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LA SIGNIFICACIÓN DEL CUIDADO. Tema XII: Amor y voluntad. Rollo May. 1/03/2014

‘Sólo el hombre verdaderamente bondadoso sabe amar y odiar’. Confucio.

A)  EL CUIDADO EN EL AMOR Y LA VOLUNTAD:

  • El cuidado es un estado en el cual algo nos importa.  Es lo contrario de la apatía.  Es la fuente necesaria de Eros, la fuente de al ternura humana.  Para los griegos, Eros no podía vivir sin pasión.  Y nosotros podemos agregar que Eros no puede vivir sin cuidados. Eros exige el agregado necesario del cuidado, que viene a ser el aspecto psicológico  de Eros.
  • La naturaleza da al cuidado poder mediante el sentido del dolor.  Si no nos cuidamos, nos herimos, nos quemamos, nos lastimamos.  Y ésta es la fuente de la identificación: podemos sentir en nuestro cuerpo el dolor del niño o la herida del adulto.
  • No niego los fenómenos biológicos pero el cuidado debe convertirse en un hecho psicológico consciente.
  • La vida procede de la supervivencia física, pero la buena vida procede de aquello que nos hace alimentar cuidados.
  • Para Heidegger, el cuidado (sorge) es la fuente de la voluntad.  El cuidado es una función de la persona toda.    Heidegger dice: ‘cuando se la concibe plenamente, la estructura del cuidado incluye el fenómeno de toda la personalidad consciente’.  Si cuido del ser podré orientarlo prestando atención a su bienestar en tanto que si no alimento cuidado alguno, mi ser se desintegra.   Heidegger ‘concibe el cuidado con el fenómeno fundamental constitutivo de la existencia humana’  el cuidado es pues ontológico por cuanto constituye al hombre como hombre.
  • Voluntad y deseo se fundan en el cuidado.  No podríamos ni querer ni desear si no alimentáramos cuidados.  Y si los alimentamos auténticamente no podemos dejar de desear o querer.  El querer es el cuidado hecho libre, dice Heidegger y hecho activo, agregaría yo.   La constancia de la persona está garantizada por el cuidado.
  • La temporalidad es lo que hace posible el cuidado. Los dioses del Olimpo no tienen cuidados. El hecho de que seamos finitos hace posible el cuidado.
  • Para Heidegger, el cuidado es también la fuente de la conciencia.  ‘la conciencia es la vocación del cuidado’ y ‘se manifiesta como cuidado’
  • Cuidado y voluntad son dos aspectos de la misma experiencia.
  • El desear es como ‘un mero anhelo cual si la voluntad fuera aguijoneada en su sueño’, según dice Macquarrie, ‘pero sin pasar de soñar la acción’.  La voluntad es la forma plena, madurada del deseo y está enraizada con necesidad ontológica en el cuidado.  En un acto consciente de un individuo voluntad y cuidado marchan junto y en ese sentido son idénticos.
  • El sentimentalismo consiste en pensar en el sentimiento antes que experimentar genuinamente el sentimiento mismo.  El sentimentalismo glorifica el hecho de que yo tenga determinada emoción. Comienza subjetivamente y termino en eso.  Pero el cuidado significa siempre alimentar cuidadopor algo.  Somos arrebatados al experimentar el hecho o el suceso objetivo por el cual alimentamos cuidado. En el cuidado debe uno participar en el hecho objetivo, hacer algo en la situación, uno debe tomar alguna decisión.  Y aquí es donde el cuidado une el amor con la voluntad.
  • Considero que el término preocupación -usado normalmente con el adjetivo ‘última’- de Paul Tillich es también un sinónimo del concepto del que estamos ocupándonos.
  • podría emplearse el término compasión que para muchos podría connotar una forma más refinada de cuidado. Pero compasión, ‘sentir con’ alguien es ya una emoción, una pasión que puede sobrevenir y desaparecer.    Prefiero el término cuidado porque es un término ontológico y se refiere a un estado del ser.
  • Amor y voluntad, en el antiguo sentido romántico y ético, son conceptos dudosos y, por cierto, pueden resultar inaccesibles e inaplicables en el marco actual.  No podemos prestarles apoyo apelando en nuestros días al espíritu romántico cuando éste está desvanecido o apelando al ‘debería ser’.  Ninguna de estas cosas tiene ya vigencia.
  • El cuidado es un tipo particular de intencionalidad  que se manifiesta especialmente en psicoterapia.  Significa desearle bien a alguien
  • La significación original y común de la ‘intencionalidad’ y el ‘cuidado’ está en la palabra tender (en inglés tend), que es la raíz tanto de ‘intencionalidad’ como de atender (en el sentido de prodigar cuidado). Tender designa una tendencia, una inclinación hacia, un movimiento por el cual descarga uno su peso en un determinado lado y también significa atender, mostrar solicitud. En este sentido es la fuente tanto del amor como de la voluntad.
  • Nota 1: Kant afirma que: sólo un ser racional tiene el poder de obrar de acuerdo con su idea de las leyes -es decir, de acuerdo con principios- y sólo tiene voluntad’.  Heidegger agrega inmediatamente que ‘puesto que la razón es necesaria para deducir acciones de las leyes, la voluntad no es otra cosa que práctica’.  Sin embargo ese empleo de la palabra ‘poder’ indica que la voluntad es también entendida como energía’  John Macquarrie Will and Existence.
  • Heidegger dita una antigua parábola del cuidado que Goethe también utilizó al final del Fausto: ‘Una vez en que el ‘Cuidado’ se disponía a cruzar un río vio un poco de arcilla; recogió pensativo algo de ese material y comenzó a darle forma. Mientras meditaba sobre lo que había hecho se presentó Júpiter.  El ‘Cuidado’ le pidió que le confiriera espíritu, a lo que el dios accedió de buen grado. Pero cuando ‘Cuidado’ quiso dar su propio nombre a la nueva criatura, Júpiter se opuso y decidió que se le diera en cambio el suyo.  Mientas el ‘Cuidado’ y Júpiter disputaban, apareció la Tierra que quiso que se diera su nombre a la criatura, puesto que ella había suministrado el material para formar su cuerpo. Entonces pidieron a Saturno que oficiara de árbitro y éste pronunció la siguiente decisión que parecía justa: ‘puesto que tú, Júpiter, le diste su espíritu, recibirás ese espíritu a la muerte de la criatura, y puesto que tú, Tierra, le diste su cuerpo, recibirás su cuerpo.  Pero, como ‘Cuidado’ fue quien primero dio forma a esta criatura, la poseerá mientras ella vida.  Y como todavía disputáis sobre el nombre que haya de dársele, llámesela homo pues está hecha dehumus (tierra)

