Inteligencia y deseo

 

Inteligencia y deseoCuando usted comienza a sufrir, no diga que debe liberarse de este o aquel deseo, de tal o cual causa; más bien observe silenciosamente, sin negar ni aceptar, y desde esta percepción alerta sin opciones, el deseo con sus ilusiones y sus temores comienza a ceder lugar a la inteligencia.  Esta inteligencia es la vida misma y no está condicionada por la compulsión del deseo (14).

 Cuando comencemos a percibir la absoluta futilidad del deseo en sí mismo, surgirá el despertar de esa inteligencia que establece la correcta relación con el medio (14).

 Con el discernimiento profundo llega la cesación del deseo, el despertar de la inteligencia, de la intuición creativa.  Esa inteligencia es la realidad misma (14).

Veo una mujer y la deseo.  Veo un jardín y lo deseo.  Es acción y reacción, premio y castigo, castigo y premio.  ¿Dónde está la inteligencia en esto?  Mientras usted esté atrapado en esto, su inteligencia queda excluida.  Es una inteligencia mecánica.  Usted me odia y yo le devuelvo el odio.  Si usted acepta esto, entonces la inteligencia es algo totalmente distinto del pensamiento (62).

Cuando uno ve verdaderamente, no de manera teórica ni verbal, que la acción del deseo es corrupta, que está deformada, esa percepción misma es el principio de la inteligencia que da origen a una acción por completo diferente (22).

 

Hay que mirar el deseo y su naturaleza, sin ningún pensamiento que siempre moldea las sensaciones -placer y dolor, recompensa y castigo.  Entonces uno comprende, no de manera verbal o intelectual, todo el proceso causativo del deseo, la raíz del deseo.  La mera percepción de ello, la sutil percepción de ello es, en sí misma, inteligencia.  Y esa inteligencia siempre actuará cuerdamente, racionalmente, al tratar con el deseo (22).