Domingo, 7 de Julio de 2019

La eternidad está enamorada de las producciones del tiempo. Ananda Coomaraswamy.

Tú que tomas las formas imaginadas por Tus adoradores. Oración a los dioses de los hindúes. Ananda Coomaraswamy.

Ver repentinamente que estás o has estado apegada a tu dolor puede ser muy impactante. En el momento de darte cuenta, ya has roto el apego. El cuerpo-dolor es un campo energético, casi como una entidad, que se ha alojado temporalmente en tu espacio interno. Es energía de vida que se ha quedado atrapada, energía que ya no fluye. Por supuesto, el cuerpo-dolor existe por ciertas cosas que ocurrieron en el pasado. Es el pasado vivo en ti, y si te identificas con el cuerpo-dolor, te identificas con el pasado. Tener identidad de víctima es creer que el pasado tiene más fuerza que el presente, que es lo opuesto a la verdad. Es creer que otras personas, y lo que te hicieron, son responsables de quien eres ahora, de tu dolor emocional y de tu incapacidad de ser tú mismo. La Verdad es que el único poder que existe está contenido en este momento: es el poder de tu presencia [tu Ser auténtico]. Cuando lo sabes, también te das cuenta de que ahora mismo eres responsable de tu espacio interno –nadie más lo es- y de que el pasado no puede prevalecer ante el poder del ahora.. Eckhart Tolle.

El ego es la mente no observada que dirige tu vida cuando no estás presente como observador, como conciencia que testifica. El ego se percibe como un fragmento separado en un universo hostil, sin conexión real con ningún otro ser, rodeado por otros egos que o ve como una amenaza potencial o intentará manipular para sus propios fines. Los patrones básicos del ego están diseñados para combatir sus miedos más arraigados y su sensación de carencia. Son la resistencia, el control, el poder, la avaricia, la actitud defensiva, la agresividad. Algunas de las estrategias del ego son extraordinariamente inteligentes, aunque no llegan a resolver ninguno de sus problemas, porque el problema es el ego mismo.  Cuando los egos se juntan, en relaciones personales o en organizaciones e instituciones, antes o después acaban ocurriendo cosas ‘malas’: dramas de uno u otro tipo que toman la forma de conflictos, problemas, luchas de poder, violencia física o emocional, y así sucesivamente.  Aquí se incluyen también los males colectivos, como la guerra, el genocidio y la explotación, todos ellos debidos a la inconsciencia acumulada.  Además, la continua resistencia del ego produce todo tipo de enfermedades, causadas por restricciones y bloqueos del flujo energético caporal. Eckhart Tolle.

La sabiduría surge no por medio de la opresión y el miedo, sino de la observación y la comprensión de los incidentes cotidianos en la relación humana. J. Krishnamurti.

… Pero esto es lo acontecido: del tronco aquel árbol de venganza y de odio, del odio judío (…) brotó algo igualmente incomparable, un amor nuevo, la más profunda y sublime de todas las especies de amor (…). Ese Jesús de Nazaret, evangelio viviente del amor, ese redentor que trae la bienaventuranza y la victoria a los pobres, a los enfermos, a los pecadores, ¿no era él precisamente la seducción en su forma más inquietante e irresistible, la seducción y el desvío precisamente hacia aquellos valores judíos y hacia aquellas innovaciones judías del ideal? ¿No ha alcanzado Israel, justamente por el rodeo de ese redentor, de ese aparente antagonista y liquidador de Israel, la última meta de su sublime ansia de venganza. F. Nietzsche.

La mente no puede crear belleza ni reconocerla. La belleza o la sacralidad sólo estuvieron ahí unos segundos, mientras te mantuviste totalmente presente. Eckhart Tolle.

La felicidad se adquiere a través del ejercicio de la razón, la práctica de la virtud y el uso moderado de los placeres. Denis Diderot.

Después de Aristóteles, la filosofía deja de ocuparse de la metafísica para centrarse en la reflexión ética y antropológica. Por eso, en este periodo, la filosofía ya no se entenderá como una actividad racional que busca la verdad, sino como una actividad moral en busca de la vida feliz. Moisés Lozano y otros.