B)  EL MITO DEL CUIDADO:

  • En la Grecia clásica, después de la edad de oro en la cual los mitos y símbolos daban al ciudadano una armadura contra las dudas y los conflictos interiores, llegamos a los siglos III y II a. de C.  nos encontramos entonces en un mundo con un estado de ánimo diferente del de la época de Esquilo y Sócrates. Por todas partes encontramos ansiedad, angustia, dudas y conflictos psicológicos que se reflejan en la literatura.  Y ese mundo no es muy diferente del nuestro.
  • ‘Los antiguos dioses conservaban sus templos y sus sacrificios pero habían dejado de inspirar una fe viva.  Los maestros del siglo anterior, Platón y Aristóteles, no parecían tener ningún mensaje para la nueva generación, ningún remedio para vencer el estado de ánimo general de desilusión, escepticismo y fatalismo’ Ronald Latham
  • Plutarco nos traza el gráfico retrato de un hombre ansioso que presenta los síntomas reveladores del miedo, como insomnio y sudor en la palma de las manos.  Epicteto escribió un capítulo titulado: ‘sobre la ansiedad’ en el cual da un diagnóstico del estado de angustia y las reglas para vencerlo.  ‘Este hombre está trastornado en la voluntad de obtener y en la voluntad de evitar…’
  • Lucrecio deplora que la ansiedad se encuentre en todas partes: miedo a la muerte, miedo a la peste, miedo a los castigos que sobrevendrán después de la muerte, miedo a los espíritus sobrehumanos.  Lucrecio mira al cielo ‘tachonado de resplandecientes astros’ y luego a los ‘corazones ya agobiados por otros infortunios, en los que comienza a despertar y a levantar cabeza una nueva ansiedad.  Llegamos a preguntarnos si no estaremos sujetos a una inescrutable potencia divina que hace recorrer velozmente a los astros sus varias órbitas’
  • Epicuro creía, y Lucrecio lo seguía con toda la devoción de un creyente que si se explicara a los hombres el mundo natural de una manera completamente racional se verían libres de la ansiedad.
  • Los mitos y los símbolos habían perdido su significación, y el ser humano, como había de decirlo posteriormente Epicteto, ‘no sabe dónde está en el mundo’
  • Durante ese periodo helenístico florecieron varias escuelas filosóficas, no sólo los estoicos y epicúreos, sino también los cínicos, los cirenaicos y los hedonistas junto con los tradicionales platónicos y aristotélicos.  Lo que resulta significativo en todas estas escuelas es la circunstancia de que ya no representan esfuerzos por descubrir la realidad moral, como la escuela socrática, o construir sistemas de verdad, como la escuela platónica y la escuela aristotélica.  Son antes bien métodos para enseñar a los hombres a vivir en un mundo colmado de conflictos espirituales y psicológicos. Ahora las doctrinas de esas escuelas asumen el carácter de una franca psicoterapia, por buena o mala que sea.
  • Varias de las escuelas consideraban que el problema central del hombre consistía en controlar sus pasiones y permanecer por encima de los conflictos de la vida.  los estoicos y los epicúreos desarrollaron la doctrina de la ataraxia, una actitud de ‘imperturbabilidad’ frente a la vida, una calma libre de toda pasión que se alcanzaba, especialmente en el caso de los estoicos, mediante un esfuerzo de voluntad y por el hecho de no dejarse afectar por las comunes emociones de la aflicción, engendradas por las adversidades y la pérdida de la vida. Uno debería afirmar su dominio sobre los sucesos exteriores o, si no es capaz de hacerlo, por lo menos procurar que esos sucesos no lo afecten a uno.
  • Pero esa fuerza se lograba al precio de suprimir todas las emociones, tanto negativas como positivas.  En sus intentos de suministrar una psicoterapia, la escuela epicúrea y la escuela estoica se identificaban.  ‘ambas escuelas habrían querido desterrar las pasiones de la vida humana’, dice Dodds.  ‘El ideal de las dos era (…) librar a los hombres de emociones perturbadoras y eso debía lograrse, en un caso, sosteniendo las apropiadas opiniones sobre el hombre y Dios y, en el otro caso, no sosteniendo en absoluto ninguna opinión’ Dodds
  • Los epicúreos aspiraban a alcanzar la tranquilidad del cuerpo y el espíritu equilibrando racionalmente los placeres y asignaban especial valor a los placeres intelectuales.
  • La tradición hedonista asignaba importancia al placer obtenido en la satisfacción sensual.  Pero aquellos hedonistas hubieron de descubrir, como los hedonistas de otros periodos, incluso del nuestro, que la satisfacción sensual buscada por ella misma resulta extrañamente insatisfactoria.  Un maestro de esa escuela, Hegesias, desesperando de alcanzar alguna vez la felicidad se convirtió en el filósofo del pesimismo, y Ptolomeo tuvo que prohibir sus conferencias en Alejandría porque provocaban muchísimos suicidios.  Ese es el comienzo de la época en que el maestro o filósofo ‘concibe su aula como un dispensario para almas enfermas’
