Observar

Con el fin de ver con claridad al hombre, cara a cara, hemos de dirigir nuestra atención hacia el interior y observarnos atentamente. Hemos de ver la relación que tenemos con nosotros, como nos relacionamos con nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones, percepciones, actitudes, tendencias y consciencia.

La meditación es el medio y el fin para alcanzar la libertad total, pero quizás pensemos que es difícil aprender a meditar con el propósito de ser libres.  Podemos considerar que se trata de nuevo de una idea preconcebida: utilizar la meditación con el fin de alcanzar la libertad. Pero no podemos meditar sin libertad, al ser ésta el primer factor requerido por la meditación.  Hemos de ser libres para observar, contemplar nuestras actividades, sentimientos, actitudes, todo lo que hay dentro de nosotros. Si al observar tenemos prejuicios, puntos de vista o ideas, no nos veremos como somos y la meditación no será posible. Podemos meditar al observarnos a nosotros mismos, examinarnos a nosotros mismos, llevando con nosotros el espejo de la autoconciencia en todo momento, de forma que, viéndonos una y otra vez, podemos purificarnos.

El auténtico ver, la clara introspección en toda situación que nos suceda, es la libertad misma. No existe necesidad de esperar a que llegue la libertad si podemos ver realmente las cosas como son. Y esta forma de ver debe ser algo que nos acompañe siempre.  No hemos de buscarlo, no podemos crearlo, pero podemos hallarlo si somos muy conscientes, si estamos muy atentos, y somos objetivos en lo que hacemos, pensamos y sentimos.  Hemos de estar ojo avizor con respecto a nosotros mismos en cada instante, de forma que podamos actuar, desenvolvernos, y hacerlo todo desde la libertad.  En el instante en que nos sentimos guiados por algo y no tenemos equilibrio, si examinamos esta situación veremos cómo nace la emoción y cómo nos domina.

Al examinarla, observarla, alcanzaremos conocimiento interior sobre ella, lo que nos dará libertad y nos indicará la forma de proceder. Podemos pensar que si vemos la verdad, entonces no actuaremos. Sí, en ocasiones el ver la verdad puede llevar a la no-acción, pero ésta puede ser una clase de acción, pues en algunas situaciones se requiere silencio, que es una forma de acción. Al estar en silencio, incluso unos instantes, podemos ver algo en relación a la situación y las cosas se resuelven entonces por medio del silencio. Pero no significa que hemos de formarnos la idea de que hemos de estar en silencio o en acción. Si antes de hacer algo tenemos ideas preconcebidas, no tendremos libertad.  Los prejuicios, las ideas preconcebidas son el principal obstáculo a la libertad. Cuando pretendemos hacer algo, tenemos ideas al respecto.  Si asistimos a una conferencia con algunas ideas sobre ella, no seremos libres para escuchar. En lugar de escuchar, lucharemos con las ideas de los demos con nuestros pensamientos.

La purificación es una forma de transformación que surge en el proceso de la conciencia permanente o durante el mecanismo constante de la observación. Debemos observar todo lo que vemos, oímos, pensamos, particularmente los pensamientos. Hemos de observarlos muy atentamente pues, si no es así, no podremos pensar con objetividad. Si hemos de pensar plegándonos a alguna clase de sistema, saber o creencia, nuestro pensamiento se tornará subjetivo de forma que lo que veamos será sólo una fracción del sujeto, un reflejo del sí mismo. Lo cual significa que no vemos la verdad o los hechos tal como son. Vemos nuestra proyección, nuestra reflexión; sólo vemos la imagen. Necesitamos libertad para pensar. Quizás arguyamos: ‘oh, puedo pensar en lo que me gusta y no pensar en lo que me disgusta’, lo cual significa de nuevo falta de libertad, pues tal pensamiento se basa en gustos o aversiones. El pensar libre es una percepción totalmente clara. En ese instante podemos podemos ver las cosas en profundidad y entenderlas tal como son.