Fracaso-pareja2

Para poder amar y tener una relación de pareja saludable es necesario tener cierta confianza en uno mismo, saber quiénes somos y cómo evolucionar.

Pero también hay que:

  • Dar cariño: cualquier momento es bueno para expresar palabras de afecto o admiración.
  • Preocuparse por el otro: cómo le van las cosas, qué le preocupa o ilusiona, qué decisiones podéis tomar juntos, cómo le puedes ayudar… Interésate por tu pareja y ¡a diario!
  • Discutir ‘bien’: sin agredir, ni huir (muy típico de ellos), ni volver 20 veces sobre lo mismo (típico de nosotras).  Sin negar que el problema existe (o asumir la culpa para terminar cuanto antes…).
  • Expresarse (y no ‘tragar’): pero sin agresividad, escuchando lo que te contesta (no queriendo decirlo todo tú), no dando por hecho que el otro tiene mala intención, manifestando algún acuerdo con lo que dice (para ir acercando posiciones), proponiendo salidas, pactándolas, comprometiéndonos a llevarlas a cabo…
  • Inventarse una cita: y eso significa pensar un plan, salir, disfrutar, compartir… y no sólo verse en casa al final del día, agotados y de mal humor. ¿Qué hacíais cuando estabais tan enamorados?
  • Comunicarse mejor: con un lenguaje positivo, sin afirmaciones radicales, sin eludir ningún tema por cobardía o pereza, sin contraatacar (¡y tú más!).
  • Controlar los celos: interpreta lo ocurrido de forma más racional, expresa con calma tus emociones, cultiva tu autoestima (los celos siempre hablan de una autoimagen por los suelos).

SÍNDROME DE DESCONEXIÓN

○    Es un mecanismo de defensa que provoca problemas para conectarse emocionalmente con los demás: el individuo no llega a entablar relaciones intensas ni cercanas con nadie y reduce su grado de compromiso emocional para no sufrir ni desilusionarse. Se separan las ideas o los pensamientos de los sentimientos asociados.

○    Algunos individuos intelectualizan lo que les sucede y explican el aislamiento emocional de manera racional, con lo que intentan despojarlo de importancia y de sentimientos. “Prefiero vivir sola porque mi última experiencia fue desastrosa”, “no tengo amigos muy cercanos, no hace falta”, “después de lo que sufrí, nunca volveré a confiar en nadie” y demás comentarios similares son generalizaciones que obviamente excluyen toda posibilidad de abrirse a relaciones sanas.

○    De hecho, hay estudios médicos que indican que ciertas enfermedades como la depresión, sus síntomas físicos (tales como insomnio y falta de apetito o apetito desmedido) y los problemas que acarrea (entre ellos, mayor posibilidad de sufrir problemas cardíacos) se curan más rápidamente si uno goza de una vida emocional balanceada y satisfactoria. Esto implica compartir, tener relaciones de intimidad y confianza con, al menos, una o dos personas.

○    De hecho, en muchas parejas con problemas que permanecen sin tratar ni resolver, se produce un alejamiento que causa una desconexión emocional hacia el otro. Ya no hay entendimiento ni comunicación profunda. La pareja puede subsistir así, incluso durante mucho tiempo, aunque este estado de desequilibrio, en algún momento, genera que se produzca algún hecho que cambiará la manera de relacionarse de esta pareja.

DESAMOR:

  • Nos quedamos desorientados, nuestra mente no asimila la situación y nos vemos inmersos en la tristeza. Son tantos los peros, los porqués… Tantas preguntas que se quedaron en el tintero, tantos te quiero que no se dijeron…
  • Te das cuenta que todo se resume a nada. Cuando ayer creías tenerlo todo, hoy observas que no queda nada, y no es que pienses que falta una pieza en tu rompecabezas, todo lo contrario, te sientes como la única pieza del puzle, esa que sin todas las demás no tiene utilidad…
  • Sientes que tu mundo se derrumba, los proyectos desaparecen junto con los sueños, y otra vez de nuevo a empezar… Pero estás cansado, decides no seguir jugando a este juego formándote un caparazón, piensas que si nadie más daña tu corazón no habrá lugar al dolor…
  • Crees que ahora estás dominando la situación, si algo no empieza no puede acabar, no quieres sufrir ni tener que volver a decir adiós, el dolor pasado ya se fue, dando paso a lo que creemos que es una situación estable, tranquila, y relajada en nuestra vida… Pero al fin al cabo esto solo ha sido un trayecto que nos vimos obligados a tomar, una simple defensa de nuestro sistema para poder olvidar todo, un camino y unos pasos que creíamos que teníamos que dar, para al final sin percatarnos, dar inicio a un nuevo comenzar…

DIFERENCIAS ENTRE HOMBRES Y MUJERES

La forma en la que los individuos viven este particular ‘duelo’ dependerá de muchos factores y, también, de si es hombre o mujer. Por ejemplo, los hombres tienen más posibilidades de recurrir al alcohol para ahogar sus penas, tienen cuatro veces más riesgo de suicidarse y espían y amenazan a sus ex parejas con mayor frecuencia. Y tampoco son muy propensos a hacer públicos sus sentimientos.

