David-Brazier

Terapia Zen. David Brazier.

DOMAR LA MENTE Y EL SENDERO.

  • Absorto en la meditación (Dhyana):
    • La teoría dhyana nos dice que es posible domar la mente.  La teoría marga nos asegura que cada cual se crea un sendero propio. Para quienes siguen el camino del Zen, domar la mente y seguir el camino elegido coinciden.
    • La palabra dhyana (o jhana en palí) es el término indio que más tarde los japoneses pronunciarían ‘zen’.  El Zen es el enfoque del Budismo que concede capital importancia a domar la mente. Se utiliza la analogía con la doma de los animales salvajes.
    • Una de las mejores descripciones del Zen la constituye la serie de dibujos llamados los Cuadros del Boyero, dibujados por el maestro zen Kakuan hace aproximadamente ochocientos años.  El primer cuadro muestra a una persona buscando al buey, pero en ese estadio el buscador se distrae muy pronto y se cansa de la búsqueda. En la segunda ilustración se divisan algunas huellas. En el tercer dibujo, se atisba el buey, o parte del mismo. En el cuarto, se coge al buey y tiene lugar una lucha terrible. En el quinto, el buey queda domesticado y se hace manso y obediente. En el siguiente dibujo, la persona cabalga de vuelta a casa a lomos del buey. En la pintura número siete, la persona y el buey descansan, una vez trascendida la lucha. La octava muestra un círculo vacío. La número nueve se denomina ‘llegando a la fuente’ y representa la plena aceptación de cuanto existe. La última muestra a la persona otra vez en el mundo, como un árbol muerto que ha regresado a la vida.
    • Estas ilustraciones famosas retratan vivamente la lucha que todos hemos de atravesar en nuestro sendero hacia la iluminación.  Pero creo que sería un error considerar que la secuencia representa estadíos dentro del ciclo vital de una persona. Atravesamos los diez cuadros en cada incidente de la vida.  El ‘sendero’ no es un conjunto de pasos secuenciales que se han de dar uno tras otro. Todos los pasos están contenidos en cada paso. Una y otra vez hemos de salir de nuestra propia complacencia y encontrar al buey. Al principio el buey parece nuestro enemigo, la fuerza que está creando un gran revuelo en nuestra vida. Después nos damos cuenta de que se ha hecho amigo nuestro y nos lleva de vuelta a casa. Todavía más tarde ya no necesitamos luchar, sino encontrar nuestra dirección en una vida de compasión, amor y comprensión naturales, ofreciendo lo que tengamos que dar y sonriendo ante lo que el mundo nos traiga.
    • En la historia del Budismo tibetano, uno de los grandes santos es el practicante de yoga Milarepa. Mila nació en cómodas circunstancias pero su padre murió cuando él era muy joven y un malvado tío suyo se aprovechó de su herencia.  Mila creció lleno de resentimiento y su único propósito en la vida era vengarse de su tío. Con ese objetivo se entregó asiduamente al estudio de la magia negra hasta dar con una fórmula que habría de traer la muerte a su tío y terribles infortunios a la familia de éste.  Mientras andaba a la búsqueda de poderes incluso más terribles se cruzó con el practicante budista Marpa. Marpa lo adoptó como discípulo y le hizo pasar por una serie de severísimas pruebas para forjar su carácter.  Mila debió de hallar en su maestro una personalidad alarmante e impredecible pero de alguna forma sabía que Marpa estaba en posesión de lo que él necesita, aunque por entonces ni sabía de qué se trataba. A través de su entrenamiento, Mila desarrolló nuevas capacidades. Como resultado, empezó a cambiar la dirección de su vida.  Con el tiempo llegaría a ser uno de los mayores maestros del Tíbet y uno de sus más virtuosos representantes. Nada de eso habría sido posible si Marpa hubiera dejado de confiar en él porque las metas de su vida no eran positivas, o porque se trataba de un asesino.  Ni habría llegado muy lejos si Marpa hubiera consentido que Mila siguiera con las metas con las que había llegado hasta él.
    • Y de la misma forma en la terapia, lo que se hace necesario es que apreciemos la dirección que el cliente ha tomado, el buey que ya tiene, y ver qué hacer con ello.  Mila tenía una gran determinación.  Marpa pudo comprobar que era muy poderoso, como cualquier joven. El problema residía en cómo domarlo. La estrategia de Marpa fue, al principio, frustrar a Mila una vez tras otra, diciéndole que no podría obtener lo que buscaba hasta que no hubiera hecho antes esto, aquello o lo de más allá. Las tareas siempre eran distintas. Mila cumplió con gran empeño sus tareas para obtener lo que creía que quería. A medida que hacía sus trabajos, sin embargo, iba adquiriendo nuevas facultades y, de ese modo, tal como vimos en la teoría indriya, su vida dejó de estar condicionada por su patrón viejo de conducta y se abrieron ante él nuevas posibilidades.
    • Eso no es algo tan infrecuente. El despertar no se obtiene por lo general yendo tras él, puesto que la persona que no está despierta no sabe a qué aspira. El despertar es el resultado de hacer lo que la realidad nos pide que hagamos.  El practicante se dirige al maestro zen y le dice: ‘me paso el día quitando hierbas en el jardín, pero lo que yo quiero es obtener la experiencia de Kenzo [despertar]’. El maestro zen dice: ‘¿dónde esperas obtener tu experiencia de kensho si no en medio de cosas como las de limpiar el jardín?’. Ello se debe a que, si tratamos de lograr algo, actuamos desde el ego, mientras que si nos desprendemos de algo, experimentamos la libertad.  El logro es ilusión. La pérdida es iluminación.  Mientras despejamos el jardín exterior, atendemos al jardín de nuestra mente.