  • EL ‘Los temores y angustias que persiguen al pecho humano no se arredran ante el estrépito de las armas ni ante la tupida lluvia de proyectiles.  Andan con paso majestuoso entre príncipes y potentados.  No les infunde respeto niel brillo del oro ni el esplendor de las purpúreas vestiduras’  Lucrecio.
  • Los hombres sienten claramente en su espíritu una enorme carga cuyo peso los deprime.  Si percibieran con igual claridad las causas de tal depresión, el origen del alud de males que encierran sus pechos, no llevarían esa vida que vemos ahora tan comúnmente, una vida en la que nadie sabe realmente que desea y en la que todo el mundo trata continuamente de marcharse de donde está como si la mera locomoción pudiera descargarlo del peso.  Al obrar así, el individuo está realmente huyendo de sí mismo.  A menudo el propietario de una magnífica mansión se aburre de estar en su casa y sale sólo para regresar rápidamente cuando comprueba que no se siente mejor fuera de sus puertas.  A menudo va a su casa de campo conduciendo su carruaje a gran velocidad como si tuviera prisa por salvar una casa que se está incendiando.  Pero apenas cruza los umbrales de la finca se pone a bostezar o se retira caprichosamente a dormir para olvidarse de todo o bien se precipita de nuevo a la ciudad’.   Lucrecio
  • ‘Así como los niños en la oscuridad tiemblan y se asustan por todo, de la misma manera nosotros en la plena luz del día nos sentimos a veces oprimidos por miedos tan infundados como los de esos horrores que los niños se imaginan que habrán de sobrevenirles en la oscuridad.  Los brillantes dardos del sol, la luz del día, no pueden disipar esta oscuridad y miedo de la mente; sólo puede hacerlo la comprensión de la forma exterior de la naturaleza y de sus modos interiores de funcionar’  Lucrecio.
  • Lucrecio creía que si lograba desembarazarse de los dioses y los mitos y ayudaba a los hombres a ilustrase de manera empírica y racionalista, daría el paso necesario para liberarlos de su ansiedad.
  • Había relegado a los dioses a los espacios interestelares, lejos de todo contacto con el género humano.  ‘pues es esencial a la naturaleza misma de la divinidad que goce de una existencia inmortal, de extrema tranquilidad, apartada de nuestros asuntos y ajena a ellos.  Al deidad está libre de dolores y peligros, es fuerte en sus propios recursos, está exenta de todas nuestras necesidades, es indiferente a nuestros méritos e inmune a la cólera’
  • ‘No hay ningún malvado Tántalo como refiere el mito (…) No hay ningún Tityos en el infierno atormentado por aves de rapiña (…) sino que Tityos está aquí entre nosotros, es ese pobre diablo aquejado por el amor, desgarrado realmente por aves de rapiña, devorado por roedores celos o desgarrado por los colmillos de alguna otra pasión.  Sísifo vive también entre nosotros y podemos verlo esforzándose para ganar las insignias del cargo (…).  En cuanto a Cerbero y las furias y el lóbrego y negro infierno cuyas fauces exhalan abominables vapores, son cosas que tampoco existen ni pueden existir en ninguna parte (…).  Tampoco Prometeo existe pues el ‘agente que por primera vez llevó el fuego a la tierra y lo hizo accesible a los mortales fue el rayo’’ Lucrecio.
  • Para Lucrecio los mitos vienen a ser meras expresiones de procesos subjetivos que se verifican en el interior de las personas.  De eta manera sustentaba que lo que todo hombre inteligente sabe: que el mito tiene ciertamente su raíz en las dinámicas subjetivas de la experiencia del individuo.
  • El mito de Sísifo está presente en el latido de mi corazón, en todo cambio producido en mi metabolismo.  Reconocer ese mito como nuestro destino significa comenzar a hallar un sentido en una fatalidad que de otra manera carecería de significación.
