CulpaNo necesitamos, una educación represora que nos someta a la continua mortificación de la culpa. Pero eso no significa que hayan de desterrarse los sentimientos de culpabilidad cuando son consecuencia de una infracción cierta, de un acto de maldad objetivo o de la violación flagrante de una norma. La culpa tiene su dimensión positiva en que, bien asumida, actúa como agente autorregulador de la conducta.  El arrepentimiento, el remordimiento, la decisión de no volver a incurrir en los mismos errores cuando se tiene la certeza de haber cometido una mala acción, son excelentes impulsos para la mejora personal.

La responsabilidad sobre los propios actos es necesaria, pero responsabilidad y culpa no siempre son conceptos sustituibles. La culpa nos lleva a sentir ternura o empatía por el otro. Sin ella, quizás, nos convertiríamos en fieras irracionales. Si la agresividad es la emoción que mueve a cambiar el entorno, la culpa patológica es la emoción que consigue que el entorno nos cambie a nosotros, auto agrediéndonos.  Cuando te sientes culpable es porque aún estás tratando de complacer a alguna persona a costa de ti mismo.  Así puede nacer una reacción negativa: agresividad, y una emoción negativa: culpabilidad. Las personas con este sentimiento de culpa se llenan de obligaciones aunque éstas no les correspondan. Son extremadamente escrupulosas y exigentes a la hora de enjuiciarse, y a menudo llegan al autorreproche. La culpa neurótica es la que se da con mucha frecuencia, en grado excesivo y genera sentimientos negativos e inútiles (no nos lleva a tomar decisiones ni a la solución de problemas).  Si crees que este puede ser tu caso, debes reflexionar sobre:

  • Si respondes a un patrón de pensamientos polarizado (lo ves todo blanco o negro), rígido, sobredimensionado o perfeccionista.
  • Si te encuentras en un momento de tu vida en el que se dan circunstancias especiales y con unas necesidades que se ajustan poco a lo real y adaptativo.
  • Si, aún pretendiéndolo, tu comportamiento y decisiones no son coherentes con tus valores.

Si se trata de los dos primeros supuestos, tienes que tener en cuenta que tus códigos no son inamovibles y, por tanto, puedes contextualizarlos, flexibilizarlos e incluso modificar ‘tu’ norma transgredida. La tercera situación se presenta debido a la falta de coherencia con nuestro sistema de valores. En ese caso tendremos que responsabilizarnos de las consecuencias, reparar lo que esté a nuestro alcance, pedir perdón y aprender del error.

NORMAS EN CONFLICTO:

  • En psicología, llamamos normas a los códigos de regulación que nos indican cómo debemos comportarnos con el fin de obtener el máximo de beneficios y evitar el castigo. Hay tres tipos de normas: jurídico-legales, ético-religiosas y sociales.
  • Las normas son aprendidas. Existen porque son útiles para tomar decisiones cuando nos falta información.  Tenemos normas para no complicarnos la vida y maximizar la probabilidad de éxitos.  Pero, a cambio de esto, resulta que estamos obligados a cumplirlas, les damos un valor moral, las convertimos en principios, valores, creencias (…) las normas se tornan dominantes. Son los comportamientos que te exigen a ti y a los demás.
  • Las normas cumplen un objetivo muy claro; facilitarnos decisiones, hacernos la vida más fácil, etc. pero, debido a la variabilidad de nuestra vida, de las situaciones a las que nos vemos expuestos, las normas ya no son muchas veces lo que más nos conviene, generándonos una serie de problemas tales como:
    • Culpa, si nos saltamos la norma.
    • Disminución de la satisfacción, si la incumplimos.
    • Agresividad, si el ‘otro’ no cumple nuestra norma.
  • El objetivo es flexibilizar las normas, hacerlas compatibles con comportamientos diferentes. En vez de estar impuestas desde fuera (a través de la educación), que surjan desde dentro. En vez de dar lugar a comportamientos automáticos, que den lugar a conductas conscientes y flexibles (elegimos cuál es la forma de actuar que más nos beneficia). En vez de ser normas estáticas, que sean dinámicas

IDEAS IRRACIONALES RELACIONADAS:

  • Los ‘yo debería’: son creencias que se generan por expectativas paternas, culturales y sociales y por necesidades de sentirse querido.
  • Omnipotencia: es esa falacia de control consistente en hacernos responsables de muchas más cosas de las que en realidad dependen de nosotros.
  • Personalización: relacionar equivocadamente acontecimientos externos y comportamientos de los demás a factores relacionados con uno mismo.
  • Razonamiento emocional: creer que sentir una emoción es suficiente motivo para explicar algo: ‘si me siento culpable es que está mal lo que he hecho, y por lo tanto soy culpable’.
  • Otros errores:
    • Creer que toda autocrítica es verdadera.
    • Que debe pagar por lo hecho.
    • Que como ha cometido ese error, no debería volver a cometerlo.
    • Creerse mala persona.

