MIércoles, 13 de Noviembre de 2019

RELACIÓN:

El hombre es un lobo para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro. Plauto.

Las acciones de los individuos se ven muy afectados por sus sentimientos morales y las pasiones, pero siendo éstas antagónicas a las pasiones y los sentimientos de otras personas, se equilibran con ellos, por lo que su efecto en los asuntos humanos… considerados en su conjunto, se dejan para ser regulados por el pleno conocimiento de que la humanidad está poseído.  Henry Thomas Buckle.

El vivir con la misma gente toda la vida, todo el tiempo y peor en el caso de la pareja, el mantener una relación amorosa / sexual con la misma persona toda la vida condenaba a los envueltos en ella a la monotonía y al aburrimiento así como al conformismo y evitaba un mayor desarrollo de la personalidad que hubiera sido posible en relaciones más múltiples de diversa duración. Charles Fourier.

Los individuos desean la realización de los deseos, pero se reprimen y recurren a la moral para autojustificarse y reprimir a los que sí quieren perseguir sus deseos [pasiones].​ Charles Fourier.

Personas con Defecto intelectual nacido de una causa moral: su imprudencia suele atraer sobre sí amargos disgustos, cuando no desgracias; y entonces, abatidos por la adversidad y enseñados por experiencia dolorosa, suelen tener lúcidos intervalos, de que puede aprovecharse un amigo sincero para hacerles oír los consejos de una razón juiciosa. Por lo demás, cuando una realidad cruel no ha venido todavía a desengañarles, cuando en sus accesos de sinrazón se entregan sin medida a la vanidad de sus proyectos, no suele haber otro medio para resistirles que callar, y con los brazos cruzados y meneando la cabeza, sufrir con estoica impasibilidad la impetuosa avenida de sus proposiciones aventuradas, de sus raciocinios incoherentes, de sus planes descabellados. Y por cierto que esa impasibilidad no deja de producir de vez en cuando saludables efectos, porque el deseo de disputar cesa cuando no hay quien replique; no cabe oposición cuando nadie sostiene nada; no hay defensa cuando nadie ataca. Así, no es raro ver a esos hombres volver en sí a poco rato de abrumar con su locuacidad a quien no les contesta; y, amonestados por la elocuencia del silencio, excusarse de su molesta petulancia.  Son almas inquietas y ardientes, que viven de contradecir y que, a su vez, necesitan contradicción; cuando no la hay, cesa la pugna; y si se empeñan en comprenderla, bien pronto se fastidian cuando notan que, lejos de habérselas con un enemigo resuelto a pelear, se ceban en quien se ha entregado como víctima en las aras de una verbosidad importuna. Jaime Balmes.

Conocimiento general: este conocimiento no está organizado en forma declarativa, sino en forma procedimental, por lo que no es de esperar que las distintas personas puedan articularlo de modo explícito, pero sí que incida de modo implícito en el desempeño mentalizador que tiene lugar en las relaciones interpersonales. P. Fonagy.

La experiencia muestra que cuanto mayor conocimiento tenemos de una persona, mayor es nuestra capacidad para entender su comportamiento en términos de sus estados mentales y su modo de funcionamiento mental. P. Fonagy.

De todos los elementos que conforman el subtexto de una persona, ninguno es tan íntimo como el tacto. Si se emplea correctamente, el tacto puede derribar barreras, borrar enfados y crear un sentimiento de confianza y calor humano. Si se usa sin sabiduría, puede erigir barreras, causar fastidio y enfado, y traicionar tanto la fe como la confianza. Julius Fast.

El contacto demasiado prematuro o intenso o en el sitio inapropiado puede tener efectos devastadores. Julius Fast.

Su ostensible indiferencia es una forma sutil de hacerme sentir incómodo. Cristina Peri Rossi.

Todo el mundo tiene historia, es un sumidero de detritos, es un museo. Todo el mundo conserva la belleza y el horror del mundo. A ser el espejo en el que el otro se refleja, o en el que el otro se refracta. De Cristina Peri Rossi.

Sólo el lirismo secreto, inconfesable. (…) La obscenidad es pública (…), ya no produce ni excitación ni sorpresa. De Cristina Peri Rossi.

La distancia entre ambos era una suerte de espacio variable, que disminuía o aumentaba según los estados de ánimo de Ana. A veces dependía de una palabra a tiempo, pero que él había pronunciado al azar, sin descubrir nunca cuál había sido su oportunidad. A veces dependía, en cambio, de un silencio frío y transparente, un cristal entre los dos. De Cristina Peri Rossi.

Uno se iba familiarizando con los seres y las cosas, con los objetos, hasta vivir en una vaga atmósfera indefinida de presencias conocidas y contornos poco nítidos. (…) Hubo que tratar de deshabituarse a los objetos, desacostumbrarse a ellos, para poder apreciar –con mirada de censor- sus virtudes y sus defectos, pero, especialmente, para saber si eran peligrosos o no. De Cristina Peri Rossi.

Nos es más fácil permitir una transgresión a la enredadera del balcón (que ya trepa por la ventana) que al visitante que ha osado permanecer media hora de más en nuestra casa. De Cristina Peri Rossi.

El rumor permanente de la civilización. Tengo la costumbre de volverme cuando alguien habla a mis espaldas. De Cristina Peri Rossi.

