Miércoles, 1 de Abril de 2020

EPITAFIOS:

La palabra epitafio viene del griego ἐπιτάφιος (epitaphius) formada de ἐπί (epi = sobre) y τάφος (taphos = tumba). Se refiere a la inscripción que se pone sobre la tumba. Unas palabras parecidas son epígrafe (resumen escrito (grafe) que se pone antes de una obra) y epigrafía (ciencia que estudia inscripciones).

El verdadero epitafio para un muerto es un tardío suspiro de pesar. F. Nietzsche.

Cada poema un epitafio. T. S. Eliot.

Pues bien, nos las hemos apañado. Arthur Schopenhauer (escrito en papel antes de morir).

Dio poderoso impulso al espíritu humano, y nos preparó para la libertad. En la tumba de Voltaire.

Detente, viajero. Aquí yace John Locke. Si te preguntas qué clase de hombre era, él mismo te diría que alguien contento con su medianía. Alguien que, aunque no fue tan lejos en las ciencias, sólo buscó la verdad. Esto lo sabrás por sus escritos. De lo que él deja, ellos te informarán más fielmente que los sospechosos elogios de los epitafios. Virtudes, si las tuvo, no tanto como para alabarlo ni para que lo pongas de ejemplo. Vicios, algunos con los que fue enterrado. Si buscas un ejemplo que seguir, en los Evangelios lo encuentras; si uno de vicio, ojalá en ninguna parte; si uno de que la mortalidad te sea de provecho, aquí y por doquier.

Que nació el 29 de agosto del año de Nuestro Señor de 1632,

y que falleció el 28 de octubre del año de Nuestro Señor de 1704,

este epitafio, el cual también perecerá pronto, es un registro.

Se tomó la molestia. Willy Brandt.

La lápida que cubre su tumba en el cementerio de Meersburg reza «vom Menschensein erlöst» («Liberado de ser hombre»). Fritz Mauthner.

Bendito sea el hombre en cuya tumba se pueda escribir aquí no yace nadie. Coomaraswamy.

Epitafio: Sed non omnis: no todo entero.

Epitafio: en la ancianidad, voluble y estrafalario.

Bajo el cielo azul, grande y estrellado cavar mi tumba para ser enterrado. Viví feliz y feliz morí. Respetar mi voluntad. Estos versos en mi tumba colocar.  Aquí yazgo donde deseaba estar. He vuelto al hogar, desde el mar.  Ahora sólo quiero descansar.  Película No eran imprescindibles.

Mantua me engendró; los calabreses me llevaron; hoy me tiene Parténope (Nápoles). Canté a los pastos, a los campos, a los caudillos. Epitafio. Virgilio.

Él no era nada… cuando no ambivalente. Leslie Fiedler, crítico literario, proponiendo su propio epitafio.

Las lágrimas más amargas derramadas sobre nuestras tumbas son por las palabras nunca dichas y las obras inacabadas. H. B. Stowe.

Aquí yace boca arriba uno que cayó de bruces muchas veces en la vida. Antonio Espina.

El epitafio es la última tarjeta de visita que se hace el hombre. Ramón Gómez de la Serna.

 

Hermanos humanos que después de nosotros viven,

No soporten los cantos contra nosotros,

Porque, en piedad de nosotros,

Dios tendrá más de ti.

Francois Villon.

Duda de todo. Encuentra tu propia luz.  Buda.  Últimas palabras, según la tradición Theravada.

Los que me conocen saben quién fui y los demás no necesitan saberlo. Gustav Mahler.

Aquí descansa Sir Isaac Newton, caballero que con fuerza mental casi divina demostró el primero, con su resplandeciente matemática, los movimientos y las figuras de los planetas, los senderos de los cometas y el flujo y reflejo del Océano. Investigó cuidadosamente las diferentes refrangilidades de los  rayos de luz y las propiedades de los colores originados por aquellos. Intérprete, laborioso, sagaz y fiel de la Naturaleza, Antigüedad y de la Santa Escritura defendió en su Filosofía la Majestad del Todopoderoso y manifestó en su conducta la sencillez del Evangelio. Dad gracias, mortales, al que ha existido así, y tan grandemente como adorno de la raza humana. Nació el 25 de diciembre de 1642; falleció el 20 de marzo de 1727’. Epitafio de Isaac Newton.

