El noble óctuple sendero budista

Dhiravamsa

 

LA VISIÓN JUSTA: es una clara comprensión de la verdadera naturaleza de la existencia que tiene tres características básicas: la impermanencia [todo cambia, nada permanece], la insatisfacción o inestabilidad [cuya causa es el deseo] y la impersonalidad [no existe el Yo]; éste es el significado exacto de las cuatro nobles verdades.

EL PENSAMIENTO JUSTO: tiene relación con los pensamientos de renunciación desinteresada, benevolencia y compasión, no violencia y armonía. Estas dos fases son las que constituyen la sabiduría.

EL HABLA JUSTA: es triple: habla voluntariamente ética, palabras amables y la completa abstinencia de la mentira, el murmurar, las palabras groseras, el hablar alocado y la charla vacía.

LA ACCIÓN JUSTA: es de tres clases: acción voluntariamente ética, acción realizada con la máxima habilidad y la completa abstinencia de las tres acciones corporales erróneas, conocidas como quitar la vida, tomar lo que no se nos ha dado voluntariamente y la conducta sexual inapropiada. Por el contrario, debemos cultivar la compasión universal, la conformidad con lo que tenemos y la práctica sabia en lo referente a los apetitos sexuales.

EL SUSTENTO JUSTO: significa eliminar lo siguiente: el ganarse la vida mediante el engaño, las palabras persuasivas, las trampas, la calumnia y el entusiasmo y anhelo por las grandes ganancias conseguidas por medios equivocados. Estos pueden resumirse como los constituyentes de la moral.

EL ESFUERZO JUSTO: consiste en cuatro principios: alentar a la mente a rechazar los malos pensamientos y cosas malsanas todavía no nacidas; superar los malos pensamientos y cosas malsanas ya nacidas; promover y desarrollar cosas buenas y buenos pensamientos todavía no nacidos; y en mantener los buenos pensamientos ya nacidos, alimentándolos hasta su madurez y perfección. Cuando perseveramos sin flaquear, esta práctica recibe el nombre de esfuerzo justo.

LA ATENCIÓN JUSTA: se basa en la contemplación del cuerpo, de las sensaciones, de los estados mentales y de los objetos mentales. Al practicar el primer paso, que es el ejercicio de respiración, la respiración no debe ser ni corta ni larga, sino normal. Mediante la atención y la constante consciencia del subir y bajar del abdomen, la respiración mejora gradualmente, volviéndose más ligera, calmada y suave, y el cerebro precisa una cantidad menor de oxígeno. En esta fase se logra la serenidad, la calma y la compostura de la mente. Obtendremos pureza interior de mente, consiguiendo una firme introspección. Cualquier posición o acción física se hará de forma consciente, no de la forma habitual.  Mantener siempre un atento silencio es el verdadero espíritu de la práctica de la atención. Con la contemplación de las propias sensaciones por medio de la atención, uno aprecia y sabe con claridad si la sensación es placentera, dolorosa o neutra. Al comprender las sensaciones tal como son en el momento en que se producen, nos volvemos firmes y mantenemos un perfecto equilibrio, no estamos emocionados ni tristes. Este es el camino que conduce al dominio de las sensaciones. Contemplar nuestro estado mental es vigilar y observar nuestras emociones de cerca, con el fin de penetrar en su verdadera naturaleza. Cuando se produce cada emoción, debe ser reconocida de inmediato; en una primera fase no es necesario hacer más.  Por medio de la conciencia de las emociones, gradualmente las superamos y finalmente logramos liberarnos de ellas.

LA CONTEMPLACIÓN JUSTA: es el último factor del Noble Óctuple Sendero; está basada en la totalidad de la conciencia y es producida ya sea por la meditación calmada o el desarrollo de la visión profunda.  Los tres últimos factores, el esfuerzo justo, la atención justa y la contemplación justa, pueden resumirse como los constituyentes de la meditación.

 

Autor: Dhiravamsa.