Por su parte, las mujeres tienen más riesgo de depresión, lloran más que los hombres y suelen perder más peso y dormir peor que ellos. Sin embargo, son muy amigas de contar todo lo que están sintiendo a su círculo más cercano. Pero, a pesar de todo y aunque quienes estén viviendo esta etapa piensen que nunca van a salir del pozo, se equivocan. La mayoría de la gente se recupera antes o después de una ruptura y se vuelve a enamorar sin problemas.

CLAVES RELATIVAS AL DESENGAÑO AMOROSO:

  • El síndrome de abstinencia: se produce cuando la persona amada se hace inaccesible momentánea o definitivamente, desde el punto de vista geográfico y/o afectivo. Impide la concentración en algo que no sea la persona que amas. Es el síntoma que se siente con más intensidad física. Por este motivo recibe el mismo nombre que el estado de los toxicómanos privados de la sustancia adictiva. Puede provocar ansiedad, insomnio, trastorno del apetito y dificultad de concentración. Impide que la persona experimente placer en actividades que antes le resultaban agradables. Puede llegar a auténticas máximas de dolor, cuya intensidad hace temer las horas siguientes: ‘¿cómo aguantaré  hasta esta noche, hasta mañana y hasta el resto de mi vida?’.
  • La culpa: consiste en atribuirse la responsabilidad por al pérdida del ser amado y en reprocharse actos y palabras que han podido contribuir a ello: ‘¿cómo pude mostrarme tan inaccesible cuando él / ella necesitaba mi ayuda? ¿Cómo puedo ser tan desagradable cuando él / ella hacía lo posible por ponerme de buen humor?’. En los recuerdos del pasado, la otra persona es un ángel; sólo nos da muestras de ternura, honestidad y generosidad, mientras que nosotros somos los insensibles y egoístas ajenos a su felicidad. Los pensamientos de culpabilidad pueden llevar a escribir largas cartas basadas en remordimientos y promesas de amor incondicional.
  • La ira: los reproches se dirigen a quien nos ha abandonado, porque consideramos que se ha comportado de forma indigna con nosotros. El traídor se nos aparece en recuerdos como el diablo; un ser maligno, fútil e ingrato a quien desearíamos ver tan sólo para mostrarle nuestro tremendo enfado. Se manifiesta en forma de ataques de ira contenida, fundamentados en los recuerdos de los errores de la otra persona. Varios indicios nos llevan a conjeturar que, antes de abandonarnos, seguramente ya se veía con otra persona desde una fecha que nos esmeramos en descubrir con empeño. Cavilamos sobre sus ‘ruines’ intenciones.  Nos viene a la memoria, que poco antes de dejarnos, nos había jurado amor eterno. Está claro que nos había mentido o había demostrado una vil y aberrante hipocresía.
  • La desvalorización de uno mismo: perdemos gran parte de nuestra autoestima como consecuencia de la pérdida de nuestro amor, pues pensamos: ‘¿no es ésa la prueba de que soy poco atractivo?’. Ahora que nos hemos quedado sin nuestro amor, todas nuestras debilidades, que llegábamos a olvidar o relativizar, nos parecen defectos insuperables. Nos convencemos de que estamos predestinados a la soledad o, como mucho, a tener romances o escarceos que tan sólo conseguirán que echemos de menos, por siempre jamás, al verdadero amor.
  • El miedo: sentimos miedo al vacío eterno. Creemos que el resto de nuestra vida tan sólo será un cúmulo de tiempo ausente de emociones, pues, al ser abandonados por nuestro amor, hemos dejado de sentir con la intensidad que lo hacíamos antes. Los demás componentes del desengaño amoroso han ido desapareciendo gradualmente, como suele suceder con los toxicómanos que llevan suficiente tiempo de abstinencia. Revivimos recuerdos de un pasado feliz. En determinados momentos, tal vez una música, un lugar, un olor, nos reavivarán el recuerdo de la persona amada.

CLAVES PARA SOBRELLEVAR LA RUPTURA. Revista Psicología práctica, número 70:

  • Permitido:
    • Llorar: no te reprimas, dale rienda suelta al llanto, a la rabia, a la cólera (hasta cierto punto, claro) o se presentarán en el momento más inoportuno y sin motivo aparente.
    • Apoyarte en los demás.
    • Recordar lo malo: repasar sus carencias te puede ayudar a no idealizarle ahora que ya no está. Ponte a relativizar la pérdida.
    • Expresarte: no te guardes tu dolor: tu madre… tus amigos…
    • Cambiar de chip: puedes hacer un viajecito, múdate a otra casa, matricularte en un curso de pintura…
    • Eludir sitios comunes y amigos comunes.
    • Salir a tu aire. Disfrutar de tu libertad.
    • Darle tiempo al tiempo: como los alcohólicos que se felicitan por pasar un día más sin beber, así tendrás que reforzarte tú por acordarte cada vez menos de él.
  • Prohibido:
    • Seguir llamándole.
    • Idealizar la relación: alguna virtud tenía que tener, pero no desequilibres tus recuerdos olvidando lo que no funcionaba.
    • Anclarte en lo que pudo haber sido.
    • Recrearte en el dolor.
    • No saber estar solo.
    • Convertirte en una plasta: que si a este sitio venía yo con él/ella… que si él/ella siempre decía…terminarás hartando a los tuyos.
    • Precipitarte en una nueva relación: sacar un clavo con otro clavo no es una buena idea… y no caigas en la venganza: el resto de los hombres/mujeres no tienen la culpa de que tu ex fuera como es.