Vida y muerte

 

J. KrishnamurtiKrishnamurti nació en la India en 1895 y murió en 1986. A los 13 años lo tomó bajo su protección la Sociedad Teosófica. Ésta consideraba que él era el vehículo para ser el “instructor del mundo”, cuyo advenimiento habían estado proclamando.

Krishnamurti, emergió como un maestro inflexible e inclasificable. Sus charlas y escritos no tenían conexión con ninguna religión específica y no pertenecían ni a Occidente ni a Oriente, sino que eran para todo el mundo.

Repudiando firmemente la imagen mesiánica, en 1929 disuelve de forma tajante la vasta y caudalosa organización que se había construido en torno a él y declaró que la verdad era una tierra sin senderos a la cual resulta imposible aproximarse mediante ninguna religión filosófica o secta convencional. Por el resto de su vida rechazó insistentemente la condición de gurú que otros trataban de imponerle y negando él mismo su autoridad, no queriendo discípulos y hablando siempre como un individuo habla a otro.

En el núcleo de sus enseñanzas estaba la comprensión de que los cambios fundamentales de la sociedad podían tener lugar sólo con la transformación de la conciencia individual: acentuaba constantemente la necesidad del conocimiento propio y la captación de las influencias restrictivas originadas en los condicionamientos personales y sociales.

Krishnamurti señalaba la urgente necesidad de una apertura para este vasto espacio en el cerebro que contiene en sí una energía inimaginable.

Krishnamurti siguió hablando hasta su muerte a los 90 años. Sus charlas, diálogos, diarios están reunidos en unos 100 volúmenes. 

‘Hay un nombre que se yergue en contraste con todo lo que es confuso, pedante y esclavizador: Krishnamurti. He aquí un hombre de nuestro tiempo de quien puede decirse que es un maestro de la realidad. Es único’. Henry Miller.

 

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VIDA Y MUERTE

VIDA.

 

 

¿QUÉ SE SABE DEL NIÑO KRISHNA?:

