que no se atrevan a hablar de él sin vergüenza?’

‘Quiero más forjar mi alma que amueblarla’.

‘Saber de memoria no es saber: es tener lo que se ha dado a guardar a la memoria’.

‘Saber mucho da ocasión de dudar más’.

‘Se cree con la mayor firmeza en lo que menos se conoce’.

‘Solamente trabajamos para llenar la memoria, dejando vacías la inteligencia y la conciencia’.

‘Soledad: un instante de plenitud’.

‘Supone igual tontería llorar porque de aquí a cien años ya no viviremos, que llorar porque no vivíamos hace cien años’.

‘Tal fue para el mundo hombre prodigioso en quien su mujer y su lacayo ni siquiera vieron nada notable’. (Habla de Agesilao, rey y general espartano).

‘Tantos millones de hombres enterrados antes que nosotros nos animan a no temer al ir a encontrar tan buena compañía en el otro mundo’.

‘Una cabeza bien formada será siempre mejor y preferible a una cabeza muy llena’.

‘Yo no cito a otros más que para expresar mejor mi pensamiento’.

‘Yo no me encuentro a mí mismo cuando más me busco. Me encuentro por sorpresa cuando menos lo espero’.