Ni banquetes ni juergas constantes producen la felicidad, sino el sobrio cálculo que investiga las causas de toda elección o rechazo y elimina las falsas opiniones de las que proceden las pasiones que se apoderan del alma.  El sabio para los epicúreos será aquel que logre la autarquía, el autogobierno, el ser dueño de sí. Moisés Lozano y otros.

Epicuro divide la filosofía en canónica, física y ética (Moisés Lozano y otros):

  • La canónica estudia las normas para discernir lo verdadero de lo falso, para lo que utilizaba, como criterios de evidencia, la sensación, los recuerdos y los estados afectivos de placer y dolor. En este sentido son sensualistas.

  • La física pretende conocer la naturaleza de las cosas, para lo cual adoptan el modelo atomista, de carácter materialista y mecanicista. Para los epicúreos, el conocimiento de la naturaleza elimina tres temores: el temor a los dioses (pues ya no son necesarios para explicar la realidad física), el destino (pues son los choques al azar de los átomos los que producen los fenómenos) y la muerte (que no es más que disgregación de átomos).

  • Ética: la base de su ética es la Ataraxia (ausencia de perturbación anímica), es decir, estar sin pasiones que desequilibren y hagan sufrir al alma. Y esto no puede ocurrir sin una buena dosis de autodominio y lucha interior, es decir, askesis.

Ni el joven sea remiso en ponerse a filosofar, ni el viejo se canse de ello. No se es demasiado joven ni demasiado viejo para la salud del alma. El que dice que no ha llegado todavía la edad de filosofar, o que ya ha pasado, se asemeja al que dice que para la felicidad o no ha llegado todavía la edad o ya ha pasado. Así que debe filosofar el joven y el viejo: éste, para que, al envejecer, rejuvenezca con los bienes que le acarrea el recuerdo del pasado; aquél, para que sea a la vez joven y hombre maduro por la impavidez (ausencia de miedo) ante los sucesos futuros. Hay que meditar, pues, sobre las cosas que procuran la felicidad, ya que cuando ella está presente, lo tenemos todo, y, cuando ausente, lo hacemos todo por llegar a poseerla. Epicuro.

Sé justo, porque la equidad es el sostén del género humano.  Sé bueno, porque la bondad encadena a todos los corazones. Sé indulgente, porque, siendo tú mismo débil, vives con seres tan débiles como tú. Sé dulce, porque la dulzura atrae el afecto. Sé agradecido, porque el agradecimiento alimenta y nutre la bondad. Sé modesto, porque el orgullo subleva a los seres enamorados de sí mismos. Perdona las injurias, porque la venganza eterniza los odios. Haz el bien a quien te ultraja para mostrarte mejor que él y hacerlo un amigo. Sé moderado, templado, casto, porque la voluptuosidad, la carencia de moderación y los excesos te volverían despreciable.  Paul-Henri Th. D´Holbach.

El hombre que hace felices a otros no puede ser desgraciado. Paul-Henri Th. D´Holbach.

Que el hombre cese de buscar fuera del mundo que habita seres que le produzcan la felicidad que la naturaleza le niega. Paul-Henri Th. D´Holbach.

Honor social. Prestigio, estima, reconocimiento. M. Weber.

La evidencia no nace de una sola experiencia sino de la síntesis de una infinidad de experiencias concordantes. André Dartigues.

El transcendentalismo de la fenomenología consiste en hacer la exégesis de ‘si mismo’ o sea mostrar cómo toda verdad formulada, hunde sus raíces en la vida primitiva de la conciencia.  André Dartigues.

Comprensión: posibilidad de acceso a una vivencia psíquica que no es la neustra. André Dartigues.

Comprensión es diferente de asimilación. André Dartigues.

La esencia del hombre puede que sea el preguntarse y la misma contingencia fundamental que lo amenaza puede que le impida al hombre desesperar de su mundo. André Dartigues.