  • La Sociedad Teosófica, cuyo objetivo era ‘formar el núcleo de una Hermandad Universal de la Humanidad’, fue fundada en Norteamérica en 1875 por esa extraordinaria mística rusa, clarividente y operadora de milagros, llamada Madame Helena Petrovna Blavatsky y por el Coronel Henry Steel Olcott, un veterano de la guerra civil americana que se interesaba profundamente en el espiritualismo y que también afirmaba poseer clarividencia. Esta extraña pareja, en la que ambos siguieron siendo ‘compinches’ (según expresión de Olcott) por el resto de sus vidas, adoptó como su credo oculto muchas de las antiguas tradiciones de Oriente, y en 1882 trasladó sus cuarteles a un gran complejo residencial en Adyar, un suburbio al sur de Madrás, paraje sumamente hermoso donde el río Adyar confluye en la Bahía de Bengala y donde se encuentra una de las higueras mayores de la India, así como una milla de extensión fluvial que llega hasta una vacía playa arenosa. Allí han permanecido desde entonces los cuarteles Internacionales de la Sociedad, habiéndose construido más casas y adquirido más terrenos; desde allí, el movimiento pronto se expandió por todo el mundo.
  • Madame Blavatsky murió en 1891, y al morir en 1907 el primer Presidente de la Sociedad Teosófica, el Coronel Olcott, Mrs. Annie Besant fue elegida Presidenta y, consecuentemente, estableció su residencia en Adyar. Ella y su principal colega, Charles Webster Leadbeater (un antiguo clérigo de la Iglesia Anglicana y discípulo de Madame Blavatsky), eran ambos clarividentes, aunque más tarde Mrs. Besant desechó sus poderes ocultos cuando decidió dedicar la mayor parte de sus energías a la causa de la autonomía de la India.
  • Jiddu Krishnamurti nació el 11 de mayo de 1895 (esta fecha está de acuerdo con los cálculos astrológicos hindúes, que cuentan el día desde las 4 a.m. hasta las 4 a.m. Según el cómputo occidental, él habría nacido a las 0,30 horas del día 12 de mayo) en Madanapalle, un pequeño pueblo rodeado de cerros que se encuentra entre Madrás y Bangalore. Su padre, Jiddu Narianiah, se había casado con su prima Sanjeevamma, quien le dio diez hijos, de los cuales Krishna fue el octavo. Esta familia brahmín [perteneciente a la casta de los brahmanes, considerada tradicionalmente la casta más elevada que venía detentando el poder espiritual y sacerdotal], estrictamente vegetariana y que hablaba el dialecto telegu, no pasaba grandes necesidades de acuerdo a los patrones imperantes en la India: Narianiah era funcionario en el Departamento de Rentas de la administración británica y antes de su retiro alcanzó la posición de Magistrado de Distrito. Narianiah era teósofo y Sanjeevamma una adoradora de Sri Krishna en honor al cual dio nombre a su propio hijo.
  • Sanjeevamma tuvo la premonición de que este octavo hijo iba a ser notable en alguna forma e insistió, a pesar de las protestas de su esposo, en que el nacimiento tuviese lugar en la habitación del puja [adoración, rito, ceremonia]. Un escritor brahmín ha señalado que, a esta habitación destinada a las plegarias, normalmente sólo se podía entrar después de un baño ritual y vistiendo ropas limpias: ‘el nacimiento, la muerte y el ciclo menstrual eran los focos de la contaminación ritual (…). Que un hijo pudiera nacer en esta habitación era inconcebible’. Y, no obstante, así ocurrió. A diferencia de otros partos de Sanjeevamma, éste fue un nacimiento normal. A la mañana siguiente el horóscopo del niño fue hecho por un conocido astrólogo, quien aseguró a Narianiah que su hijo iba a ser un hombre extraordinario.
  • A la edad de dos años, Krishna casi murió de malaria. Después de eso, durante varios años padeció ataques de malaria y severas pérdidas de sangre por la nariz que le mantenían lejos de la escuela y más cerca de su madre que cualquiera de los otros hijos. Le gustaba ir con ella al templo. Era un niño tan vago y soñador y tan malo en sus labores escolares (en realidad las odiaba), que a sus maestros les parecía que era mentalmente retrasado. Sin embargo, era extremadamente observador, como habría de serlo durante toda su vida. Tenía también una naturaleza sumamente generosa, otra característica que conservó a lo largo de toda su vida. Tenía otro rasgo en su carácter que permaneció siempre con él y que parece estar en desacuerdo con su naturaleza soñadora: el amor por la maquinaria.