Aquí nace Isabel, que reinó virgen y murió virgen. Epitafio de la reina Isabel I de Inglaterra.

No es que yo fuera superior. Es que los demás eran inferiores. Epitafio de Orson Welles.

Desde aquí no se me ocurre ninguna fuga. Epitafio de Joham Sebastian Bach.

Si no viví más fue porque no me dio tiempo. Epitafio del Marques de Sade.

Esto es lo que les pasa a los chicos malos, epitafio de Alfred Hitchcock.

Al morir échenme a los lobos, ya estoy acostumbrado, epitafio de Diógenes.

Aquí yace Molière el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace bien. Epitafio de Molière.

Aquí reposan los restos de un ser que poseyó la belleza sin la vanidad, la fuerza sin la insolencia, el valor sin la ferocidad, y todas las virtudes de un hombre sin sus vicios.  Epitafio de Lord Byron (dedicado a su perro Botswain).

Jesús mío, misericordia. Epitafio de Al Capone.

Qué artista muere conmigo. Epitafio de Nerón.

A Groucho Marx se le atribuye el epitafio de su suegra: ¡RIP, RIP HURRA!

A Ana Wallace. Los hijos de Israel querían pan y el Señor les envió el maná. El viejo dependiente Wallace quería mujer y el Diablo le envió a Ana. Epitafio en una tumba de Nueva York.

Si queréis los mayores elogios, moriros. Epitafio que aparece en el nicho  de Enrique Jardiel Poncela.

 

Viajero que en mi tumba por azar te has detenido

anota mi ciudad; di a mis amigos

que aquí estoy enterrado, pues me extraña

que si lo saben, ninguno haya venido.

Gabriel Celaya.

Hay personas que viven únicamente por un bonito epitafio. H. M. de Montherlant.

Más os valiera un mal epitafio después de muerte que un mal dictamen en vida. Película Hamlet (1948).

 

El sueño tras el esfuerzo,

tras la tempestad el puerto,

el reposo tras la guerra,

la muerte tras la vida harto complacen.

Edmund Spenser (en lápida de Joseph Conrad).

 

Aquí yace el general Ferreira. Transeúnte, pasa tranquilo. ¡Está muerto!

Ésta es la verdadera piedra filosofal. Thomas Hobbes en su lápida.

Epitafios. Jesús Callejo. Revista CNR: 

  • Caminante, no llores mi muerte. Si yo viviese tu habrías muerto. Robespierre.

  • Aquí yace José II, que fue desgraciado en todas sus empresas. Emperador de Austria. Compuso este epitafio antes de fallecer a los 49 años de edad, el 20 de febrero de 1790.

  • El epitafio es la última tarjeta de visita que se hace el hombre. Ramón Gómez de la Serna en una de sus greguerías.

  • Aquí reposa un hombre que hizo fortuna por haber tenido inteligencia para servirse de hombres más inteligentes que él. D. Carnegie.

  • Aquí Fray Diego reposa / Jamás hizo otra cosa (de una recopilación de epitafios que hizo Martínez de la Rosa).

  • El obispo de Londres, Louis Barbier, célebre por su buen humor, no quiso que en la lectura de su testamento nadie estuviese triste, y entre otras cláusulas, contenía este artículo: ‘lego cien escudos al que haga mi epitafio’, lo que motivó una divertida competencia en la que el poeta La Mennoye triunfó con el siguiente.

 

Aquí yace un gran personaje

Que fue de muy ilustre linaje

Que poseyó mil virtudes

Que jamás engañó, que siempre fue prudente…

Y ya no diré más

Porque sería mentir demasiado por cien ducados.

Se asegura que sus últimas palabras fueron: ‘he vivido como un filósofo, pero muero como un cristiano. Giacomo Casanova.

Mi epitafio es mi vida. Confucio.

 

Muerto ya, quien me llora en vano espera

Dando llanto a mis huesos y sepulcro,

Regresarme como árbol seco al fruto:

Un cadáver no alcanza primavera

Miguel Ángel Buonarroti, Epitafios. Sobre Francesco Bracci (‘Cecchino’), muerto en el año 1544 a la edad de quince años.

