Amor V

Amor V

ODIO

El problema de amor y odio, ¿ha de ser resuelto dentro del campo de su propio conflicto, o el pensamiento-sentimiento ha de ir mucho más allá de su propio patrón conocido? (15).

El amor no es lo opuesto del odio; si lo es, deja de ser amor (15).

Si el amor es lo opuesto del odio, entonces se marchita (15).

El amor no puede ser cultivado; si uno cultiva la compasión, deja de ser compasión, porque entonces contiene su propio opuesto, el odio.  El amor existe cuando no hay devenir, el cual engendra el opuesto (15).

El amor no nace de la represión del odio y la violencia.  Lo conocerá sólo quien haya visto el rostro de la violencia y no le haya vuelto la espalda, quien no lo haya disimulado con un ideal, el cual es otra vez violencia, tanto en su intención como en sus resultados (15).

No es posible que integréis el amor y el odio.  U odiáis, o amáis.  No puede haber combinación de ambas cosas, no hay integración de los opuestos.  Lo único que conocemos del amor es un estado de contradicción, con sus celos, odio, antagonismo.  El amor no es el placer sensual que llamamos amor, ni es éste que llamamos así y que va con el odio, la envidia, la ambición (38).

Para dar, debe existir lo inagotable.  Aquello reservado que da, es el temor de terminar, y sólo en el terminar existe lo inagotable.  Dar no es terminar.  El dar es de lo mucho o de lo poco; y lo mucho o lo poco es lo limitado, el humo, el dar y el tomar.  El humo es deseo expresado en los celos, el odio, la decepción; el humo es el temor del tiempo; el humo es el recuerdo, la experiencia.  No hay dar, sino solamente extensión del humo.  La reserva es inevitable, porque no hay nada que dar.  Participar no es dar; la conciencia de participar o de dar pone término a la comunión.  El humo no es la llama, pero nosotros lo tomamos por la llama.  Dése cuenta del humo, lo que es, sin tratar de hacer desaparecer el humo para ver la llama (46).

La verdad no tiene opuesto ni lo tiene el amor (48).

PASIÓN

El amor no puede dividirse en divino y físico.  Es amor.  Y con él va naturalmente -no es necesario decirlo- un sentido de pasión.  No puede uno llegar muy lejos sin pasión, siendo la pasión intensidad.  No es la intensidad que tiene una causa, de modo que cuando elimináis la causa desaparece la intensidad.  No es un estado de entusiasmo (34).

La pasión que adviene cuando el ‘yo’ está ausente, cuando hay un olvido total de todo lo que ‘uno’ es, es necesaria a fin de percibir, de comprender, de amar (60).

El amor es pasión, la cual es compasión.  Sin esa pasión y compasión, sin su inteligencia, uno actúa en un sentido muy limitado, y todas las acciones de uno son limitadas.  Donde hay compasión, esa acción es total, completa, irrevocable (35).

Un hombre que no sabe lo que es la pasión, nunca conocerá el amor, porque el amor sólo puede emerger cuando hay un total abandono de uno mismo (44).

PENSAR

El amor y la comprensión no son productos del intelecto.  El amor no puede ser dividido artificialmente como amor a Dios y amor al hombre.  Si se lo divide así, ya no es amor.  Ame usted completamente, totalmente, sin el pensamiento del yo, y de tal modo libérese realmente del miedo, el cual necesita diversas formas de escape y olvido (14).

Si cada uno de nosotros puede comprender que la unidad sólo es posible gracias al recto pensar, no a meros mecanismos superficiales de carácter económico, cuando nos tornemos religiosos, trascendiendo el anhelo de inmortalidad y poder personal, de satisfacciones mundanas y sensuales, sólo entonces realizaremos la profunda sabiduría interna de la paz y el amor (14).

Sólo en el estado negativo puede haber amor, no en el estado positivo.  El estado positivo es la continuidad del pensamiento hacia un fin deseado, y en tanto exista eso, no puede haber amor (16).

Podemos imaginar lo que el amor debería ser; eso constituye meramente un proceso de pensamiento, pero no es amor.  El amor no es personal o impersonal, no es amor a uno o a muchos; es amor, no conoce fronteras ni clases ni razas.  El amor no es producto del pensamiento, porque el pensamiento es el resultado de la memoria, del condicionamiento, y sólo puede generar deterioro, muerte (16).

El amor no está en el mañana.  Uno no puede decir que amará mañana.  Ama ahora o nunca.  Y esa cosa extraordinaria, esa significación y belleza del amor, pueden comprenderse sólo en la relación, pero el mero cultivo del amor a través de la disciplina es la negación del amor.  El amor es, entonces, tan sólo intelectual.  Una persona que ama con la mente, esta vacía de corazón.  La mente puede adaptarse, el pensamiento puede adaptarse, pero el amor jamás se ‘adapta’.  Es un estado de ser.  Lo que es puro es puro siempre, aunque esté dividido (16).

Cuando sienten afecto por alguien, ¿es eso un proceso de pensamiento?  Cuando aman a una persona y usan ese amor como medio de enriquecerse internamente, es obvio, entonces, que se trata de un proceso de pensamiento; eso ya no es más amor (16).