Entregado a sus pequeñas preocupacioens, el ‘yo’ del Dasein [el ser en el mundo de Heidegger] puede encenagarse en el ‘se’ impersonal, y no alcanzar pues su verdad propia. Heidegger llama caída a esa dimensión que caracteriza a la exisetencia inauténtica, a saber, la existencia que se abandona al hilo del tiempo en vez de hacerse cargo de sí misma. Y preciso es añadir que esa exisetencia inauténtica no constituye un estado de excepción, sino más bien el estado habitual del Dasein sobre el que debe éste conquistar su autenticidad. André Dartigues.

Platón había confundido la prudencia con la sabiduría. Los epicúreos al comprender aquella como cálculo razonado que ‘mide’ lo que se ha de hacer, y los estoicos, al reducirla a reglas, la confunden con la tekhne o ars, y al tratar el agere [mover hacia adelante, hacer avanzar algo, conducir] como facere [hacer, realizar], pasan del régimen prudencial al racionalista del ars vivendi [el arte de vivir]. José Luis L. Aranguren. 

Santo Tomás, siguiendo a Aristóteles, Cicerón y Macrobio, distingue como partes integrales de la prudencia, la memoria en el sentido de la experiencia, el intelecto en el sentido de la intelección de lo singular (es decir, visión clara de la situación), la docilidad para seguir el buen consejo, la solertia (sagacidad) o prontitud en la ejecución y la razón que significa lo que llamamos ser juicioso o razonable; y también la providentia que incluye la ‘previsión’ y la ‘provisión’; la circunspección que es atenta consideración de todas las circunstancias y la caución, precaución o cautela.  Distingue también partes subjetivas, de las cuales la más importante es la prudencia política.  Procede directamente de Aristóteles el cuadro de lo que Santo Tomás llama partes potenciales de la prudencia: buen consejo, buen juicio y capacidad de obrar conforme a principios más altos. Importa señalar que esta última corresponde, dentro del marco de la prudencia, a la epiqueya [interpretación del espíritu de una ley mas que entenderla de forma literal] en el de la justicia.  Esto nos confirma en lo que ya sabemos: que las virtudes están estrechamente vinculadas entre sí y que esta vinculación no es sino manifestación de la unidad del ethos… José Luis L. Aranguren.

El objeto último de la moral no son los actos tomados uno a uno, sino el Ethos = personalidad moral unitaria. José Luis L. Aranguren. 

El concepto peyorativo que de la prudencia tiene La Rochefoucauld procede, por una parte del racionalismo y por otra de la reacción contra Gracián de quien fue buen conocedor… El racionalismo transparece en aquel pasaje en el que dice que, por tener que trabajar en materia tan cambiante y desconocida como es el hombre, la prudencia no puede ejecutar con seguridad ninguno de nuestros proyectos.  La influencia de Gracián en este otro: los vicios entran en la composición de las virtudes como los venenos entran en la composición de los remedios.  La prudencia los conjunta y atempera y la prudencia es útil contra los males de la vida. José Luis L. Aranguren.

Los niños son vuestra responsabilidad ante la vida. Ellos vienen a vosotros para liberaros. Su tarea no consiste en cumplir vuestros deseos pues su deseo es que les ayudéis a convertirse en lo que realmente son.  Chao-Hsiu-Chen.

Aprovechar hasta los menores instantes: un momento de tiempo es una pepita de oro. Proverbio.

 

Los oficios. Cicerón.

Lo Honesto

Es sabia máxima no hacer cosa alguna en que quepa la duda de si es o no justa, porque la equidad resplandece por sí misma y la duda trae consigo sospecha de injusticia.

El sumo rigor del derecho, viene a ser una suma injusticia.

No hay obligación alguna más precisa que la correspondencia.

Aunque todas las virtudes tienen cierto atractivo que nos hacen amar a los que creemos adornados de ellas, principalmente causan este efecto la justicia y la generosidad.

La amistad más dulce y suave es la que concilia la semejanza y conformidad de las costumbres.

A los hombres magnánimos los queremos también buenos, sencillos, amigos de la verdad, nada engañosos y falsos, que son las principales cualidades de la justicia.