Si flexibilizamos estos valores, creencias, normas, seremos más humanos, con derecho a equivocarnos y rectificar y no teniendo emociones tan aversivas como su incumplimiento produce. La perfección no existe, y los deberes que nos esclavizan nos generan emociones negativas y no se adaptan a las diversas situaciones.

 

LA CULPA ES ÚTIL CUANDO                          ES INÚTIL CUANDO

Incita a una acción positiva. Nos impide actuar.
Va acompañada de un sentimiento más desarrollado: justicia, igualdad, generosidad… Conduce a la neurosis o a la depresión.
Ayuda a aceptar la realidad. Es desmedida y se acompaña de miedo o vergüenza.
Nos hace madurar. Es infundada y alienante.
Invita a perdonar y a perdonarnos a nosotros mismos. Nos regodeamos en ella.
Nos hace más conscientes de lo que es la vida. Bloquea nuestras relaciones con los demás.
Nos hace ponernos en el lugar de otra persona. Nos hace ser o actuar de forma distinta a como somos.
Duele por haber hecho daño a otros y lleva a superarse. Sirve para que otros nos utilicen.
 Aunque nos hace sufrir, nos ayuda a crecer. Nos hace sufrir tanto que nos lleva a la autodestrucción.
  • El sentimiento de culpabilidad, más allá de su exceso patológico, es a veces consecuencia justificada de un acto real, del que el sujeto se arrepiente. Si ese sentimiento no aparece tras una acción injusta, podemos decir que la persona carece de conciencia moral. Pero también hay quienes sienten culpabilidad sin que ningún hecho objetivo lo explique, y los argumentos que otros puedan proporcionarles no les sirven para abandonar su certeza. Otros pueden no sentirse culpables conscientemente y, no obstante, su proceder general estar marcado por autocastigos: fracasos, sentimientos, etc.

‘De qué sirve andar buscando culpables.  Ésa no es la tarea. Lo que tenemos que hacer es recordar y comprender’. Günter Grass.

‘Culpar, generalmente, denota un resentimiento que no ha sido resuelto’. Leslie S. Greenberg y Sandra C. Paivio.

Sobre echar la culpa a los demás de nuestros problemas: es más sencillo llevar sandalias que intentar cubrir de cuero todo el camino Dharma Arya Akong Rimpoché.

‘Nos sentimos culpables respecto a alguien porque en realidad, sin confesárnoslo tenemos algo contra él’.    Catherine Dreyfus

‘Adelantarse al deseo del prójimo, reconocer nuestras faltas ante testigos, dos reglas de vida que desculpabilizan.  Si se comete un error, ¿de qué sirve disimularlo?  Que aquel que no cometa un error al día, en pensamiento o en acción, tenga el valor de confesárselo a sí mismo’.  Jerome Camilly y Jacques Normand.

‘No culpemos a nuestros padres.  Todos somos víctimas de otras víctimas y era imposible que ellos nos enseñaran algo que no sabían’. Louise L. Hay.

‘Personalizando las culpas se desconocen y por tanto se encubren las causas reales’.  Basaglia.

‘Debemos denunciar no sólo el remordimiento y la culpabilidad, sino también la meditación de la muerte, la esperanza y hasta la seguridad, que son signos de impotencia’. Spinoza

‘Le había atado de pies y manos con clavos de culpa y de lógica’.  Tom Wolfe.

‘Pertenecemos al populacho en tanto que hacemos recaer la falta sobre los demás; estamos en el camino de la verdad cuando no hacemos responsables a nadie más que a nosotros mismos; pero el sabio no considera a nadie como culpable, ni a sí ni a los demás’. Epicteto.

‘Remordimiento: no deis nunca libre curso al remordimiento, sino deciros a continuación: esto sería añadir una segunda tontería a la primera.  Si se ha hecho el mal, hay que pensar en hacer el bien.  Si se es castigado por una mala acción, hay que sufrir su pena con el sentimiento de que con ello se hace una  cosa buena: se impide, por ejemplo, que los demás caigan en la misma tontería.  Todo malhechor castigado debe considerarse como un bienhechor de la humanidad’. Nietzsche.

‘No creo en la noción de culpables.  El ser humano está tan desarmado ante la vida  que presuponerlo culpable equivale casi a convertirlo en un superhombre’. George Smenon.

No halle culpables, halle remedios.  Henry Ford