Si me pusiera a buscar un epitafio podría decir: vivió tantos años y, nunca supo quién era. Boris Izaguirre.

A Conrad Hilton, fundador de la cadena de hoteles con su nombre, le pidieron que dijera unas palabras finales para sus empleados: ‘¡la cortina de la ducha hay que ponerla por el lado de dentro de la bañera!

El aristócrata Henri de Xavière, guillotinado durante la Revolución Francesa, en el patíbulo le ofrecieron un último vaso de vino, y él lo rechazó: cuando he bebido pierdo fácilmente mi sentido de la orientación.

Cuando fueron a buscar a Luis XVI a la cárcel de la Bastilla para llevarlo a la guillotina, terminó el capítulo del libro que estaba leyendo y luego dobló el pico de la hoja, para marcar por dónde iba.  Una voluntad de vivir conmovedora y ciega que, a fin de cuentas, es la misma que todos usamos cada día para creernos eternos. Rosa Montero.

Únicamente una persona me entendió una vez… e incluso ésta no fue a mí a quien entendió. Hegel.

El poeta Heine, que había llevado una vida licenciosa, fue preguntado en su agonía si no temía el castigo divino: Dios me perdonará; es su profesión.

 

Un sopor selló mi espíritu;

Yo no tenía temores

Humanos;

Ella parecía algo que no

Puede sentir

El paso de los años terrenales.

Ya no tiene movimiento

Ni fuerza;

No oye ni ve;

Confundida en el curso diario

De la tierra

Con rocas, piedras y árboles.

Poema epitafio de William Wordsworth (incluido en Poemas a Lucy).

 

MÁS RAZONES PARA NO ASPIRAR A SER UN GRAN HOMBRE.  Javier Cercas:

  • ¿Cómo se llaman esas personas que creen que todo el mundo las persigue?’, pregunta un personaje de Woody Allen. ‘Perspicaces’, contesta otro.

  • Fuld lamenta que, después de haberse pasado años buscando una palabra que fuera un digno colofón a su vida, a Walt Whitman sólo se le ocurriera ésta: ¡mierda! A mí me parece, en cambio, que ése es un modo razonabilísimo de despedirse del mundo, sobre todo si como Whitman, uno se ha dedicado a cantar en versos memorables la plenitud radiante de la vida.

  • Siempre habíamos creído, porque nos lo trasmitieron sus acólitos, que Goethe murió pidiendo ‘¡luz, más luz’!, como si su obra aclamadísima no hubiera arrojado ya la suficiente sobre su siglo: pero ahora resulta que lo último que dijo se lo dijo a su nuera Ottilie, y fue también una tontería, pero al menos una tontería afectuosa: ‘¡mujercita, mujercita, dame tu querida patita!’.

  • Ha llegado la hora de abandonar tu prisión y desprenderte de las cadenas de la muerte. ¡Mucha suerte!’ Descartes (que creía que el cuerpo y el alma eran entidades separadas).

  • Cuando Karl Marx fue requerido por un amigo para que legase una última frase a la posterioridad lo mandó a la mierda: ‘¡fuera! ¡Las últimas palabras son cosa de tontos que no han dicho lo suficiente mientras vivían!’.

  • Casi sin excepción, los únicos que se atreven a hacer chistes son delincuentes, asesinos, pistoleros, espías y en general, gentes poco recomendables: a punto de morir, el asesino ruso Vladimir Keroukian fue instado a abjurar del demonio por un clérigo, a quien contestó: ‘no es el mejor momento para hacerse enemigos’; y antes de tomar asiento en la silla eléctrica, Jimmy Glass opinó: ‘hoy me hubiera gustado más ir a pescar’.

  • La réplica que el general Narváez le dio al sacerdote que, antes de morir, le aconsejó que perdonase a sus enemigos: ‘no es necesario’, contestó, ‘los he hecho matar a todos’.

Mi verdadero epitafio, si lo hay, será ‘murió vivo’: más corto, imposible. No habiendo dado el coñazo en vida, no pienso darlo muerto.  Antonio Gala.

