Lunes, 17 de Enero de 2022

 VERDAD:

Sabe el sabio que lo que es muy complicado -como muchas doctrinas o filosofías- esconde casi siempre la mentira. Lo que parece muy sencillo, encierra a menudo una verdad sublime. Blanca Rosita Oldfield.

Nuestro amor por la verdad se conoce más que nada en la manera que tenemos de recibir las verdades que otros nos ofrecen; entonces dejamos traslucir si realmente amamos la verdad o nos amamos a nosotros mismos. F. Nietzsche.

La verdad es difícil de tragar cuando te estás ahogando en tu orgullo. Anónimo.

No se puede llegar al espíritu a través de los sentidos. No es posible. Sólo a través de un dominio de sí mismo, de los sentidos, puede alcanzarse la sabiduría, la verdad. La dignidad humana. Película Muerte en Venecia.

ANTES QUE EL AMOR, EL DINERO Y LA REPUTACIÓN, DENME LA VERDAD. Me senté a una mesa en la que había sabrosos manjares y vino abundante y cuidadosa atención, pero donde faltaban la sinceridad y la verdad; me escape con hambre de aquel ágape poco hospitalario.  Henry David Thoreau.

Pirrón: … todos éstos se llamaron pirrónicos por el nombre del maestro, y por el dogma aporéticos, escépticos, efécticos y zetéticos. La filosofía zetética se llamó así porque siempre va en busca de la verdad. La escéptica, porque siempre la busca y nunca la halla. La eféctica, porque después de haber buscado queda sin deliberación alguna. Y la aporética, porque sus secuaces [seguidores] lo dudan todo.

Que en un sistema totalitario no se consienta la investigación desinteresada de la verdad y no haya otro objetivo que la defensa de los criterios oficiales, es fácil de comprender, y la experiencia lo ha confirmado de modo amplio en cuanto a las disciplinas que tratan directamente de los negocios humanos y, por consiguiente, afectan de manera más inmediata a los criterios políticos, tales como la Historia, el Derecho o la Economía. Friedrich Hayek.

No es la libertad la que nos conduce a la verdad, sino la verdad la que nos hace libres, la libertad no es un hecho, la libertad no es un derecho siquiera, la libertad es una recompensa y solo la disfrutan los que saben merecerla.  Laureano Eleuterio Gómez Castro.

Los locos y los niños dicen siempre la verdad. Por ello se han creado los manicomios y los colegios. Jaume Perich.

La gente joven está convencida de que posee la verdad. Desgraciadamente, cuando logran imponerla ya ni son jóvenes ni es verdad. Jaume Perich.

Quien dice siempre la verdad puede permitirse tener mala memoria. Theodor Heuss.

¡Presentar lo que es verdad, escribirlo para que quede claro, defenderlo hasta el último aliento! Ludwig Boltzmann.

La mente humana está formada de tal manera que es mucho más susceptible a la falsedad que a la verdad. Erasmo de Rotterdam.

La gente no desea la verdad. Desea promesas tranquilizadoras.  Anthony de Mello.

Sueño con un amor en el que las dos personas compartan la pasión por la búsqueda de una verdad superior. Quizá no debería llamarlo amor. Tal vez su nombre verdadero es amistad (El día que Nietzsche lloró es una novela del género ficción escrita en 1992 por el psiquiatra judeo-estadounidense Irvin D. Yalom).

Hay una división básica entre los hombres: los que aspiran a la paz espiritual, para quienes la felicidad reside en creer y abrazar la fe, y los que buscan la verdad, que dejan a un lado la paz mental y dedican la vida a la investigación. (El día que Nietzsche lloró es una novela del género ficción escrita en 1992 por el psiquiatra judeo-estadounidense Irvin D. Yalom).

La desesperación es el precio que uno paga cuando toma conciencia de las cosas. Si dirige una mirada profunda a la vida, siempre encontrará la desesperación.  (El día que Nietzsche lloró es una novela del género ficción escrita en 1992 por el psiquiatra judeo-estadounidense Irvin D. Yalom).

(…) ¿Sabe cuál es la verdadera pregunta para un pensador? La verdadera pregunta es: ¿Cuánta verdad puedo tolerar? No es una ocupación para pacientes que quieran eliminar la tensión y llevar una vida tranquila». (El día que Nietzsche lloró es una novela del género ficción escrita en 1992 por el psiquiatra judeo-estadounidense Irvin D. Yalom).

Llega a ser quien eres. ¿Y cómo puede nadie descubrir quién y qué es sin la verdad? (El día que Nietzsche lloró es una novela del género ficción escrita en 1992 por el psiquiatra judeo-estadounidense Irvin D. Yalom).