Nuestro trato convencional con los seres que nos rodean es con frecuencia desatento, ritual, poco sensible. Entre cada uno de nosotros y los demás se erige una montaña de objetos que nos separan, ofician como verdaderos tabiques que nos condenan a la soledad, tumba y oasis de nuestras aspiraciones. A menudo hasta la taza de té que ofrecemos al visitante es, al mismo tiempo que un gesto de cortesía, una forma distanciadora de señalar nuestros respectivos espacios. De Cristina Peri Rossi.

Me pareció completamente injusto que alguien pudiera decretar la inexistencia de mis cartas sólo porque yo no las había recibido aún, a pesar de mi firme voluntad de leerlas y del tesón que ponía en encontrarlas. De Cristina Peri Rossi.

Sostenía que cada criatura tenía su espacio propio –la tierra, el aire, el agua- (…): aseguraba que sólo las manipulaciones a las que sometemos nuestro instinto cambian esa inclinación; de ahí que seres terrestres padezcan en los vuelos de avión, seres aéreos sufran en los barcos y los hombres de mar se mareen en las ciudades. De Cristina Peri Rossi.

Aquello era también una enseñanza del país: no hacer nunca preguntas ni mirar de frente.  Graham Greene.

Como no hay caminos sin repechos, no hay suerte sin desgracias, y vino a suceder que abogados procuradores, jueces de paz, curanderos, médicos y todos los que son autoridad y viven de la desgracia y vicios de la gente, comenzaron a ponerse charcones [flacos] de hambre y fueron muriendo. Ricardo Güiraldes.

Don Segundo nos dejaba caer, así, en un reino de ficción. Íbamos a vivir en el hilo de un relato.  De Ricardo Güiraldes.

Esa nerviosidad del gaucho que, cuando anda entre gente, parece como si sintiera que le sobra la vida.  De Ricardo Güiraldes.

En la voluntad de matar que ya estaba en nosotros, nacía el sentimiento de una amistad fuerte. Dos hombres suelen salir de un peligro tuteándose, como una pareja después del abrazo. Ricardo Güiraldes.

Ahí quedamos todos un rato, como pan que no se vende.  Ricardo Güiraldes.

Como acción, amaba sobre todo el andar perpetuo; como conversación, el soliloquio. Ricardo Güiraldes.

Era un espíritu anárquico y solitario, a quien la sociedad continuada de los hombres concluía por infligir un invariable cansancio.  De Ricardo Güiraldes.

Una cosa es cantar solo y otra cosa es con guitarra.  De Ricardo Güiraldes.

Al principio sufrió por esa frialdad aparente que había adoptado la forma, tan desagradable, de la camaradería. Anna Gavalda.

Los castillos son siempre más conmovedores que sus dueños… De Anna Gavalda.

La conversación ha vuelto a ganar cuerpo, un cuerpo hecho de sensatez y estupidez bienintencionada. Anna Gavalda.

Hay personas sólidas y personas traslúcidas. Las primeras están formadas por una materia que no favorece las confusiones. (…) Con su presencia llenan el espacio en el que se encuentran. (…) Resulta inevitable referirse a ellas en una conversación. María  de la Pau Janer.

En Mallorca dicen que el tiempo que transcurre en la mesa no cuenta. La conversación y los ágapes suculentos tienen el poder mágico de conjurar el paso del tiempo y detenerlo. Por eso nadie envejece en la mesa. María  de la Pau Janer.

Ella es como los pajarillos de vuelo breve. Se cansa en seguida de todo. María  de la Pau Janer.

Si no se pudiera hablar respecto a lo que atañe a los demás, el mundo sería un lugar deprimente y peligroso. Piensa en lo que hizo Josif Stalin. Haruki Murakami.

Y en el territorio anónimo que se encuentra en la prolongación del pensamiento concibo un sueño: un feto ciego llamado comprensión flota en un líqudo amniótico opresivo y vacío llamado incomprensión. Haruki Murakami.

Con eso basta. Estamos mirando la misma luna del mismo mundo. Estamos ligados a la realidad por una sola línea. Haruki Murakami.

A la gente se le olvida (…) que el aroma de una flor, de una rosa, por ejemplo, es lo que apreciamos más nosotros los humanos, pero para la rosa ese olor es su basura, su manera de sacarse de adentro lo que no necesita. Es así como crece la rosa, igual que nosotros, saben, deshaciéndonos de lo que no nos hace falta. El sudor, la saliva, otras cosas. Los sueños durante la noche. Si no amas la basura de la gente, no vas a entenderla nunca, es una manera de conocer lo que llevan adentro, lo que esconden, a través de los desperdicios que echan de sus hogares o de sus cuerpos o de sus mentes.  Ariel Dorfman.

El paisaje es la ausencia de las personas que lo habitan. Ricardo Menéndez Salmón.

Así como el sexo derriba todas la barreras que el lenguaje levanta en la vigilia, así la inminencia de la muerte contamina el ambiente. (…) quizá, en realidad la muerte apenas sea eso: la prueba que derriba todos los convencionalismos. Ricardo Menéndez Salmón.

El visitante había dejado de existir para él, olvidado como un mal presagio o como una polilla que gira en torno a su tumba de cuarenta vatios. Ricardo Menéndez Salmón.

 

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