  • Repetidas veces Lucrecio proclama que si el lector se convenciera de las ‘causas’ naturales de al vida, se vería libre de su ansiedad.  Y dice que si uno no puede hallar causas adecuadas a un fenómeno ¡es mejor asignarle causas ficticias!.  Pues no podemos renunciar a la creencia de que ‘todo cuanto los sentidos perciben en cualquier momento es verdadero’  y cuando las percepciones parecen engañosas, ‘es mejor, a falta de razones, asignarles causas ficticias (…) que dejar que las cosas claramente aprehendidas se nos escurran de nuestro entendimiento’  Lucrecio.  Nota 30:  Esta idea de asignar causas ficticias nos recuerda la argumentación de algunos analistas que sostienen que el paciente debería ser ayudado a creer en la ‘ilusión de libertad’ para llegar al necesario compromiso de cambiar.  También nos recuerda la afirmación de una serie de psicoterapeutas de que no tiene importancia en su valor curativo el hecho de que se dé al paciente una interpretación verdadera.  El efecto curativo depende de la fe, la esperanza y otras cosas del paciente y no de la exactitud de la interpretación.    Esta es una verdad parcial que debe situarse en un contexto más amplio, el contexto de la ‘intencionalidad’ presente en la relación terapéutica como un factor determinante del valor curativo de la interpretación.
  • Lucrecio está dedicado por entero a negar lo demoniaco y lo irracional.   Resulta curioso que según la narración  tradicional (inmortalizada por Tennyson) se quitó la vida después de haber enloquecido por obra de un filtro de amor
  • La ansiedad de la muerte es la fuente fundamental de toda ansiedad
  • Durante toda su vida Lucrecio debe de haber experimentado quizá más que ningún otro miedos y angustias, lo cual sin duda tiene que ver con su profunda sensibilidad que lo convierte en tan soberbio poeta.
  • Mi experiencia psicoanalítica me ha hecho dudar de que las explicaciones racionales puedan mitigar la ansiedad.  La explicación se convierte en el vehículo de un mythos más profundo que llega a las personas en niveles más hondos que el de la racionalidad.  La explicación, por ejemplo, se convierte en parte del mythos  de que yo, el que da la explicación, cuido de usted, de que usted y yo podemos confiar el uno en el otro y comunicarnos mutuamente.   Esta implicación puede ser, y en psicoanálisis seguramente lo es, mucho más importante que el hecho de que mi explicación o interpretación sea en sí misma, enteramente exacta o ‘brillante’.  Cuando doy una interpretación a un paciente en una sesión psicoanalítica a menudo advierto que lo que más le impresiona en ese momento es no la verdad o falsedad teórica de lo que digo, sino el hecho de que mis palabras muestran mi creencia de que el paciente puede cambiar y de que su conducta tiene sentido.  Estos son aspectos de un mito positivo.    En tales explicaciones el mito más profundo es el de que podemos confiar en el sentido de nuestro universo interpersonal y el de que la conciencia humana puede en principio ponerse en contacto con ese sentido.
  • Después de leer a Lucrecio nos sentimos más capaces de afrontar la muerte y de amar.  Terminamos el poema con la convicción de que a pesar de la muerte, hay significación y nobleza en el hecho de que podamos admitir juntos que no nos resignamos a ver tronchados nuestro amor.  Compenetrados con el poema afirmamos el amor que sentimos los unos por los otros y nuestra posición frente a la muerte.  El poema no resolvió en modo alguno el problema de la muerte pero después de leerlo nos sentimos más capaces de afrontarla y menos solos porque la afrontamos juntos.  Esta es una ilustración de la manera en que el mito es portador de intencionalidad.  El mito es el lenguaje mediante el cual se comunica la intencionalidad. (intencionalidad = la estructura en virtud de la cual la experiencia se hace significativa)
  • Lo que ocurre al leer el final del poema de Lucrecio es que nos damos cuenta de una estructura significativa en las relaciones de nuestras vidas entre sí y con el universo, en el que la muerte es un hecho objetivo.
  • Es ésta una ilustración de cómo la intencionalidad se distingue claramente de la intención consciente que, en el caso de Lucrecio, era hacer comprender ciertas explicaciones, muchas de las cuales resultan falsas y las más de ellas no eran pertinentes.
  • Por total que haya sido la dedicación de Lucrecio a su tarea, surge en el cuadro una dimensión más profunda, que él mismo seguramente no advirtió, una dimensión más importante que todo lo que aprendió de su maestro Epicuro, más importante que su bien meditada filosofía, aun más importante que sus intenciones voluntarias.  Y no consiste esa dimensión en lo que el poeta dice, sino en el poema mismo en el cual una totalidad, un hombre de grandes dotes, que siente, intuye, ama y quiere, así como piensa y escribe, abarca todo el vasto alcance de la experiencia humana.  Ese es el mythos del cuidado.  Y ese mito afirma que lo que importa, ocurra lo que ocurriera en el mundo exterior, es el amor y la aflicción, es la piedad y la compasión.  Estas emociones trascienden aun la muerte.