  • Había un vínculo especial entre él y su hermano Nityananda (Nitya), que era tres años menor. Nitya era tan agudo e inteligente en la escuela, como Krishna era vago y difícil de enseñar. A medida que fueron creciendo, Krishna se volvió cada vez más dependiente de este pequeño hermano.
  • En 1904 murió la hermana mayor de Krishna, una muchacha de veinte años dotada de una naturaleza muy espiritual. Después de la muerte de ella Krishna demostró por primera vez que era clarividente: tanto él como su madre veían con frecuencia a la muchacha muerta en un lugar especial del jardín. Sin embargo, al año siguiente, cuando Krishna tenía diez años y medio, una tragedia mucho mayor sobrevino a la familia: murió la propia Sanjeevamma. Krishna la veía después de su muerte aun más claramente de lo que había visto a su hermana, un hecho que fue confirmado por Narianiah.
  • Narianiah se trasladó el 23 de enero de 1909 a Adyar con sus hijos con el empleo de secretario asistente en la Sociedad Teosófica. Krishna, que aún no había cumplido los catorce años y Nitya que había nacido también en el mes de mayo y tenía menos de once, caminaban seis millas diarias para ir a la Pennathur Subramanian High School de Mulapore, donde Krishna era apaleado casi todos los días por su estupidez.
  • El 10 de febrero de 1909 Leadbeater llegó a Adyar, menos de tres semanas después de que Narianiah se hubiera instalado allí con Krishna y sus hermanos. La primera vez que Leadbeater vio a Krishna dijo que tenía el aura [irradiación luminosa de carácter paranormal que algunos individuos dicen percibir alrededor de los cuerpos humanos, animales o vegetales] más maravillosa que jamás hubiera visto, sin la menor partícula de egocentrismo: le predijo a Wood (joven inglés que trabajaba en la revista mensual The Theosophist) que un día el niño llegaría a ser un gran maestro espiritual. Wood se sorprendió porque, habiendo ayudado a Krishna en sus tareas domésticas, le consideraba particularmente torpe.
  • Poco tiempo después Leadbeater le pidió a Narianiah que trajera al niño a su bungalow un día que no hubiera clase. Narianiah así lo hizo. Leadbeater sentó a Krishna a su lado, puso la mano sobre la cabeza del niño y comenzó a describir su vida anterior. De allí en adelante, los sábados y domingos, continuaron las visitas y el relato de las vidas pasadas que registraba por escrito Narianiah, quien al principio siempre estuvo presente: después, esas notas fueron tomadas por Wood en taquigrafía. El nombre dado a Krishna a través de sus vidas fue el de Alcyone. La fecha del primer encuentro de Leadbeater con Krisna en el bungalow Octogonal es incierta pero, puesto que Mrs. Besant salió de Adyar para un ciclo de conferencias en EE.UU. el 22 de abril de 1909, aparentemente sin haber sabido nada de él, ocurrió probablemente después de esa fecha.
  • Considerando las tendencias homosexuales de Leadbeater, debe destacarse que no pudo ser la apariencia exterior de Krishna la que le atrajo. Krishna, aparte de sus asombrosos ojos, lucía muy poco atractivo en esa época. Era flacucho, estaba desnutrido, cubierto de picaduras de mosquitos, con piojos hasta en las cejas, los dientes torcidos y el cabello afeitado hasta la coronilla y cayendo en trenza por la espalda. Además, tenía una expresión vacua que le daba casi un aspecto de retrasado mental.
  • ‘Cuando por primera vez pasé a su habitación tenía mucho miedo, porque la mayor parte de los niños de la India temen a los europeos. No sé cuál es el origen de este temor, pero aparte de la diferencia en el color, que indudablemente es una de las causas, cuando yo era niño había mucha agitación política y nuestra imaginación estaba muy excitada por las murmuraciones que nos rodeaban. También debo confesar que los europeos en la India no son de ningún modo amables con nosotros, y yo solía presenciar muchos actos de crueldad que me amargaban más todavía. Por lo tanto, fue una sorpresa para nosotros descubrir lo diferente que era el inglés, quien también resultó ser un teósofo’. (Relato de Krishna acerca de su primer encuentro con Leadbeater, escrito pocos días más tarde).
