Aprender

Aprender1Mirar con intensidad

… Me parece a mí que el aprender es asombrosamente difícil, como lo es también el escuchar. Jamás escuchamos verdaderamente nada, porque nuestra mente no es libre; nuestros oídos están obturados con esas cosas que ya conocemos, de modo que el escuchar se vuelve extraordinariamente difícil. Creo ‑o más bien es un hecho- que si uno puede escuchar algo con la totalidad de su ser, con vigor, con vitalidad, ese acto mismo de escuchar es un factor que libera; pero, desafortunadamente, ustedes jamás escuchan, tal como jamás han aprendido al respecto. Después de todo, uno aprende únicamente cuando entrega todo su ser a algo. Cuando uno dedica todo su ser a las matemáticas, aprende; pero cuando se halla en un estado de contradicción, cuando no quiere aprender pero es obligado a aprender, entonces el aprender se vuelve un mero proceso de acumular. El aprender es como leer una novela con innumerables caracteres; ello requiere atención plena, no una atención contradictoria. Si usted desea aprender acerca de una hoja ‑una hoja de la primavera o una hoja del verano-, debe mirarla realmente, observar su simetría, su textura, la cualidad de esa hoja viva. Hay belleza, vigor, vitalidad en una simple hoja. Así, para aprender acerca de la hoja, de la flor, de la nube, de la puesta del sol, o acerca de un ser humano, uno debe mirar con toda intensidad.

Para aprender, la mente debe estar quieta

Para descubrir algo nuevo, usted debe empezar por su propia cuenta; debe iniciar un viaje estando completamente desnudo, en especial de conocimientos, porque es muy fácil tener experiencias merced a la creencia y al conocimiento; pero estas experiencias son tan sólo productos de nuestra propia proyección y, por lo tanto, son completamente irreales, falsas. Si usted ha de descubrir por sí mismo qué es lo nuevo, de nada sirve llevar la carga de lo viejo, especialmente el conocimiento ‑el conocimiento de otro, por importante que sea el otro-. Uno usa el conocimiento como un medio de autoproyección, de seguridad, y quiere estar muy seguro de que tiene las mismas experiencias que el Buda o Cristo o X. Pero un hombre que está constantemente proyectándose a sí mismo por medio del conocimiento, no es, evidentemente, un buscador de la verdad […].

No existe sendero para el descubrimiento de la verdad […]. Cuando usted quiere descubrir algo nuevo, cuando está experimentando con cualquier cosa, su mente ha de hallarse muy quieta, ¿no es así? Si su mente está llena, atestada de hechos, de conocimientos, éstos actúan como un obstáculo para lo nuevo; la dificultad para la mayoría de nosotros es que la mente se ha vuelto tan importante, tan predominantemente significativa, que interfiere todo el tiempo con cualquier cosa que pueda ser nueva, que pueda existir simultáneamente con lo conocido. Este conocimiento y el aprendizaje son obstáculos para quienes quieren buscar, para quienes desean tratar de comprender aquello que es intemporal [la realidad].

El aprender no es una experiencia

La palabra aprender tiene una gran significación. Hay dos clases de aprender. Para la mayoría de nosotros, el aprender significa acumulación de conocimientos, experiencias, tecnología, acumulación de destrezas, de un idioma. También está el aprender psicológico, el aprender gracias a la experiencia, o bien el aprender de las experiencias inmediatas de la vida, las cuales dejan cierto residuo; aprender de la tradición, de la raza, de la sociedad. Existen estas dos clases de aprender cómo encarar la vida: la psicológica y la fisiológica; la destreza externa y la destreza interna. En realidad, no existe una línea de demarcación entre ambas; se superponen. No estamos considerando por el momento la destreza que aprendemos mediante la práctica, el conocimiento tecnológico que adquirimos a través del estudio. Lo que nos interesa es el aprender psicológico que hemos adquirido en el curso de los siglos o que hemos heredado como tradición, conocimiento, experiencia. A esto lo llamamos aprender, pero yo cuestiono que eso sea, en modo alguno, aprender. No hablo acerca de aprender una destreza, un idioma, una técnica, sino que me pregunto si la mente aprende alguna vez en lo psicológico. Ha aprendido, y con lo que ha aprendido se enfrenta al reto de la vida. Está siempre traduciendo la vida o el reto nuevo, conforme a lo que ha aprendido. Eso es lo que hacemos. ¿Es eso aprender? El aprender, ¿no implica acaso algo nuevo, algo que no conozco y que estoy aprendiendo? Si tan sólo añado a lo que ya conozco, eso no es más aprender.

