21 de Febrero de 2016

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Casio: su rudeza sirve para sazonar su buen sentido y hace que las gentes saboreen más sus palabras y las digieran mejor refiriéndose a Casca. Julio César. Shakespeare.

Todas las desgracias de los hombres provienen de no hablar claro. Albert Camus La Peste.

Aunque brilla la llama en los ojos del joven, en los ojos del viejo puede verse la luz. Víctor Hugo.

Todo joven gozador es el prospecto de un anciano melancólico. José Asunción Silva.

Paciencia… y que nuestras virtudes soporten nuestros defectos. San Francisco de Sales.

La vida podía ser un experimento del que conoce. F. Nietzsche. La Gaya Ciencia.

Superhombre: César con el alma de Cristo. F. Nietzsche.

Todos estamos condenados a nuestros semejantes, educarlos o padecerlos. Marco Aurelio.

El que menos ama es el que domina en la relación. J. P. Sartre.

Las mujeres despiertan en nosotros el deseo de llevar a cabo una obra maestra, pero siempre nos lo impiden, si pueden. Orson Welles.

El que tiene una nariz muy larga cree que todo el mundo habla de ella. T. Fuller.

Dad palabras al dolor; la pena que no habla murmura en el fondo del corazón, y lo invita a romperse. Macbeth, de W. Shakespeare.

Disfruta solo los placeres del momento. Proverbios chino.

SHYLOCK: que soy un judío. ¿Es que acaso un judío no tiene ojos? ¿Es que un judío no tiene manos, órganos, proporciones, sentidos, pasiones, afectos? ¿Es que no está nutrido de los mismos alimentos, herido por las mismas armas, sujeto a las mismas enfermedades, curado por los mismos medios, calentado y enfriado por el mismo verano y por el mismo invierno que un cristiano? Si nos pincháis, ¿no sangramos? Si nos hacéis cosquillas, ¿no nos reímos? Si nos envenenáis, ¿no nos reímos? Y si nos ultrajáis, ¿no nos vengaremos? El Mercader de Venecia, de W. Shakespeare.

No quiero verter esta sangre ni herir esta piel, más blanca que la nieve, más lisa que alabastro de sepulcros. Pero ha de morir o engañará a más hombres. Apagaremos la llama y después apagaremos su llama.  Otelo. de W. Shakespeare.

No es suficiente encontrar a la persona adecuada, nosotros debemos ser la persona adecuada. J. Jackson Brown.

El único motivo que nos debe incitar a la amistad es la búsqueda de las virtudes y el mutuo perfeccionamiento. Confucio.

Las críticas no son otra cosa que orgullo disimulado. Teresa de Calcuta.

Si aspiras a encontrarte a ti mismo, no te mires al espejo, porque allí encontrarás sólo una sombra, un extraño. S. Freud.

Dulce egoísta que malgasta ahorrando. W. Shakespeare.

Del mundo ten piedad, que tú y la tumba, ávidos, lo que es suyo no devoren. W. Shakespeare.

La pureza de alma, la ausencia de todo sentimiento de odio, prolongan la duración de la juventud. Stendhal.

Yo no sé hablar. Yo sólo sé hablar de lo que sé. Marco Antonio.

Belleza: amor sin deseo. E. Burke.

Los mortales sólo somos sombra y arena. Película Gladiator.

La justicia es la verdad en acción. Joseph Joubert.

Sublime: combinación de lo bello y lo grotesco. Víctor Hugo.

La claridad es el barniz de los maestros. Luc de Clapiers.

La acción correcta sólo es posible cuando la mente está en silencio y vemos lo que es. J. Krishnamurti.

Sólo nuestro corazón labra su felicidad o su desventura. Goethe.

La adversidad depende menos de los males que sufrimos que de la imaginación con que la padecemos. Fenelón.

La suavidad domina más que la ira. Proverbio español.

Los pensamientos son tiranos que regresan una y otra vez para atormentarnos. Película Cumbres Borrascosas.

Pocas vidas son hermosas minuciosamente consideradas; la de los grandes hombres lo es sólo considerada en conjunto. Lorenzo A. De la Beaumelle.

Ponerse a vivir hoy ya es tarde: el sabio ha comenzado ayer. Marcial.

La vida es un combate sin grandeza, sin felicidad, sostenido en la soledad y el silencio. Romain Rolland.

 

Querido amigo:

¿usted no me ve cómo todo lo que sucede es siempre un comienzo?

¡Y comenzar, en sí, es siempre tan hermoso!

Deje que la vida le acontezca.

Créame: la vida tiene razón en todos los casos.

Rainer María Rilke.

 

 Por donde quiera que fui,

la razón atropellé,

la virtud escarnecí,

a la justicia burlé,

y a las mujeres vendí.

 

Yo a las cabañas baje,

yo a los palacios subí,

yo los claustros escalé,

y en todas partes dejé

memoria amarga de mí.

Zorrilla.

 

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