  • Poco después de que comenzaran estas sesiones en el Bungalow Octogonal, Leadbeater le dijo a Wood que el niño iba a ser el vehículo para el Señor Maitreya (o el instructor del Mundo como más a menudo se le llamaba) y que él, Leadbeater, había sido instruido por el Maestro Kuthumi a fin de que ayudara a prepararle para ese destino.
  • Leadbeater parecía haber olvidado o pasado por alto el hecho de que él había escogido un vehículo: un muchacho bien parecido de catorce años, Hubert, hijo del Dr. Weller van Hook de Chicago. En una charla pública que ofreció en Chicago sobre ‘el Próximo Instructor’, durante su gira por EE.UU., Mrs. Besant anunció: ‘esperamos que Él venga al mundo Occidental, no al Oriente como lo hizo Cristo hace dos mil años. Leadbeater había escogido a Hubert en Chicago cuando éste tenía once años: Mrs. Besant le había conocido en Europa en 1907 y ahora, al encontrarle nuevamente en 1909, persuadió a la madre para que le llevara a Adyar a fin de que Leadbeater le instruyera. Madre e hijo arribaron allí a mediados de noviembre, sospechando poco que Hubert había sido suplantado (Hubert y su madre permanecieron en Adyar durante cinco años. Después él fue a Oxford, se casó y se recibió de abogado en Chicago. Estaba muy disgustado con respecto a Leadbeater).
  • Poco tiempo después Leadbeater indujo a Narianiah para que sacara a los niños de la escuela y les permitiera que fueran educados bajo su supervisión mientras seguían viviendo con su padre. (Krishna se negó a hacer nada sin Nitya). Les fueron proporcionados cuatro tutores, además del propio Leadbeater que les enseñaba historia: Ernest Wood, Subrahmanyam Aiyar, Don Fabrizio Ruspoli (quien renunció a la armada italiana cuando se hizo teósofo) y Dick Clarke, un recién llegado a Adyar que había sido ingeniero.
  • Fueron despiojados y se les proveyó de ropas limpias cada mañana; se les dejó crecer el cabello hacia la frente y fue cortado hasta la altura de los hombros; a Krishna le colocaron una placa para los dientes, la cual Clarke tenía que ajustar todos los días. Además de los cuatro tutores ya mencionados, estaba John Cordes, un australiano residente en Adyar, quien era responsable del desarrollo físico de los dos hermanos. Se insistía en el ejercicio físico y en la alimentación nutritiva: largos viajes en bicicleta, natación, tenis y gimnasia. Krishna disfrutaba de las actividades al aire libre -era un atleta natural-, pero seguía siendo desesperante con las lecciones.
  • El 17 de noviembre de 1909, Mrs. Besant regresó a la India y conoció a Krishnamurti por primera vez. En marzo, Narianiah accedió a transferir la custodia legal de los niños a Mrs. Besant. En septiembre les llevó a Benarés. En esa época, estando en Benarés, Wodehouse escribió acerca de Krishna: ‘lo que nos impresionaba particularmente era su naturalidad (…) no había ninguna clase de parcialidad ni signo alguno de afectación. Era todavía de naturaleza retraída, modesto y respetuoso hacia sus mayores y cortés para todos. Además, a aquellos a quienes quería les demostraba una calidad de afecto vehemente que era singularmente atractiva. Parecía no ser en absoluto consciente de su posición en lo oculto. Nunca aludía a ella: jamás, ni por un momento permitía que el más leve vestigio de ello se introdujera en su conversación o en sus modales (…). Otra de sus cualidades era un sereno desprendimiento personal. Parecía no tener ni la menor preocupación por sí mismo (…). No éramos devotos ciegos dispuestos a no ver en él sino perfección. Éramos personas adultas, educadores con alguna experiencia en la juventud. Si en él hubiera habido un vestigio de vanidad o afectación, o una pose como de niño sagrado o una engreída conciencia de sí mismo, indudablemente habríamos emitido un veredicto adverso’.

