Viernes, 27 de Marzo de 2020

Las flores del mal.  Charles Baudelaire:

-El gran hombre es estúpido.

-Algunos han apuntado que estas poesías podían dañar; no he sentido alegría por ello. Otros, almas buenas, que podían hacer bien; no me he afligido.   El temor de unos y la esperanza de otros, me resultan extraños y no han servido más que para probarme, una vez más, que este siglo había olvidado todas las nociones clásicas concernientes a la literatura.

-Pese a los auxilios que determinados pedantes célebres han  aportado a la natural estupidez del hombre, nunca hubiera sospechado que nuestra patria [Francia] pudiera caminar a tal velocidad por la vía del progreso.  Este mundo, ha adquirido tal espesor de vulgaridad, que imprime al desprecio por el hombre espiritual la violencia de una pasión.  Pero existen felices caparazones en los cuales el veneno no podrá jamás abrirse paso.

-Cómo, partiendo de mis principios y disponiendo de la ciencia, que me comprometo a enseñar en veinte lecciones, cualquier hombre es capaz de componer una tragedia, que no será más abucheada que cualquier otra, o pulir un poema de la longitud necesaria para llegar a ser tan insoportable como cualquier poema épico conocido.

-Este libro permanecerá sobre toda vuestra vida como un baldón [ofensa], me predijo, desde el inicio, uno de mis amigos, gran poeta.  Todos mis infortunios, en efecto, le han dado la razón hasta el presente.   Sin embargo, poseo uno de esos felices caracteres que extraen placer del rencor y que se glorifican en el desprecio.  Mi gusto diabólicamente apasionado por la estupidez, me ha hecho encontrar muy particulares placeres en los disfraces de la calumnia.   Casto como el papel, como el agua sobrio, volcado a la devoción como una comulgante, inofensivo tal víctima, no me disgustaría pasar por un libertino, un borracho, un impío o un asesino.

-Sé bien que el sufrimiento es la única nobleza.

 

Afanan nuestras almas, nuestros cuerpos socavan

La mezquindad, la culpa, la estulticia [estupidez], el error,

Y, como los mendigos alimentan sus piojos,

Nuestros remordimientos, complacientes nutrimos.

Las flores del mal.  Charles Baudelaire.

 

Porque de cada cosa la quintaesencia extraje,

Tú me diste tu barro y en oro lo troqué

Las flores del mal.  Charles Baudelaire.

EXHORTACIONES DE EPICURO:

  • Cualquier dolor es fácilmente desdeñable; pues el que entraña intenso sufrimiento tiene corta duración, y el que en el cuerpo perdura produce ligero pesar.

  • Es difícil que el que comete injusticia pase inadvertido; que consiga la confianza de pasar inadvertido, imposible.

  • La necesidad es un mal, pero ninguna necesidad hay de vivir en la necesidad.

  • Para la mayor parte de los hombres la inactividad es torpeza: locura.

  • Nacemos una sola vez, pues dos veces no es posible, y no podemos vivir eternamente. Tú, sin embargo, aunque no eres dueño de tu mañana, sometes la dicha a dilación. Pero la vida se consume inútilmente en una espera y cada uno de nosotros muere sin haber gozado de la quietud.

  • Apreciamos nuestras costumbres como algo que nos es propio, tanto si las tenemos por buenas, y somos admirados por los demás, como si no. Del mismo modo es preciso apreciar las de nuestro prójimo, si son honestas.

  • Nadie, cuando ve el mal, lo elige, sino que queda cautivo de él, seducido como por un bien en relación a un mal aún mayor.

  • No ha de ser estimado dichoso el joven, sino el viejo que ha vivido una hermosa vida. Porque el joven, en la flor de su juventud, es frecuentemente sacudido por las veleidades del azar, mientras que el viejo arriba a la vejez como a un puerto, coronando los bienes que antes con zozobra había esperado en el apacible gozo del recuerdo.

  • Si se suprime la vista, el trato y el contacto frecuente, se desvanece la pasión amorosa.