    • De todas formas, a medida que avanzamos, encontramos que el poder de dirigir nuestra vida crece y se convierte en la base de nuestra práctica.  Ello adopta la forma, por una parte, de la concentración que requieren la meditación y la atención vigilante y, por otra, del poder transformador de vivir con fidelidad al camino. Disponernos a caminar por el sendero único, aun cuando no sepamos dónde habrá de llevarnos.
  • El camino zen (Marga):
    • El camino que ofrece el zen, es una vida de continua liberación de nosotros mismos, momento a momento, mediante nuestro compromiso con las necesidades de la realizad que nos rodea. Es la vía de un bodhisatva [un ser en el camino del despertar] que concede prioridad a la necesidad espiritual del mundo a medida que ésta se manifiesta en cada situación concreta. Y en ese sentido es el sendero de la terapia.  La práctica de la curación auténtica es más que un rol profesional o técnico, es una forma de ser con una fuerza sanadora intrínseca. No es simplemente la terapia de este o aquel otro cliente, sino la mente que busca la verdad reparadora en todos y cada uno de los encuentros.
    • El enfoque del Zen consiste en ver en todo lo que ya está sucediendo una oportunidad para la liberación. De ahí que el maestro zen Dogen escribiera: ‘estudiar el Budismo es estudiarse a sí mismo; estudiarse a sí mismo es olvidarse de sí mismo; olvidarse de sí mismo es ser iluminado por todas las cosas y esa misma iluminación rompe las cadenas del cuerpo y de la mente, no sólo de uno mismo sino de todos los seres. Si la iluminación es verdadera, elimina incluso nuestro apego a la iluminación’ (Kennet, 1976).
    • La terapia zen ve que el dilema que lleva a un cliente a ver a un terapeuta es una manifestación de la naturaleza búdica del cliente que está reclamando que el cliente quede liberado de su condicionamiento.  Es una oportunidad.  Asumir esa oportunidad, sin embargo, requiere mucha valentía.  Esa valentía puede surgir de la compañía que la misma terapia proporciona. El terapeuta y el cliente caminan juntos.  Con el tiempo el cliente tendrá que empezar a caminar por su cuenta. Es algo parecido a ayudar a un niño a andar.  La meta es hacer que el niño camine libremente y con plena confianza en sí mismo, pero el proceso queda facilitado gracias a la ayuda de los padres.  De la misma forma, en la práctica budista, nos resulta beneficioso contar con la ayuda de ‘un buen amigo’ a nuestro lado.
  • Conclusiones:
    • Relaciones de raíz: la raíz de nuestros problemas es la ignorancia fundamental que se manifiesta en la forma de codicia, odio y necedad. El remedio consiste en confiar en nuestra cordura original que se manifiesta en la forma de compasión, amor y comprensión.
    • Relaciones de objeto: la mente queda condicionada por sus objetos. La vida puede mejorar si nos centramos en objetos saludables y trasformamos los perjudiciales.
    • Predominio: la mente ordinaria está dominada por los kleshas [condicionamientos], pero puede ser liberada por la influencia predominante de la intención, la atención , la energía y la indagación.
    • Asociación: cada momento de nuestra actividad mental está condicionado por el que le precede. La cadena puede ser rota gracias a la atención vigilante que nos devuelve a la percepción directa de la realidad.
    • Interdependencia: puesto que todos los aspectos del samsara [mundo] son interdependientes, es posible eliminarlos en una única realización. El Zen favorece el enfoque ‘súbito’ del despertar.
    • Nissaya = todo surge de alguna otra cosa.  El cuerpo y la mente son inseparables. La práctica del Zen es corporal.
    • Apoyo: ofrecer apoyo a los demás es tanto la expresión natural de la forma de ser del terapeuta como el camino de curación del cliente.
    • Hábito: establecer hábitos saludables y ordenados en la vida nos ofrece una base para la espontaneidad y la creatividad, no una restricción de éstas.
    • Karma [acción; la ley del efecto moral]: las acciones deliberadas tienen consecuencias. Las acciones desprendidas (del yo) conllevan efectos poderosos para el mundo pero no generan karma a quienes las realizan.
    • Vipaka [karma ya extinguido]: el karma extinto proporciona un entorno de calma sin esfuerzo que fortalece nuestra práctica zen.
    • Alimentación: generalmente alimentamos nuestros fallos, pero no tenemos por qué hacer eso.  En particular nos sentimos inclinados a alimentar nuestros prejuicios.
    • Indriya [facultad, potencial]: todo el mundo tiene facultades corporales y sensoriales, sexualidad y vida. El sendero del Zen nos permite desarrollar potencialidades superiores que nos facilitan un modo de ser más útil y venturoso.
    • Dhyana [absorto en meditación]: es posible domar la mente y el Zen nos ofrece una forma de hacerlo.
    • Marga [camino, sendero]: todos nos creamos nuestro propio sendero. El sendero del zen es vivir con atención vigilante y ser fieles al voto del bodhisatva, realizando de esa forma nuestro más alto potencial.