PREFACIO:

  • La señora Besant era una figura pública completamente inmersa en el amplio panorama político del movimiento independentista de la India, y contaba entre sus amigos a Bernard Shaw, H. G. Wells y Mahatma Gandhi.  Su intención no era utilizar la Teosofía para la realización de fines personales.  Si Krishnamurti iba a ser el Instructor del Mundo, ella tendría que hacer todo lo que estuviera a su alcance para protegerle, educarle, proveerle de las habilidades intelectuales y los buenos modales capaces de infundir respeto.  Su principal preocupación era rodearle de discípulos dignos de él que le respetaran y cuidaran.  Aunque no siempre estaba de acuerdo con ella, Krishnamurti no puso nunca en duda la autenticidad de la señora Besant o la sinceridad de sus sentimientos hacia él.
  • Leadbeater justificaba gran parte de sus actividades basándose en las específicas y a menudo increíblemente detalladas ‘instrucciones de los Maestros’.  Por orden expresa del Maestro Kuthumi se le ‘encomendó’: civilizarles; enseñarles a utilizar cucharas y tenedores, cepillos para las uñas y de dientes, a sentarse cómodamente en sillas en vez de encogidos en el suelo, a dormir racionalmente en una cama, no como un perro en un rincón cualquiera.  Estas instrucciones equiparaban la conducta civilizada a las costumbres europeas, y en particular al estilo y los modales de las capas altas de la sociedad inglesa.
  • La Inglaterra a la que Krishnamurti llegó por primera vez estaba rompiendo con la complacencia de la vida victoriana.  La creciente prosperidad había contribuido a promover una cultura liberal, progresista e intelectualmente brillante.  Se respiraba un ambiente como si ‘los seres humanos pudieran estar realmente a punto de volverse civilizados’.  Estas esperanzas de una ‘sociedad que fuera libre, racional, civilizada, entregada a la búsqueda de la verdad y la belleza’ fueron infundidas en parte por los ideales socialistas de la igualdad y la justicia y promovida por los escritos de carácter político de Bernard Shaw, H. G. Wells, Sidney Beatrice Webb, todos ellos miembros de la Sociedad Fabiana y amigos de Annie Besant.  Los filósofos Bertrand Russell y G. E. Moore, los escritores Virginia y  Leonard Woolf, T. S.  Eliot y E. M. Forster estaban todos desafiando lo que consideraban convencionalismos victorianos pasados de moda.  En el resto de Europa, la gente empezaba a atacar la estructura social con el mismo fervor con que anteriormente se había preparado para la vida eterna.
  • Se diseñó el correspondiente programa de estudios para los dos hermanos.  Iban a recibir clases particulares para preparar el acceso a las grandes universidades de Inglaterra.  Había que coserles las perforaciones de las orejas.  Aprendieron a calzar zapatos, que sin duda debían causarles molestias en los pies, a hacer carreras campo a través, y a desayunar cereales con huevos que les resultaban difíciles de digerir.  Recibían lecciones de equitación, hacían vela en Kensington Gardens y jugaban al críquet sobre céspedes esmeradamente cuidados, durante las largas tardes de verano, hasta la tardía puesta de sol.  Les llevaban al teatro, a partidos de criquet y al zoológico de Londres.  Su ropa elegante la hacían a medida los sastres de Savile Row.  La esposa de un conde y la hija de un virrey ayudaban a cuidar de los dos muchachos y les vinculaban con la aristocracia.
  • Aunque su estancia en Europa duró nueve años, Krishnamurti no se incorporó a ninguno de los nuevos movimientos intelectuales ni tampoco se sintió atraído por los movimientos artísticos y literarios de la época.  A diferencia de los románticos revolucionarios estudiantiles de entonces, Krishnamurti permaneció como espectador, presenciando, desde un punto de vista más humano que ideológico, los horrores de la Primera guerra Mundial, la peligrosa utopía de la Revolución Rusa y la euforia de la paz bajo la dirección de la Sociedad de las Naciones.