Epitafio: solía pensar que sería: ‘aquí yace Paul Newman, cuya carrera terminó cuando sus ojos se apagaron’. Pero he cambiado de idea y el definitivo está por escribirse.

El gran arte sabe que tiene que servir a la existencia, como decía Esquilo, que hizo que en su tumba se pusiera simplemente que había luchado con valor en Maratón. Claudio Magris.

¿Para qué mentir a los vivos con el fin de honrar a los muertos? ¿Para qué atribuirles falsamente a estos, en los elogios académicos, cualidades que deberían haber tenido, y atribuírselas en un grado tal que no puede oír sin reírse quien conoció al elogiado?  En vez de decir, con Chamfort: miente como un epitafio,  pronto se dirá: miente como un elogio académico. Arthur Schopenhauer.

Las oraciones fúnebres más brillantes, incluyendo sus enumeraciones de éxitos, no pueden ocultar la verdadera pregunta, que no deberíamos eludir: ¿estábamos o estamos realmente vivos?  ¿Vivimos o somos vividos? Erich Fromm.

Si Mister Selwyn llama de nuevo, la situación se presentará así: si estoy vivo, me encantará verle.  Si estoy muerto, le encantará verme.  Lord Holland.

En este mundo no hay nada tan cierto como la muerte y los impuestos. Benjamín Franklin

Muy bien, por fin lo diré: Dante me pone enfermo.  Lope de Vega

Un emperador debe morir de pie.  Tito Flavio Vespasiano

Uno sólo se muere una vez, ¡pero es para mucho tiempo! Molière.

No podrían dar ni a un elefante a esta distancia.  John Sedwick 1824-1864 soldado norteamericano, justo antes de ser herido de muerte en la Guerra de Secesión.

No lo sé, señor, es la primera vez que me ejecutan.  Maximilano de Habsburgo 1832-1867 emperador de México, respondiendo a su verdugo cuando le preguntó si el toque de trompeta que había escuchado era la señal de ejecución.

Mi trabajo está hecho ¿A qué esperar?  George Eastman (en su nota de suicidio).

Uno de nosotros debe irse. Oscar Wilde 1854-1900 dramaturgo irlandés, refiriéndose al papel de la pared de la habitación en la que estaba muriendo.

¿Morir, querido doctor?  Eso es lo último que yo haría…Lord Palmerston.

Prometer a alguien una mención en el testamento y luego no morirse en el plazo correspondiente ya casi raya en la provocación. Samuel Butler.

No esperes de tu pasado herencia o lección/ más que si de él te despegas sin queja.  Gábor Garai.

Quien ha perdido sus bienes puede decir: mis parientes han muerto.  August von Kotzebue.

De mi obra no quedarán más que unas ruinas difusas, quizá unos ejemplares signos para que algún arqueólogo escénico chiflado intente hacer restauraciones. Albert Boadella.

Ningún legado es tan rico como la honestidad.  William Shakespeare.

Los hombres olvidan antes la muerte de su padre que la pérdida del patrimonio. Niccolo Maquiavelo.

Y tanto más debéis evitar la guerra por lo que los reinos, Estados y señoríos que heredaste son y quedan muy cansados, gastados y trabajados de las guerras pasadas, a las cuales he sido forzado siempre por la defensión de ellos… Es mucho menester que descansen cuanto fuere posible, y ansí os lo encomiendo.  Testamento de Carlos V.

Como, a causa de la debilidad y el dolor de la enfermedad, no me encuentro con fuerzas para hablar, declaro brevemente a mis hermanos mi voluntad en estas palabras: que, en señal del recuerdo de mi bendición y de mi testamento, se amen siempre mutuamente. San Francisco de Asís.

Come a gusto y placentero, y que ayune tu heredero.  Refrán popular.

Nadie recordaría al buen samaritano si hubiera tenido tan sólo buenas intenciones.  También tenía dinero.  Margaret Thatcher.

Siempre hay tiempo para enviar la palabra, pero no para volverla. / Hase de hablar como en testamento que, a menos palabras, menos pleitos.  Baltasar Gracián.

El deudor honorable es aquel que burla a sus herederos y nunca a sus acreedores.  André Kostolany.