C)  CUIDADO EN NUESTROS DÍAS:

  • ‘En amor todo hombre comienza desde el principio’ Kierkegaard
  • Ese principio es la relación entre personas, lo que hemos llamado cuidado.  Aunque el cuidado va más allá del sentir, comienza allí.  Se trata de un sentir que denota una preocupación cuando la existencia de la otra persona nos importa. Es una dedicación que asume la forma última de querer complacerse en la otra persona o, en última instancia, sufrir por ella
  • El nuevo interés por el cuidado queda demostrado por el hecho de que psicólogos y filósofos hagan hincapié en el sentir considerado como la base de la existencia humana.  Tenemos que establecer el sentir o sentimiento como un aspecto legitimo de la manera que tenemos de relacionarnos con la realidad.  Cuando W. James dice: ‘el sentimiento es todo’, afirma que todo comienza allí.  El sentir lo compromete a uno, lo liga al objeto y asegura la ación.
  • Durante las décadas que siguieron a eta afirmación ‘existencialista’ de James, el sentimiento quedó desvalorizado y fue desdeñado por considerárselo algo meramente subjetivo. La razón o más exactamente, la razón técnica era la guía de cómo debían plantearse las cuestiones.  Decíamos ‘siento’ como una expresión sinónima de ‘creo vagamente’ cuando no sabíamos  algo, sin darnos cuenta de que sólo podemos conocercuando sentimos.
  • El desarrollo del psicoanálisis ha hecho que se volviera a dar primacía al sentir.  Y en la psicología académica últimamente apareció una serie de artículos que muestran el cambio de psicólogos y filósofos, que tienden ahora a una nueva apreciación del sentir.
  • Sentio, ergo sum (Hadley Cantril)
  • ‘Aquello de que tenemos conciencia no es nunca el puro pensamiento o la pura existencia.  Más bien me experimento esencialmente como una unidad de emociones, de goces, de esperanzas, de temores, de penas, de valoraciones de posibilidades, de decisiones (…) y todas estas cosas son mis reacciones subjetivas a mi ambiente en la medida en que soy activo en mi naturaleza.  Mi unidad, que es el ‘soy’ de Descartes, es mi proceso por el cual formo con este confuso tumulto de materiales un esquema coherente de sensaciones.  Alfred North Whitehead.
  • Sentimiento: el cuidado apuntando al amor
  • La aparición de un genuino sentimiento humano de simpatía, por simple que sea, es un momento decisivo en psicoterapia.  Ruptura de la comunicación: ese es el tema de nuestras obras de teatro más serias como las de O´Neill, Beckett, Ionesco y Pitner.  En estas piezas el hombre se quita enteramente la máscara y nos encontramos ante la vacuidad como en The iceman Cometh.  La nobleza del hombre que es necesaria para la tragedia o para todo genuino humanismo se siente en el escenario como la circunstancia de que la grandeza ha huido del hombre, lo cual significa que hay un vacío: el vacío está presente como una falta. Este es el paradójico estado del sentido de la falta de sentido.  Los hechos trágicos son el aparente vacío, la vacuidad y la apatía.
  • Beckett -para no mencionar otros dramaturgos y artistas plásticos- choca a nuestra conciencia de la significación humana y nos obliga a mirar más profundamente nuestra condición de hombres.  Nos encontramos abrigando cuidados a pesar de la aparente falta de sentido de la situación.  Godot no llega, pero en la espera hay cuidado y esperanza.
  • Esperar es alimentar cuidados y esto supone abrigar esperanzas.
  • T. S. Eliot

