Viernes, 29 de Julio de 2022

¿Tener o ser? Erich Fromm:

Paideia es la educación considerada como la transformación vitalicia de la personalidad humana en la que cada aspecto de la vida desempeña una parte. A diferencia de la educación en el sentido tradicional, paideia no se limita al proceso consciente de aprendizaje ni a introducir a la juventud en la herencia social de la comunidad. Paideia implica más bien la tarea de vigorizar el acto de la vida misma; tratando cada ocasión de la vida como medio de autoconstrucción, y como la forma de convertir los actos en valores, los procesos en propósitos, las esperanzas y planes en consumaciones y realizaciones. Paideia no es meramente un aprendizaje: es hacer y formar al hombre en sí como la obra de arte que paideia ansía formar’. Lewis Mumford. The transformation of man. La sociedad Madura. Dennis Gabor.

Los tabúes producen obsesividad y perversiones sexuales, pero éstas no producen libertad.

La interferencia heterónoma en el proceso de desarrollo del niño y más tarde de la persona, es la raíz más profunda de la patología mental, en especial de la destructividad.

Se debe entender claramente que la libertad no es laissez-faire ni arbitrariedad. Los seres humanos tienen una estructura específica (como todas las otras especies) y sólo pueden crecer según las normas de su estructura. Tener libertad no significa liberarse de todos los principios guías, sino libertad para crecer de acuerdo con las leyes de la estructura de la existencia humana (las restricciones autónomas). Significa obedecer las leyes que gobiernan el desarrollo humano óptimo. Toda autoridad que fomente esta meta es ‘racional’ cuando este fomento ayuda a impulsar la actividad del niño, su pensamiento crítico y su fe en la vida. Es ‘una autoridad irracional’ cuando impone al niño las normas heterónomas que sirven a los fines de la autoridad, pero no a las finalidades de la estructura específica del niño.

En el modo de tener, nuestra felicidad depende de nuestra superioridad sobre los demás, de nuestro poder, y en último término, de nuestra capacidad para conquistar, robar y matar. En el modo de ser, la dicha depende de amar, compartir y dar.

La persona y su nombre se vuelven equivalentes; el nombre demuestra que la persona es una sustancia duradera, indestructible, y no un proceso.

Seamos felices o infelices, nuestro cuerpo nos impulsa a esforzarnos por la inmortalidad, pero por experiencia sabemos que moriremos y buscamos soluciones que nos hagan creer que, a pesar de la evidencia empírica, somos inmortales.

Gran parte de la discusión moral y política se ha centrado en la pregunta: ¿Tener o no tener?   En el nivel moral-religioso esto significa una alternativa entre la vida ascética y la vida no ascética; esta última incluye el gozo productivo y el placer ilimitado.  Esta alternativa pierde la mayor parte de su sentido si no se hace hincapié en un hecho aislado de la conducta, sino en la actitud subyacente.   La conducta ascética, con su constante preocupación por no gozar, puede ser tan sólo la negación de los poderosos deseos de tener y de consumir.   El asceta puede reprimir estos deseos; sin embargo al intentar suprimir el tener y el consumir, puede estar igualmente preocupado por tener y consumir.  Esta negación por sobrecompensación es, como lo  muestran  los  datos  psicoanalíticos,  muy  frecuente.    Ocurre  en  casos  como  los  de  los  vegetarianos fanáticos que reprimen sus impulsos destructivos, en los fanáticos enemigos del aborto que reprimen sus impulsos  asesinos,  en  los  fanáticos  de  “la  virtud”  que  reprimen  sus  impulsos  “pecaminosos”.   Aquí  no importa la convicción en sí, sino el fanatismo que la apoya.   Esto, como todos los fanatismos, nos hace sospechar que sirve para ocultar otros impulsos, generalmente los opuestos.

Quienes exigen que nadie tenga más que ellos se protegen así de la envidia que sentirían si alguien tuviera aunque fuera un poco más.  Lo que  realmente  importa  es  que  sean  erradicados  el  lujo  y  la  pobreza;  la  igualdad  no  debe  significar  la igualdad  cuantitativa  de  cada  brizna  de  bienes  materiales,  sino  que  el  ingreso  no  sea  tan  diferente  que produzca  distintas  experiencias  vitales  en  grupos  distintos. Marx  en  sus  Manuscritos  económico- filosóficos  señaló  lo  que  llama  “el  comunismo  vulgar”,  que  “niega  la  personalidad  del  hombre  en  cada esfera”.   Este tipo de comunismo “sólo es la culminación de la envidia y de la nivelación basadas en un mínimo preconcebido”.

EL TENER EXISTENCIAL:

  • Para apreciar plenamente el modo de tener al que nos referimos aquí, parece necesario otro examen más, el del funcionamiento del tener existencias;  porque   la   existencia   humana   requiere   que   tengamos, conservemos, cuidemos y usemos ciertas cosas para sobreviv   Esto también puede decirse de nuestros cuerpos, en cuanto al alimento, la habitación y los vestidos, y en cuanto a los instrumentos necesarios para satisfacer  nuestras  necesidades.  Esta  forma  de  tener  puede  denominarse  “existencias”  porque  está enraizada en. la existencia humana.  Es un impulso racionalmente dirigido a sobrevivir, en contraste con el tener caracterológico al que nos hemos referido hasta ahora, que es un impulso apasionado por conservar y retener,  que  no  es  innato,  sino  que  se  ha  desarrollado  como  consecuencia  de  la  repercusión  de  las condiciones sociales sobre la dotación biológica de la especie humana.

  • El tener existencias no se encuentra en conflicto con el ser; el tener caracterológico sí. Aun el “justo” y el “santo”,  mientras  sean  humanos,  deben  desear  tener  en  el  sentido  existencias,  mientras  que  la  persona común  desea  tener  en  el  sentido  existencial  y  en  el  caracterológico.

 

 

 

 

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