Elías-Cannetti

Escritor y pensador en lengua alemana, Premio Nobel de Literatura en 1981.

Nació en el seno de una familia hispanohablante de judíos sefardíes. Canetti, cuyos antepasados italianizaron el nombre de Canete, aprendió, en el seno de su familia, el español arcaico.

Nacionalizado británico. En 1911 abandonó su país para trasladarse a Inglaterra, en 1913 a Viena, a Zurich en 1916 y a Frankfurt en 1921. En el año 1924 regresó a Viena. Estudió Ciencias Naturales y Química en la Universidad de Viena, obteniendo su doctorado en Química en 1929, y donde después cambio su matrícula a Filosofía y Letras, disciplina en la que alcanzó el grado de doctor. Desde entonces se dedicó plenamente a escribir.

SELECCIÓN DE FRASES:

‘Algunas personas poseen cualidades sencillas por las que uno estaría dispuesto a vender su alma’.

‘Él la ama, pero, a pesar de esto, con ella es la persona más cautelosa del mundo’.

‘Amor: una serpiente con dos cabezas que se vigilan sin cesar’.

‘Son mis ilusiones infantiles las que todavía me hacen decir si percibo una fisura en la coraza de un hombre: no todo está perdido, hace falta poco para hacer palpitar a ese corazón detenido’.

‘Nadie sabe lo que es bueno. Sabemos lo que sería mejor’.

‘¡Cuantas injusticias cometemos, para ser justos una vez!’.

‘Toda muerte rompe la cohesión de la intrincada red que es el mundo’.

‘Amo demasiadas cosas. Debería amar todavía más’.

‘Hay que defenderse de todo lo que somos, pero de tal manera que no lo destruyamos’.

‘La indignidad del ataque nos confiere dignidad’.

‘Nubes de palabras usadas, ¿qué lluvia van a dar?’.

‘Es inútil, no tiene sentido, incluso es despreciable dar por perdida a la humanidad’.

‘Se puede desear mucho y siempre será demasiado poco. Pero lo que deseamos poseer siempre es demasiado’.

‘Sigo sin saber por qué se ama a un hermano más que a cualquier otro hombre’.

‘El que lucha por conservar la fama está perdido. Lo que importa es la eficacia de las ideas, nada más’.

‘De cada daño que sufren los que amamos brota un mar de ternura’.

‘Una ofensa tiene valor exactamente en la medida en que te obliga a reflexionar’.

‘No son los pensamientos más profundos los que actúan más duraderamente sobre el mundo’.

‘Cuando adviertas que alguien no te quiso bien, investiga primero qué fue lo que lo disgustó en ti. Puede que tuviera razón’.

‘Dios, ¿cómo has soportado tu creación?’.

‘Las utopías fenecidas. ¡Qué tiempos, cuando aún podías cuidarlas y mimarlas!¿Volverá otra vez ese tiempo, en el que no se teme a las utopías?’.

‘La palabra más imprecisa de todas: yo’.

‘El que supera la alabanza, la merece’.

‘Tantos hombres en la cabeza y todo lo que han dicho. Y, sin embargo, uno mismo tiene que encontrarlo otra vez y decirlo’.

‘No hay que sobrestimar lo inusitado. Hay que dotar de aguijones a lo común y corriente’.

‘Por ninguna parte veo un Dios de la vida, veo sólo ciegos que adornan sus crímenes con Dios’.

‘Uno debe terminar antes de haber dicho todo. Algunos lo han dicho todo antes de empezar’.

‘Es difícil mantener la crueldad necesaria que nos permita ser implacables en nuestros juicios. La ternura de los recuerdos se va extendiendo por todas partes; si nos diluimos en ella será imposible mirar a alguien con los duros ojos de la realidad’.

‘¿A qué hombre se le ha permitido seguir su propio camino? ¿Quién no ha sido

expulsado continuamente a un desierto en el que no encuentra nada de sí mismo, donde

tiene que degradarse y secarse, convertirse en un tartamudo que grita pidiendo auxilio,

alguien que se ahoga entre la sal, sin hojas y sin frutos, hundido y maldito?’.

‘Nadie conoce toda la amargura de lo que aguarda en el futuro. Y si de pronto apareciera como en un sueño, la negaríamos apartando los ojos de ella. A esto le llamamos esperanza’.

‘No existe ningún dolor imposible, lo único infinito es el dolor’.

‘Nadie conoce ni ha conocido nada de inmediato: lo que creemos conocer de pronto, ha estado largo tiempo con nosotros. Lo que verdaderamente importa es el conocimiento clandestino que alienta en todos nosotros’.

‘En el amor es donde menos existe la piedad: en el amor cuenta siempre lo más pequeño, lo insignificante: esa precisión minuciosa le otorga su ser. Nada se olvida. Si uno dice: quiero todo, hay que entenderlo así: todo. Acaso sólo un caníbal podría ser aquí consecuente. Sin embargo, el canibalismo anímico es mucho más complicado: hay que advertir que se trata de dos caníbales que se devoran al mismo tiempo’.