¿Cuándo es posible aprender?

La función de la mente es investigar y aprender. Por aprender no entiendo el mero cultivo de la memoria o la acumulación del conocimiento, sino la capacidad de pensar clara y sanamente, sin ilusión alguna, comenzar desde hechos y no desde creencias e ideales. No hay aprender posible si el pensamiento se origina en conclusiones previas. Adquirir meramente información o conocimiento no es aprender. Aprender implica amar la comprensión y hacer una cosa por amor a la cosa misma que uno hace. El aprender es posible sólo cuando no hay coerción de ninguna clase. Y la coerción adopta muchas formas, ¿no es así? Está la coerción ejercida por la influencia, por el apego o por la amenaza, por el estímulo persuasivo o por formas sutiles de recompensa.

La mayoría de las personas piensa que el aprender es alentado mediante la comparación, mientras que de hecho es lo contrario. La comparación genera frustraciones y tan sólo alienta la envidia; eso es llamado competencia. Como otras formas de persuasión, la comparación impide el aprender y engendra miedo.

El aprender jamás es acumulativo

Aprender es una cosa y adquirir conocimientos es otra. El aprender es un proceso constante, no un proceso aditivo, no un proceso mediante el cual uno acumula y, entonces, desde allí actúa. Casi todos nosotros reunimos conocimiento como memoria, como una idea, lo almacenamos como experiencia, y actuamos a partir de eso. Es decir, actuamos desde el conocimiento: conocimiento tecnológico, conocimiento como experiencia, conocimiento como tradición, conocimiento que uno ha derivado de las tendencias particulares de su idiosincrasia; con ese trasfondo, con esa acumulación de conocimiento, experiencia, tradición, actuamos. En ese proceso no hay aprender alguno. El aprender jamás es acumulativo; es un movimiento constante. No sé si alguna vez han investigado esta pregunta: ¿Qué es el aprender y qué es la adquisición de conocimiento? […]. El aprender jamás es acumulativo. Ustedes no pueden almacenar el aprender y después actuar desde ese depósito. Aprenden sobre la marcha. Debido a eso, jamás hay un instante de regresión o deterioro o decadencia.

El aprender no tiene pasado

La sabiduría es algo que ha de ser descubierto por cada uno, y no es el resultado del conocimiento. El conocimiento y la sabiduría no marchan juntos. La sabiduría llega cuando hay madurez en la percepción de nosotros mismos. Si no nos conocemos a nosotros mismos, el orden no es posible y, por lo tanto, no hay virtud.

Ahora bien, aprender acerca de uno mismo, y acumular conocimientos acerca de uno mismo, son dos cosas diferentes […]. Una mente que adquiere conocimientos jamás está aprendiendo. Lo que hace es acumular para sí misma información, experiencia como conocimiento, y desde ese trasfondo de lo que ha acumulado, experimenta, aprende; en consecuencia, jamás está aprendiendo realmente, sino siempre conociendo, adquiriendo.

El aprender existe siempre en el presente activo, no tiene pasado. Tan pronto uno se dice a sí mismo: «He aprendido», eso ya se ha vuelto conocimiento, y desde el trasfondo de ese conocimiento uno puede acumular, interpretar, pero no puede seguir aprendiendo. Sólo una mente que no adquiere sino que siempre se halla en estado de aprender, sólo una mente así puede comprender toda esta entidad que llamamos el «yo». Tengo que conocerme a mí mismo, la estructura, la naturaleza, la significación de la entidad total; pero no puedo hacerlo cargado con mi conocimiento previo, con mi experiencia anterior, con una mente condicionada, ya que entonces no estoy aprendiendo, sólo estoy interpretando, traduciendo, mirando con ojos que ya se hallan oscurecidos por el pasado.

Autor: J. Krishnamurti.