  • El que se olvida de los bienes gozados en el pasado es ya viejo hoy.

  • No hay que violentar la naturaleza sino persuadirla; y la persuadiremos satisfaciendo los deseos necesarios, los naturales siempre que no nos resulten perjudiciales, y rechazando rigurosamente los nocivos.

  • Toda amistad es deseable por sí misma; pero tiene su origen en los beneficios.

  • Los sueños no tienen naturaleza divina ni poder adivinatorio sino que resultan del aflujo de simulacros [imágenes].

  • La pobreza acomodada al fin de la naturaleza es gran riqueza. Por el contrario, la riqueza no sujeta a límites es gran pobreza.

  • Conviene tener en cuenta que tanto el discurso extenso como el breve tienden al mismo fin.

  • En nuestras restantes ocupaciones, una vez cumplidas, recogemos el fruto con no pequeña dificultad. En la filosofía, por el contrario, el placer coincide con el conocer. Pues no se goza después de haber aprendido, sino que gozar y aprender se dan conjuntamente.

  • No se ha de considerar aptos para la amistad ni a los precipitados ni a los indecisos, pues también por amor de la amistad es preciso arriesgar amistad.

  • Yo preferiría proclamar con sinceridad, al investigar lo concerniente a la naturaleza, lo útil para todos los hombres, aunque nadie llegara a comprenderme, que prestar conformidad a las vanas opiniones y recoger el cerrado aplauso dispensado por el vulgo.

  • La veneración del sabio es un gran bien para el que lo venera.

  • Este es el grito de la carne: no tener hambre, no tener sed, no tener frío; quien tenga y espere tener esto, también podría rivalizar con Zeus en felicidad.

  • No necesitamos tanto de la ayuda de nuestros amigos cuanto de la confianza en esa ayuda.

  • No debemos menoscabar lo que ahora tenemos con el deseo de lo que nos falta sino que es preciso tener en cuenta que también lo que ahora tenemos formaba parte de lo que deseábamos.

  • Débil es la naturaleza para el mal, pero no para el bien; en los placeres, en efecto, se conserva, en los dolores, al contrario, se destruye.

  • Muy poca cosa es, de cierto, aquél que encuentra muchos motivos razonables para abandonar la vida.

  • No es verdadero amigo ni el que busca en todo la utilidad, ni el que jamás la une a la amistad. Pues el uno se convierte en tendero de favores con la idea de recompensa y el otro corta de raíz toda buena esperanza para el futuro.

  • El que dice que todo acontece por necesidad nada puede objetar al que niega que todo acontece por necesidad, pues esto mismo afirma que acontece por necesidad.

  • Es preciso reír y, al mismo tiempo, filosofar, cuidar de los asuntos domésticos y mantener las demás relaciones habituales, sin dejar de proclamar jamás las máximas de la recta filosofía.

  • En el mismo tiempo nace y se goza el máximo bien.

  • Codiciar el dinero injustamente es impío; codiciarlo de acuerdo con lo justo, indecoroso. Es vergonzoso, en efecto, atesorar con sordidez, incluso de acuerdo con lo que es justo.

  • Puesto en parangón [comparación] el sabio frente a la necesidad sabe más dar que tomar para sí; tal es el tesoro de autosuficiencia que ha obtenido.

  • El estudio de la naturaleza no forma jactanciosos artífices de la charlatanería ni ostentadores de la cultura por la que pugna la mayoría, sino espíritus independientes, capaces, orgullosos de sus propios bienes y no de los que surgen de las circunstancias.

  • Desterremos completamente de nosotros las malas costumbres como a los hombres malvados que, durante mucho tiempo, nos han causado daños.

  • Esforcémonos en hacer el último camino mejor que el precedente, mientras estemos en camino. Y cuando lleguemos al final, alegrémonos con moderación.

  • La amistad danza en torno a la tierra y, como un heraldo, anuncia a todos nosotros que despertemos para la felicidad.

