Las esperas

Las esperas

A: Abuela

S: Sara

Una tarde, tranquila, en un cementerio del pueblo, se acerca una anciana a la lápida de su marido…

A: ¡Hola Antonio! Mira quién a ha venido hoy conmigo, nuestra nieta Sara. Fue a buscarme agua. Sabes, la encuentro triste, yo creo que es por los estudios, no le habrán ido muy bien. Por ahí viene. “Se acerca Sara y mirando la lápida de su abuelo, le dice a su abuela”

S: ¡Abuela! ¿Qué tal fue tu vida con abuelo?

A: ¡Ay mi niña! Hubo de todo, pero sobre todo, muchas esperas.

S: ¿Qué quieres decir con esperas?

A: Pues, que desde pequeños, nos convencemos a nosotros mismo de que la vida, después, será mejor.

S: ¿Después? ¿Después de qué?

A: Tú crees, que cuando termines tu carrera y encuentres un trabajo, serás más feliz ¿verdad?

S: Pues, si… eso creo. Pero no entiendo lo que me quieres decir.

A: Verás… Yo me casé, convencida de que por fin, iba a encontrar la felicidad. Pero luego decidí esperar hasta tener mi propia casa, luego hasta tener mis hijos y luego hasta que mis hijos fuesen mayores y luego hasta jubilarme. “Un gesto agradable se muestra en su cara” Convencida, de que cada uno de esos deseos, era lo que me faltaba para ser feliz. Y de esta forma la vida pasa ante tus ojos esperando el tren de la felicidad que nunca llega.

S: Entonces, ¿te arrepientes de haberte casado y haber tenido hijos?

A: No no, de haberme casado y de tener hijos no “Con una pequeña mueca de risa en su rostro”, de lo único que me arrepiento es de no haber sabido vivir más intensamente cada uno de esos momentos y de haberme entristecido por tonterías.

S: Entonces, nunca fuiste feliz.

A: ¡Claro que si mi niña! Hubieron momentos de suma felicidad, pero me perdí otros muchos por no saber reconocerlos. ¿Sabes lo que he aprendido después de todos estos largos años?

S: ¿El qué abuela?

A: Que la felicidad no llega cuando conseguimos lo que deseamos, sino cuando sabemos disfrutar de lo que tenemos. No soñando con el mañana, sino viviendo el presente. Sara, atesora cada momento de tu vida y recuerda que el tiempo no espera por nadie. Trabaja como si no necesitaras dinero, ama como si nunca te hubiesen herido y baila como si nadie te estuviese viendo, ya que no hay mejor momento para la felicidad que justamente éste. Si no es ahora, ¿cuándo mi niña? La abuela recoge el agua que le traía la nieta y riegan las flores de alrededores de la lápida de su marido y se van tan feliz como siempre lo han estado.

https://www.youtube.com/watch?v=mB4ItrJIdig&feature=youtu.be

Autor: Ismael Curbelo.