Sensación y experiencia

Sensación y experienciaEl experimentar [no entra el pensar] y la experiencia [el pensamiento ‘adorna’ lo sucedido] son dos cosas diferentes, y eso debería quedar absolutamente claro.  En el experimentar no existen el experimentador [el yo] y la experiencia; sólo hay un estado de experimentar.  Pero, después de experimentar, buscamos las sensaciones de ese experimentar, las anhelamos, y desde ese deseo surge la idea [elaborada por la mente y finalmente deseo repetir o evitar esa experiencia].  Digamos, por ejemplo, que uno ha tenido una experiencia placentera.  Ya pasó, y uno la añora [vuelve sobre ella y la elabora mentalmente].  O sea, añora la sensación, no el estado de experimentar, y la sensación crea ideas, ideas basadas en el placer y el dolor, en la evitación y la aceptación, en la abnegación y la continuación (16).

Tan sólo tenemos sensaciones, y las sensaciones no son el experimentar (16).

Nos aferramos a la sensación, no a la experiencia, porque en el instante de la experiencia no existen ni el experimentador ni lo experimentado; sólo hay un experimentar (16).

Mientras la mente se adhiera a cualquier forma de experiencia, forzosamente caerá presa de la ilusión, porque entonces es el residuo o el recuerdo de la experiencia lo que adquiere suprema significación para la mente.  Lo que se recuerda es la sensación de la experiencia.  Si la sensación es dolorosa, se la rehúye; si es agradable, se la retiene.  Así, pues, mientras la mente se adhiera a alguna experiencia llamada espiritual, mientras viva en torno a la sensación de esa experiencia e incorpore todo eso a su propia existencia, forzosamente caerá en la red de la ilusión (63).

Un motivo por el que estas observaciones no indujeron a los filósofos griegos a cuestionar seriamente el orden de perfección creciente, fue que ellos generalmente consideraban la razón como el valor supremo, mientras que los sentidos eran vistos como tendiendo a ser inciertos y engañosos.  Hacia finales de la Edad Media, surgió un enfoque nuevo y revolucionario, señalado primeramente por Roger Bacon [Bacon, Roger (1214-1292).  Filósofo escolástico, llamado el ‘doctor admirable’, perteneciente a la orden franciscana, maestro en Oxford], quien sugirió que a la observación y a la experiencia (más tarde extendido esto a la experimentación) había que darles un valor al menos tan elevado como a la facultad de la razón.  David Bohm (17).

La satisfacción, en cualquier nivel, es sensación.  Nos esforzamos en obtener mayores y más sutiles variedades de sensaciones, que una vez llamamos experiencias, otras, conocimiento, o amor, o la búsqueda de Dios o de la verdad; y hay la sensación de ser recto, o de ser el eficaz agente de una ideología.  El esfuerzo es para obtener satisfacción, que es sensación.  Habéis encontrado placer en un nivel, y ahora lo buscáis en otro; y cuando lo habéis encontrado allí, os trasladáis a otro nivel, y así seguís la marcha (46).