Le dije a mi alma, quédate tranquila y espera sin esperanza

Pues la esperanza sería esperar lo malo, espera sin amor

Pues el amor sería amar lo malo; queda sin embargo la fe

Pero la fe y el amor y la esperanza están en el esperar,

Espera sin pensamientos, pues no estás pronto para el pensamiento:

Así la oscuridad será la luz y la calma la danza

  • Claro está que muchos de los dramas contemporáneos son negaciones y algunos de ellos bordean peligrosamente el nihilismo. Pero es el nihilismo lo que nos choca cuando enfrentamos el vacío.  Y para quien tiene oídos para oír, ese vacío (el término se refiere aquí a una condición trascendente) le expresa una aprehensión más profunda e inmediata del ser.  Es el mythos, y a veces creo que es sólo este mythos, lo que nos permite mantenernos frente al cinismo y la apatía que son las enfermedades psicológicas de nuestros días.
  • Esto apunta a una nueva moral, no de formas y apariencias, sino de autenticidad en la relación.
  • Los vagos esbozos de esa moralidad ya están presentes entre nosotros.  Es algo que muestra ese sector de la generación joven que vive este problema con genuina preocupación.  Esos jóvenes no están interesados ni en el dinero ni en el éxito.  Estas cosas se consideran ahora ‘inmorales’  buscan la honestidad, la franqueza y la autenticidad de la relación personal.  Andan tras el sentimiento genuino, buscan un contacto, una mirada sincera en los ojos, compartir una fantasía.    El criterio se convierte en la significación intrínseca  y ha de juzgarse por la autenticidad que uno muestre, por la disposición que uno muestre a hacerse accesible a la otra persona.  No es extraño que en nuestros días las palabras resulten sospechosas, pues esos estados pueden determinarse únicamente mediante el sentir directo.
  • En esta nueva moral el error consiste en la falta de contenido de esos valores.  El contenido parece presente, pero ocurre que en cierta medida ese contenido se basa en el antojo, en el capricho y en una emoción transitoria.  ¿Y la permanencia?  ¿Y la confiabilidad y el carácter duradero de la relación?