La única verdad es la realidad. Aristóteles.

La duda: la escuela de la verdad. Francis Bacon.

La verdad anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua. Miguel de Cervantes.

La naturaleza ha puesto en nuestras mentes un insaciable deseo de saber la verdad. Cicerón.

La verdad es eterna; el conocimiento, cambiante. Confundirlos resulta desastroso. Madeleine L’Engle.

La verdad es el mejor camuflaje, nadie se la cree. M. Frisb.

La astucia puede tener vestidos, pero a la verdad le gusta ir desnuda. Thomas Fuller.

La verdad es hija del tiempo. Aulo Gelio.

El hombre que no teme a la verdad, nada tiene que temer a la mentira. Thomas Jefferson.

Toda mentira de importancia necesita un detalle circunstancial para ser creída. P. Merimée.

Sólo cuando se está en posesión de la verdad se da uno cuenta de lo deliciosa y preferible que era la Mentira. Jardiel Poncela.

Ver es creer, pero sentir es estar seguro. John Ray.

Lo que los hombres realmente quieren no es el conocimiento sino la certidumbre. B. Russell.

La verdad si no es entera, se convierte en aliada de lo falso. Javier Sádaba.

Los errores ajenos proporcionan los medios para descubrir la verdad. John Selden.

La verdad levanta tormentas contra sí que desparraman sus semillas a los cuatro vientos. R. Tagore.

Una mentira ha recorrido ya medio mundo, mientras la verdad está todavía poniéndose los zapatos. M Twain.

Conoce primero los hechos y luego distorsiónalos cuanto quieras. Mark Twain.

La verdad es más importante que los hechos. Frank Lloyd Wright.

La verdad en un tiempo es error en otro. Montesquieu.

No conocemos lo verdadero si ignoramos la causa. Aristóteles.

Certum est quia impossible est (Es cierto porque es imposible). Tertuliano.

Et vitam impendere vero, (Y sacrificar la vida a la verdad). Juvenal

Veritas odium parit (La verdad engendra el odio). Terencio.

Ninguno ha dicho la verdad total, porque no existe. Tenemos solo pensamientos breves, ligeros. De materia que se consume al arder. Luis Alfredo Arango.

Nadie piensa ni cree que sean verdad las cosas que pretende considerar como indiscutibles. Thomas Carlyle.

No hay nada más espantoso que la elocuencia de un hombre que no dice la verdad. Thomas Carlyle.

La verdad es como una manta que siempre te deja los pies fríos (Ethan Hawke). Película El club de los poetas muertos.

Reconoceréis a los íntegros por su audacia; son intrépidos y se sacrifican por la verdad, cuando ésta lo exige. Máximo Gorki.

Un hombre puede creer o no creer, eso es cosa suya. Porque es su propia vida la que apuesta por la fe, la incredulidad, el amor y la inteligencia. Y no hay sobre la tierra otra verdad más grande para el espíritu humano que esta gloriosa y humilde condición. El hombre arriesga su propia vida cada vez que elige y eso lo hace libre.  Máximo Gorki.

 

Libertad primera y última. J. Krishnamurti:

Nuestro problema ‑si es que de alguna manera nos damos cuenta de ello- consiste en saber si los conflictos, las miserias y las penas de nuestra existencia diaria pueden ser resueltos por otra persona; y si no pueden serlo, ¿cómo nos será posible atacarlos?

Es obvio que, para comprender un problema, se requiere cierta inteligencia; y esa inteligencia no puede derivarse de la especialización ni cultivarse mediante la especialización. Ella surge tan sólo cuando captamos pasivamente el proceso total de nuestra conciencia, lo cual consiste en darnos cuenta de nosotros mismos sin opción, sin escoger entre lo bueno y lo malo.

Cuando estéis pasivamente alertas, en efecto, veréis que como consecuencia de esa pasividad ‑que no es pereza, que no es somnolencia sino extrema vigilancia- el problema tiene un sentido completamente distinto; y ello significa que no hay ya identificación con el problema, y, por lo tanto, no hay juicio alguno; y así el problema empieza a revelar su contenido. Si podéis hacer eso constantemente, en forma continua, todo problema puede ser resuelto de manera fundamental, no superficialmente.