¿Es posible amar sin que interfiera la mente?  Amamos con la mente, nuestros corazones están llenos con las cosas de la mente, pero las fabricaciones de la mente no pueden ser, desde luego, amor.  No podemos pensar acerca del amor.  Podemos pensar en la persona que amamos, pero ese pensamiento no es amor; y así, gradualmente, el pensamiento va ocupando el lugar del amor.  Y, cuando la mente llega a ser lo más importante, lo supremo, es obvio que no puede haber afecto.  Ése es, sin duda alguna, nuestro problema (16).

El amor es algo que está, ciertamente, más allá del proceso del pensamiento, pero puede ser descubierto si comprendemos ese proceso en la relación -no negando el proceso del pensamiento, sino estando atentos al significado completo que, en la relación, tienen las modalidades de nuestra mente y de nuestras acciones (16).

El amor es un estado de la mente en el que no hay verbalización, ni recuerdo, sino que es algo directo, instantáneo (35).

Si yo le amo porque usted fue amable conmigo ayer, o usted no me agrada porque no me dio una oportunidad para esto o para aquello, entonces ésa es una forma de pensamiento, el cual acepta y rechaza (36).

Cuando hay amor, ¿qué es la responsabilidad?  Por favor, vayamos despacio.  Cuando la responsabilidad tiene su base en el pensamiento y el placer, esa responsabilidad implica entonces deber, obligaciones, etc.  Pero cuando el amor no es placer -y uno ha de examinar esto muy, muy atentamente- entonces, ¿hay en el amor (si es que puedo utilizar esa palabra) hay en el amor responsabilidad, en el aceptado sentido de la palabra?  Yo amo a mi familia; en consecuencia, soy responsable por mi familia.  ¿Está ese amor basado en el placer?  Si lo está, entonces esa palabra ‘responsabilidad’ toma un significado por completo diferente; entonces la familia es mía, yo la poseo, dependo de ella, debo cuidarla.  Entonces soy celoso, porque dondequiera que haya dependencia, hay temor y celos (37).

El amor no es creación de la mente.  El amor no es personal, impersonal o universal; esas palabras son sólo de la mente.  El amor es algo que no puede ser comprendido mientras el pensamiento, que es exclusivo, persista.  El pensamiento, que es la reacción de la mente, jamás podrá comprender qué es el amor; el pensamiento es invariablemente exclusivo, separativo, y cuando el pensamiento intenta describir el amor, tiene necesariamente que encerrarlo en palabras que son también exclusivas.  La familia, tal como la conocemos, es invención de la mente, y por lo tanto es exclusiva, es un proceso de agrandamiento del ‘sí mismo’, del ‘yo’, lo cual es resultado del pensamiento; y en la familia a la que nos aferramos tan constantemente, tan desesperadamente, no hay amor.  Por cierto empleamos esa palabra ‘amor’, creemos amar, pero en realidad no amamos.  Decimos que amamos la verdad, que amamos a la esposa, al esposo, a los hijos, pero esa palabra está rodeada por el humo de los celos, la envidia, la opresión, la dominación y un constante batallar.  La familia, pues, llega a ser una pesadilla, un campo de batalla entre los dos sexos, y, por consiguiente, la familia se torna invariablemente opuesta a la sociedad.  La solución no está en una legislación que destruya la familia, sino en vuestra propia comprensión del problema; y el problema se comprende, y, por tanto, llega a su fin, tan sólo cuando hay real amor.  Cuando las cosas de la mente no llenen el corazón, cuando la ambición individual, el éxito y el logro personal no predominen, cuando no ocupen lugar en vuestro corazón, entonces conoceréis el amor (50).

Si pensáis en el amor, ello no es amor: es simplemente una proyección del pensamiento (50).

El amor no es de la mente.  La mente hace el humo de la envidia, de la posesión, de la ausencia, del recuerdo del pasado, de la inquietud por el mañana, del sufrimiento y del fastidio; y esto efectivamente ahoga la llama.  Cuando no hay humo, la llama está.  Los dos no pueden coexistir; el pensamiento de que ellos existen juntos no es más que un deseo.  Un deseo es una proyección del pensamiento, y el pensamiento no es amor (46).

PLACER

Si usted está alerta en sus actividades cotidianas -cuando habla, cuando camina, cuando gana dinero o cuando busca placer-, en ese estado de alerta y dependiendo de su seriedad, surge una comprensión, un amor que no está bajo el mandato del intelecto o la emoción (14).

Podemos conocer lo que es el amor sólo cuando sepamos morir para todo lo del ayer, para todas las imágenes del placer, sexual o de otra clase (61).