No hay cosa que más indique la bajeza y abatimiento del ánimo que el amor a las riquezas

Se ha de evitar también la ambición de gloria porque quita la libertad.

Nuestro principal cuidado ha de ser vivir libres siempre de todas las pasiones, deseos, inquietudes, tristeza, ira y alegría demasiada, para poder conservar la serenidad y tranquilidad  de espíritu la cual produce juntamente constancia y dignidad.

 

Cedan la guerra a la toga

y a la elocuencia el laurel.

Es propio de mucho entendimiento el prevenir con el pensamiento lo venidero, y tener formado juicio de lo que por una parte puede acontecer, y de lo que se ha de hacer en cualquier acontecimiento.

No hay prenda que merezca más elogios ni más digna de un hombre ilustre y generoso, que la piedad y clemencia.

… Los que gobiernan sean semejantes a las leyes, que castigan, no por irritadas, sino por justas y equitativas.

Es prueba de flaqueza de ánimo no saber moderarse así en lo favorable como en lo adverso.

Es sabia la máxima que nos enseña a ser más modestos y humildes cuanto más sobresalientes.

En las mayores felicidades es cuando más conviene valernos de los consejos de los amigos, dándoles mayor autoridad sobre nosotros que en otras ocasiones.  Es cuando más cuidado hemos de poner en no dar entrada a las lenguas lisonjeras, cerrando los oídos a las adulaciones.

En todas nuestras acciones hemos de evitar la precipitación y pereza, no haciendo cosa alguna de que no se pueda dar una razón digna de ser atendida.  Casi consiste en esto toda la fuerza de la obligación.

El sustento y todo el trato del cuerpo se ha de procurar para tener salud y robustez y no para el deleite.

Ningún defecto evitará el viejo con más cuidado que la desidia y la flojedad.

La voz: se requiere dos circunstancias: clara y suave.  La primera se perfecciona con el ejercicio, la segunda con la imitación de aquellos que se explican con facilidad y dulzura.

Hemos de procurar dar a entender en la conversación de que tenemos amor y respeto a aquellos con quienes hablamos.

Apartemos la ira de nosotros porque no deja obrar cosa alguna con prudencia y rectitud.

Son precisas a veces las represiones en que es menester esforzar más la voz y usar de una gravedad en las palabras que participe la aspereza, pero esto se ha de ejecutar de suerte que perciban los demás que no estamos airados.

Generalmente se ha de reprender con clemencia, pero también con seriedad, de modo que nos hagamos respetar y aún se ha de dar a entender que aquella misma aspereza que lleva la represión consigo se ha tomado por el bien de aquel a quien se reprende.

Es también puesto en razón que en las contiendas con nuestros mayores enemigos guardemos dignidad, pero no demos entrada a la ira, aunque oigamos injurias que no mereciéramos oír.

Lo que se hace estando preocupado por alguna pasión, es forzoso que falta a  la constancia, y merece la represión de quien lo escucha.

Tres cosas se han de observar en todas nuestras acciones: la primera que la razón domine al apetito, la segunda que se considera el justo valor de la acción (para no tomarnos mayor trabajo o poner menos cuidado del que pida).  La tercera que cuidemos de la moderación en lo que respecta a la dignidad y porte exterior de la persona.

 

El budismo del Buda. Alexandra David-Neel:

Jhana (éxtasis, trance). Equivale a la palabra sánscrita dhyana [meditación]. Alejado de las impresiones que engañan a los sentidos, alejado de las cosas negativas, razonando y reflexionando, el discípulo entra en el primer jhana, un estado de entusiasmo y de felicidad nacido de la concentración:

  • El primer jhana está exento de codicia, de cólera, de indolencia, de agitación mental y de duda. Están presentes en él el razonamiento, la reflexión, el entusiasmo y la felicidad.

  • Habiendo suprimido el raciocinio y la reflexión, pero manteniendo el entusiasmo y la felicidad, el discípulo obtiene la paz interior y la unidad de espíritu que constituye el segundo jhana.