Y esa es la dificultad, porque la mayoría de nosotros somos incapaces de estar pasivamente conscientes, dejando que el problema revele su significación sin que lo interpretemos. No sabemos cómo considerar un problema desapasionadamente. Por desgracia, no somos capaces de hacer eso, porque queremos que el problema nos brinde un resultado, deseamos una respuesta, buscamos un fin; o tratamos de interpretar el problema de acuerdo con nuestro placer o dolor; o ya tenemos la respuesta de cómo habérnoslas con el problema. Por lo tanto abordamos un problema, que siempre es nuevo, con una vieja pauta.

El reto, el estímulo es siempre lo nuevo, pero nuestra respuesta es siempre lo pasado; y nuestra dificultad consiste en enfrentarnos al reto adecuadamente, esto es, plenamente. El problema es siempre un problema de relación ‑con las cosas, con las personas, con las ideas. No existe otro problema. Y para hacer frente a este problema de relación, con sus exigencias siempre variables, para encararlo como es debido, adecuadamente, uno tiene que captar de un modo pasivo; y esa pasividad no es cuestión de voluntad, de determinación, de disciplina.

El darnos cuenta de que no estamos en actitud pasiva es el comienzo. En la comprensión de que deseamos una respuesta determinada a un problema dado, está, sin duda, el comienzo; es decir, en conocernos a nosotros mismos en relación con el problema, viendo cómo lo encaramos. Entonces, según vamos conociéndonos a nosotros mismos en relación con el problema ‑cómo respondemos, cuáles son nuestros diversos prejuicios y exigencias, qué perseguimos, al hacer frente al problema-, esta comprensión revelará el proceso de nuestro propio pensar, de nuestra propia naturaleza interior; y en ello hay liberación.

Lo importante es darse cuenta sin optar, porque la opción trae conflicto. El que escoge está en confusión, y por eso escoge; si no está confuso, no hay opción. Sólo la persona que está confusa escoge lo que hará o no hará. El hombre en quien hay claridad y sencillez no escoge; lo que es, es. La acción basada en una idea es evidentemente resultado de la opción, y dicha acción no es libertadora; por el contrario, sólo crea más resistencia, más conflicto, de acuerdo con ese pensar condicionado.

Lo importante; en consecuencia, es comprender de instante en instante sin acumular la experiencia proveniente de esa comprensión; porque, en cuanto acumuláis, sólo os dais cuenta de acuerdo con esa acumulación, con esa pauta, con esa experiencia. Esto es, vuestra comprensión está condicionada por vuestra acumulación, y, por lo tanto, ya no hay observación sino simplemente interpretación. Donde hay interpretación, hay opción, y la opción trae conflicto; y en el conflicto no puede haber comprensión.

La vida es cuestión de relación; y para entender esa relación, tiene que existir una comprensión que sea flexible, alerta y pasiva, no agresivamente activa. Y, como ya lo he dicho, esa comprensión pasiva no adviene por medio de disciplina o práctica alguna. Consiste simplemente en darse cuenta, de instante en instante, de nuestro pensar y sentir cuando estamos despiertos. La Realidad no es algo que pueda ser conocido por la mente, porque la mente es el resultado, la acumulación de lo conocido, de lo pasado. La mente, por lo tanto, tiene que comprenderse a sí misma y su funcionamiento, tiene que comprender su verdad; y sólo entonces es posible que lo desconocido sea.

¿Es la inteligencia cuestión de especialización? Entendemos por inteligencia la comprensión total de nuestro proceso. ¿Y ha de cultivarse esa inteligencia mediante alguna forma de especialización? Porque eso es lo que ocurre.  El sacerdote, el médico, el ingeniero, el industrial, el hombre de negocios, el profesor: nosotros tenemos la mentalidad de todas esas especialidades.

Después de todo, si queréis comprender algo debéis hallaros en estado de ánimo pasivo. No podéis continuar pensando en ello, especulando al respecto, poniéndolo en tela de juicio. Tenéis que ser lo bastante sensibles para captar su contenido. Es como si fuerais una placa fotográfica sensible. Si yo deseo comprenderos, tengo que ser pasivamente perceptivo; entonces empezáis a revelarme lo que sois. Eso, por cierto, no es cuestión de capacidad ni de especialización. En ese proceso empezamos a comprendernos a nosotros mismos; no sólo las capas superficiales de nuestra conciencia, sino las más profundas, lo cual es mucho más importante; porque es allí donde están nuestros móviles o intenciones, nuestros ocultos y confusos deseos, ansiedades, temores, apetitos. Puede que exteriormente tengamos dominio sobre todo eso, pero en nuestro interior todo eso está en ebullición. Mientras no lo hayamos comprendido por completo, mediante una clara conciencia, es evidente que no puede haber libertad, no puede haber felicidad, ni hay inteligencia.

 

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