  • De nadie se ha de sentir envidia. Pues los buenos no lo merecen y los malos, cuanto más afortunados son, tanto más se perjudican a sí mismos.

  • Es necesario no fingir que filosofamos, sino filosofar realmente; no necesitamos, en efecto, aparentar que estamos sanos, sino estarlo verdaderamente.

  • Debemos curar las desgracias presentes con el grato recuerdo de los bienes perdidos y con el reconocimiento de que no es posible hacer que no sea lo acontecido.

  • No sufre más el sabio si es sometido a tortura que si un amigo es sometido, y por él está dispuesto a morir. Porque, si traiciona a su amigo, toda su vida será desconcierto y agitación por causa de su infidelidad.

  • Hemos de liberarnos de la cárcel de los intereses que nos rodean y de la política.

  • No es insaciable el vientre, como suele decir el vulgo, sino la falsa opinión acerca de la ilimitada avidez del vientre.

  • Cada cual deja la vida como si acabara de nacer ahora.

  • Hermosísima es la visión de nuestro prójimo si el primer encuentro implica concordia o al menos produce inclinación hacia ello.

  • Si la ira de los padres para con los hijos está justificada es, sin duda, necio el oponerse y no tratar de obtener el perdón. Si no está justificada, sino que es algo en exceso absurdo, es entonces ridículo que quien en su ánimo tiene la sinrazón recurra a todo lo que va contra la provocación y que quien en su ánimo tiene la sensatez no intente apaciguarlo de otra manera.

  • También la frugalidad tiene su medida; el que no la tiene en cuenta sufre poco más o menos lo mismo que el que desborda todos los límites por su inmoderación.

  • Conviene que nos acompañe, espontáneo, el encomio [ayuda] de los demás, pero nosotros debemos ocuparnos de la salud de nuestras almas.

  • Es absurdo pedir a los dioses lo que cada uno es capaz de procurarse por sí mismo.

  • Compadezcámonos de los amigos, no con lamentaciones sino prestándoles ayuda.

  • Una vida libre no puede adquirir grandes riquezas por no ser cosa fácil de conseguir sin servilismos al vulgo y a los poderosos. Pero esta clase de vida ya posee todos los bienes en continua abundancia y si casualmente obtuviera muchas riquezas, también le sería fácil repartirlas para ganar la benevolencia del prójimo.

  • Nada es suficiente para quien lo suficiente es poco.

  • La ingratitud del alma hace al ser viviente ávido de variar hasta el infinito los alimentos.

  • Nada hagas en tu vida que pueda procurarte temor si fuera conocido por el prójimo.

  • Tenemos que presentar a todos y cada uno de los deseos esta interrogación: ¿qué me sucederá si se realiza lo que mi deseo trata de conseguir? Y ¿qué si no se realiza?

  • El que hayamos padecido algunos dolores en el cuerpo nos ayuda a ser cautelosos frente a sus congéneres.

  • En las discusiones entre quienes aman razonar obtiene más provecho el que resulta inferior por lo que del otro aprende.

  • Ingrata para con los bienes disfrutados en el pasado es la máxima que dice: mira el final de una larga vida.

  • Eres, aun haciéndote viejo, tal como yo recomiendo ser, y has distinguido qué es filosofar para sí mismo y qué para la Hélade [los demás]. Me complazco contigo.

  • El más grande fruto de la autosuficiencia es la libertad.

  • El hombre bien nacido se dedica principalmente a la sabiduría y a la amistad. De éstas, una es bien mortal; la otra, inmortal.

  • El hombre sereno no da molestias ni a sí mismo ni a los demás.

  • En el joven el remedio infalible para su salud es conservar la juventud y estar precavido contra todo lo que por sus exaltados deseos pueda enturbiarla.

  • No libra de la turbación del alma ni produce alegría estimable la mayor riqueza que exista ni el honor y la consideración entre el vulgo ni ninguna otra cosa que guarde relación con causas indeterminadas.

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