  • Cuando el entusiasmo se ha disipado, el discípulo permanece en la serenidad, manteniendo alerta los sentidos y la percepción, con una conciencia perspicaz. Experimenta entonces en su corazón ese sentimiento del que dicen los sabios: feliz el hombre que posee la serenidad y un espíritu reflexivo. Entra así en el tercer jhana.

  • Finalmente, cuando el discípulo ha rechazado el placer y el sufrimiento, ha renunciado a la alegría y al dolor del pasado, entra en el estado de serenidad que se halla libre de placer y de sufrimiento, el estado neutro de clarividencia mental que constituye el cuarto jhana.

Los jhana, al igual que todas las meditaciones que tienden a hacer nacer determinados sentimientos en el espíritu de los discípulos, tienen un valor muy inferior al ejercicio de la atención. Se considera que sólo ésta última conduce al Nirvana. Las meditaciones no sirven, en el mejor de los casos, sino para purificar la mente y crear disposiciones favorables para la práctica de la atención perfecta.

Arupa jhana (contemplación sin forma). Cuando el discípulo ha alcanzado la serenidad perfecta, cuando ha puesto término a las sensaciones de placer y de dolor y ha rechazado la alegría y la pena que ha experimentado en el pasado (lo que se efectúa desapegando completamente su mente de los sentimientos que provoca el recuerdo que éstas han dejado), se halla calificado para avanzar más allá del mundo de los fenómenos (el mundo de la forma):

  • Ha suprimido las ideas que se relacionan con las formas. Ha suprimido la percepción de los objetos de los sentidos, como formas, sonidos, olores, gusto y tacto por el contacto con el cuerpo; de este modo, ha suprimido las ideas relativas a toda clase de contacto. Ha suprimido las ideas de clasificación, de distinción y de multiplicidad. Piensa: el espacio es infinito. Pensando de este modo, el discípulo alcanza la región del espacio infinito y en él permanece. Ésta es la primera de las contemplaciones sin forma.

  • Después de la supresión de la región del espacio infinito, el discípulo piensa: la consciencia es infinita. Pensando de este modo, alcanza la región de la conciencia infinita y permanece en ella. Ésta es la segunda de las contemplaciones sin forma.

  • Después de la supresión de la región de la conciencia infinita, el discípulo piensa: no hay nada ahí. Pensando de este modo, alcanza la región del vacío (la región donde nada existe) y en ella permanece. Ésta es la tercera contemplación sin forma.

  • Tras la supresión de la región del vacío, el discípulo alcanza la región en la que no hay ni ideas ni ausencia de ideas. Esta es la cuarta contemplación sin forma.

Pasaje relativo a la meditación del héroe: el Gran Rey glorioso –Buda- (descrito en Maha Sudassana Sutta):

  • No avancéis más, pensamientos de codicia. Atrás. No avancéis más, pensamientos de mala voluntad. Atrás. No avancéis más, pensamientos de odio.

  • … habiendo rechazado todas las pasiones, todos los sentimientos contrarios al recto proceder, alcanzó el primer jhana [éxtasis, trance], un estado de bienestar y de alegría producido por la soledad, un estado de reflexión y de búsqueda.

  • Apartando la reflexión y la búsqueda, alcanzó el segundo jhana, un estado de alegría y de bienestar producido por la serenidad, un estado en el que la reflexión y la búsqueda están ausentes, un estado de quietud y de elevación de espíritu.

  • Dejando de complacerse en la alegría, permaneció consciente, dueño de si, y alcanzó el tercer jhana, experimentado el bienestar íntimo que los sabios proclaman diciendo: aquel que, dueño de sí, permanece en la indiferencia experimenta un íntimo bienestar.

  • Apartando ese bienestar, rechazando el dolor, estando muerto a la alegría y al sufrimiento, alcanzó este estado de dominio perfecto y puro de sí mismo, así como de seguridad, que constituye el cuarto jhana.

Programa de entrenamiento espiritual entre los tibetanos:

  • Mirar, examinar.

  • Reflexionar, meditar.,

  • Practicar o bien a) buscar el significado, la razón de ser de las cosas, b) estudiarlas en sus detalles, c) reflexionar, meditar sobre lo que se ha descubierto.

  • Comprender.

 

 

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