Domingo, 14 de Noviembre de 2021

SIGMUND FREUD:

Ni en mi vida privada ni en mis escritos jamás he mantenido en secreto el hecho de ser un abierto y completo no-creyente.

Un hombre como yo necesita un caballo de guerra, una pasión que le consuma, un talento. Yo he encontrado mi talento, y es el servicio, no conozco limites, mi talento es la psicología.

Ni los demonios ni los dioses existen, son todos productos de las actividades psíquicas del hombre.

Los hombres viven, en general, el presente con una cierta ingenuidad; esto es, sin poder llegar a valorar exactamente sus contenidos.

La inmoralidad ha hallado siempre en la religión un apoyo tan firme como la moralidad.

La función capital de la cultura, su verdadera razón de ser, es defendernos contra la naturaleza (instintos, pulsiones).

Los hombres, no obstante que se les hace imposible existir en el aislamiento, sienten como un peso intolerable los sacrificios que la civilización les impone para hacer posible la vida en común.

La voz del intelecto es apagada, pero no descansa hasta haber logrado hacerse oír, y siempre termina por conseguirlo después de ser rechazada infinitas veces.

Yo he preferido de hablar de cosas imposibles porque de lo posible se sabe demasiado.

Si aspiras a encontrarte a ti mismo, no te mires al espejo, porque allí encontrarás solamente una sombra, un extraño.

No existe ningún punto de partida si no se sabe bien a donde ir.

No todo depende de los deseos, pero, aun así, soy de los que han decidido intentar llevar a cabo sus deseos.

Recordar es el mejor modo de olvidar.

Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla.

Así como al jinete, si quiere permanecer sobre el caballo, a menudo no le queda otro remedio que conducirlo a donde este quiere ir, también el yo suele trasponer en acción la voluntad del ello como si fuera la suya propia.  Nota: Refiriéndose al control del yo sobre el ello y viceversa siendo el yo el jinete y el ello el caballo.

Cada uno de nosotros tiene a todos como mortales menos a sí mismo.

El primer humano que insultó a su enemigo en vez de tirarle una piedra fue el fundador de la civilización.

La civilización está permanentemente amenazada por la desintegración debido a la hostilidad primaria del hombre.

La religión es una ilusión que deriva su fuerza del hecho de que satisface nuestros deseos instintivos.

Los sentimientos de amor y temor de Dios no tienen su origen en Dios, sino en los seres humanos. Son sentimientos de frustración dirigidos por el hombre a un ser imaginario que pretende que sea su padre.

¡Menudo progreso hemos logrado! En la Edad Media, me hubieran quemado. Ahora les basta con quemar mis libros.

Ningún crítico es más capaz que yo de percibir claramente la desproporción que existe entre los problemas y la solución que les aporto.

Quien piensa en fracasar, ya fracasó antes de intentar; quien piensa en ganar, lleva ya un paso adelante.

YO: representación de una organización coherente de los procesos anímicos en una persona.

Cuando me pregunto por qué me he esforzado siempre en ser honrado, condescendiente e incluso bondadoso con los demás, y por qué no desistí al notar que todo ello sólo me acarreaba perjuicios y contradicciones, pues los otros son brutales e impredecibles, no tengo, a pesar de todo, una respuesta.

No, nuestra ciencia no es una ilusión. Pero sí sería una ilusión suponer que lo que la ciencia no puede darnos lo podemos encontrar en otro lugar.

La religión es comparable con la neurosis infantil.

Mientras más se hacen asequibles al ser humano los frutos del conocimiento más se distribuye el declive de las creencias religiosas.

Ningún crítico es más capaz que yo de percibir claramente la desproporción que existe entre los problemas y la solución que les aporto.

 

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