La vejez nos arrebata lo que hemos heredado y nos da lo que hemos merecido.  Gerald Brenan.

La gente inteligente desea dejar un legado.  No quiere que su inteligencia muera cuando su cuerpo inevitablemente lo haga.  Debe, pues, ordenar sus ideas para la posteridad. Henry C. Everett.

Solamente dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas. Hodding Carter.

Tus nietos recogerán los frutos. Publio Virgilio Marón.

Ruego a mis herederos que coleccionen mis discursos, artículos, circulares, prólogos de libros, etc… para que sirvan de pieza de justificación cuando se discuta este periodo de la política. José Antoni Primo de Rivera.

Y en lo que toca a la consolación de Sancho Panza mi escudero (…) que en mi testamento, que ya está hecho, dejo declarado lo que se le ha de dar, no conforme a sus muchos y buenos servicios, sino a la posibilidad mía.  Miguel de Cervantes.

¡Qué presto se consolaron los vivos de quien murió! Y más cuando el tal difunto mucha hacienda les dejó. Pedro Calderón de la Barca.

Debo mucho, nada tengo: el resto se lo dejo a los pobres.  François Rabelais.

El mejor legado de un padre a sus hijos es un poco de su tiempo cada día.  Leon Battista Alberti.

Al llegar para mí la hora de rendir al vida ante el Altísimo, no olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta. Velad también vosotros, y para ello deponed, frente a los supremos intereses de la Patria y del pueblo español, toda mira personal.  Francisco Franco.

Lo que le alma hace por su cuerpo es lo que el hombre hace por su pueblo.  Gabriela Mistral.

Aquí yace el poeta Vicente Huidobro.  Abrid su tumba.  Debajo de su tumba se ve el mar.  Vicente Huidobro Fernández.

Cuando llegue la hora, mi epitafio tendrá que ser: ‘ya os lo dije, malditos locos’. Herbert George Wells.

Extranjero, ve y dile a España que yacemos aquí por ser fieles a sus leyes.  Simónides de Ceos.

Sólo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo.  Miguel de Unamuno.

PERDONE QUE NO ME LEVANTE. Revista Quo:

  • Aquí yace alguien cuyo nombre se escribió en el agua. John Keats.

  • Si buscas el monumento en mi honor, mira a tu alrededor. Christopher Wren en la Catedral de San Pablo, Londres (arquitecto que diseñó la catedral).

  • ¡Miguel! No respondes a tus padres. ¡Qué espantoso silencio!

  • ¡Qué dulce es morir cuando se ha vivido bien!

  • Un viudo en un cementerio de Barcelona, quiso elogiar a su esposa muerta y mandó grabar lo que él creyó que era una poesía: ella se llamó María, /nombre de la Madre de Jesús. /Y ahora me duele mucho /no haberla hecho retratar.

  • Y yo que tuve la dicha / de poseer este tesoro, / tengo ahora la desdicha / de verter amargo lloro, / pues por siempre la perdí / y la lloré, ¡ay de mí! Pidamos a Dios la gloria / por su alma y su memoria / y además, también la pido /por aquel que la rezare / y al Señor se lo implorare, / aun siendo desconocido. / Tal lo afirma: / su marido.

  • Doña…, fallecida en 1925. Debajo: ‘aquí te espero’.  Debajo: ‘Don.., fallecido en 1932’.  Debajo: ‘ya estoy aquí’. debajo: ‘creí que no venías’.

  • El político y dramaturgo don Adelarlo López de Ayala, mandó a sus deudos que pusieran debajo de su nombre: ‘ya no tose’.

  • Sus afligidos hijos, Soledad, Eusebio, Antonio y Ramón… menos Gustavo, que no dio nada.

  • Ya nadie lleva riguroso luto, la despedida del duelo es rápida y el cura abrevia el gorigori; los coches fúnebres son de color gris o beis, y apenas se vela a los difuntos. Sólo queda alguna esquela en los periódicos, pero no con aquellos trazos negros del tamaño de un dedo y las recias cruces. Queda la celebración anual de Todos los Santos, en la que los deudos se resarcen un poco.  En las tumbas ya casi nadie pone epitafios.

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