¿Sabemos lo que significa amor, o únicamente conocemos el placer y el deseo, a los cuales llamamos amor?, aun cuando, desde luego, con el placer, con el deseo, va la ternura, el cuidado, el afecto, etc.  ¿Es pues, el amor placer, deseo?  Aparentemente lo es para la mayoría de nosotros.  Uno depende de su esposa, uno ama a su esposa, no obstante, si ella mira a alguna otra persona, uno se siente encolerizado, frustrado, infeliz, y finalmente está el tribunal para divorcios.  ¡Eso es lo que llamamos amor!  Pero si su esposa muere, se busca otra, porque es muy grande la dependencia.  Uno nunca pregunta por qué depende de otro.  (Hablo de dependencia psicológica).  Si lo observa de cerca, verá bien adentro, profundamente, cuán solo está, cuán frustrado e infeliz es.  No sabe qué hacer con esa soledad, ese aislamiento, que es una forma de suicidio.  Y, por lo tanto, no sabiendo qué hacer, depende de alguien o de algo.  Esa dependencia le proporciona gran comodidad y compañía, pero cuando esa compañía es ligeramente alterada, uno se torna celoso, furioso (8).

El amor no es mero placer, una cosa de la memoria; es un estado de intensa vulnerabilidad y belleza, que se niega cuando la mente levanta murallas de actividad egocéntrica (53).

Cuando el deseo y el placer no están relacionados con el amor, entonces el amor es intenso.  Igual que la belleza, es algo totalmente nuevo cada día.  No tiene ni ayer ni mañana (56).

¿Sabe usted lo que significa amar?  Significa no temor, no yo, no sufrimiento, y también una comprensión de lo que implica el placer, de lo que es el puro deleite y de lo diferente que es del placer, y asimismo significa saber qué es la belleza (17).

Donde existe una herida, no hay amor.  Si uno se halla lastimado, el amor es entonces mero placer (22).

POSEER

Los capitalistas, los terratenientes, los gobernadores de los Estados de la India, ¿son responsables?  Para serlo, tiene que haber amor, pero el amor se termina con la codicia, con el deseo de ejercer dominio, de influir sobre otros.  El amor se termina cuando uno se da importancia a sí mismo como líder o como terrateniente (15).

El amor existe cuando no hay posesiones, cuando no condenamos, cuando no buscamos nuestra propia realización (15).

Si ustedes aman, sabrán qué hacer con su dinero; actuarán de acuerdo con los dictados de sus corazones.  Es difícil estar en comunión con las sugerencias de un corazón que ama, especialmente para aquellos que son ricos.  Así, pues, la cuestión de qué hacer con el dinero que uno ha heredado o acumulado, no es tan importante como el cultivo del corazón.  Cuando tienen dinero y no amor, entonces, ¡desdichados de ustedes! Es un corazón vacío el que acumula dinero; habiéndolo acumulado, surge el problema de qué hacer con la acumulación.  Pero, el problema no es ése, sino que consiste en despertar la belleza del corazón.  Cuando esté despierta, el corazón sabrá cómo actuar.  Sin amor, tratar de convertirse en filántropo es otra forma de explotación.  El amor mostrará el camino al rico y al pobre.  Únicamente el amor podrá resolver la contradicción de la existencia.  Cuando la mente se halla atrapada en la red de acciones deplorables, sólo el amor enseñará el camino de la acción correcta (15).

Cuando hay afán posesivo y búsqueda de gratificación, no puede haber amor.  ¿Cómo puede haber amor cuando en nuestras actividades para ganarnos la vida somos despiadados, cuando en nuestros negocios somos astutos y competidores?  Usted no puede explotar a su prójimo, matarle de hambre, y después ir a su casa y tener el corazón lleno de afecto por su mujer y sus hijos.  El explotar a otro destruye el amor por su mujer y sus hijos.  Cuando los hijos se convierten en un medio para la perpetuación propia o son usados como autorrealización o tratados como meros juguetes, entonces no puede haber amor (15).

Cuando amamos, en ese amor hay afán posesivo, dominio o sumisión.  De esta posesión surgen los celos y el temor a la pérdida, de modo que legalizamos este instinto posesivo.  Además de los celos, están los innumerables conflictos con los que cada uno de nosotros se halla familiarizado.  El afán posesivo no es, entonces, amor (15).

Un hombre que es feliz, que ama, que no desea posesiones, no es seducido por el éxito, por el poder, por la posición ni por la autoridad (50).

PERDÓN

¿Qué quiere decir el perdón?  Vosotros me insultáis y yo me resiento, lo recuerdo; luego, por imposición o arrepentimiento, digo que os perdono.  Primero retengo y luego rechazo.  ¿Qué significa eso?  Que yo sigo siendo la figura central.  Sigo siendo importante; soy yo quien perdona a alguien.  Mientras exista la actitud de perdonar, el importante soy yo, no la persona que se supone que me ha insultado.  Así que, cuando acumulo resentimiento y luego lo niego, a lo cual vosotros llamáis perdón, eso no es amor.  Es evidente que el hombre que ama no tiene enemistad alguna, y es indiferente a todas estas cosas.  La simpatía, el perdón, la relación que existe en la posesión, los celos y el temor, nada de eso es amor.  Pertenece a la mente, y mientras la mente sea el árbitro, no hay amor, pues la mente sólo arbitra poseyendo, y su arbitraje es mera posesividad bajo diferentes formas.  La mente sólo puede corromper el amor, no puede hacer que nazca el amor, no puede brindar belleza.  Podéis escribir un poema sobre el amor, pero eso no es amor (43).