  • El mundo de Krishnamurti al principio parecía centrarse en sus tutores C. Jinarajadasa y George Arundale, antiguos teósofos y estrechos colaboradores de Annie Besant y Leadbeater.  Los dos habían sido inducidos a interrumpir sus propias labores académicas con el fin de conseguir que Krishnamurti pasara los exámenes de ingreso en la Universidad de Oxford.  Más tarde serían sustituidos por una serie de tutores que se esforzaron infructuosamente por interesar a Krishnamurti en las matemáticas, en historia de las ideas, o en ciencias políticas.  Todos estos esfuerzos resultaron inútiles.  Su joven alumno no tenía la menor aptitud para los exámenes.  Ni el fermento creativo en Europa, ni las cuestiones que preocupaban a las mentes más lúcidas de la época, le afectaron lo más mínimo.  Nada parecía echar raíces en su mente.  Pero tenía buen oído para los idiomas y le encantaba la poesía.  Una vez que Oxford ya no estaba al alcance de sus posibilidades, fue enviado a París para aprender francés y estudiar música.
  • Krishnamurti era un joven elegante y apuesto, tímido pero lleno de humor juvenil cuando se encontraba relajado.  Detrás de este aspecto encantador se ocultaba un joven observador de la condición humana que se cuestionaba muchas cosas, incluido el papel que se le había asignado y la pompa y solemnidad que acompañaban al mismo.
  • A la edad de dieciocho años, o sea, al mismo tiempo que estaba en marcha el proceso judicial por custodia iniciado por su padre, Krishnamurti daba señales de oponer resistencia a Leadbeater y sus planes.  En una carta dirigida a Leadbeater escribió: ‘me parece que ya es hora de que me haga cargo de mis propios asuntos.  Siento que cumpliría mejor las instrucciones del Maestro si éstas no me fueran impuestas y convertidas en algo desagradable como lo han sido durante algunos años.  No se me ha ofrecido ninguna oportunidad de asumir mis responsabilidades y se me ha arrastrado de un lado a otro como a un niño’.
  • Hacia 1920 Krishnamurti empezaba a dudar de la aplicabilidad de la Teosofía a los problemas humanos.  Citando el caso de una joven conocida suya a la que se le había muerto un ser querido, escribió: ‘cuando se presenta un momento sumamente crítico, la Teosofía y todos sus innumerables libros no son de ninguna ayuda.  Ella quiere ver a los Maestros física o mentalmente y no cree lo que han dicho Annie Besant y Leadbeater.  De hecho, ella siente lo que nosotros (Nitya y yo) hemos estado sintiendo durante los últimos dos o tres años.  He intentado persuadirla de que no desarrolle poderes ocultos y todo ese tipo de cosas, pero es lo que ella ansía’.  Crecía en él la convicción de que la religión debía abordar directamente el sufrimiento de la condición humana.  Esta convicción no se basaba en la ideología o en el estudio filosófico, sino en una cualidad de percepción intuitiva que como piedra de toque llevaba en su interior.
  • Después de pasar nueve años en Europa, Krishnamurti se había desconectado de las tradiciones de su país de origen, sin haber encontrado en Occidente nada que las sustituyera de forma satisfactoria.  El mundo del ocultismo no tenía ningún encanto para él.  De paso por Madrás para dirigirse a la Convención Teosófica anual, Krishnamurti realizó lo que debería ser su última visita a la casa paterna.  El encuentro no fue positivo.  Existen versiones contradictorias respecto a lo que realmente sucedió, pero habiéndose postrado a los pies de su padre como es tradicional, Krishnamurti acabó convencido de que Narayaniah se había sentido contaminado por el contacto con sus hijos ‘extranjeros’.
  • Habiéndose convertido en un hombre sin historia y sin rumbo, a principios de 1922 Krishnamurti se refugió en Ojai, California, en un remoto valle con un clima seco y un ambiente tranquilo, en el que Nitya pudiera recuperarse y donde Krishnamurti se dedicaría al estudio y la meditación.  Así se inició un año decisivo en su vida.  La persona que se sentó a la sombra del pimentero en Ojai, sintiéndose ‘más feliz que toda felicidad humana’ era enteramente distinta del joven hastiado que habían paseado por Europa, suspendiendo un examen tras otro.  Puede que durante aquellos años de su juventud hubiera vislumbrado a veces su destino, pero de ahora en adelante estaba seguro de su dirección en la vida y la mantuvo sin vacilaciones.  Un año antes le había escrito a un amigo suyo: ‘no conozco la filosofía de mi vida, pero tendré una.  Tengo que encontrarme a mí mismo; sólo entonces podré ayudar a los demás’.  Pero mucho después de la profunda experiencia en la que al poco tiempo se vería completamente inmerso, mucho después de que su filosofía estuviera plenamente desarrollada, seguía sintiendo que la vida era un misterio y que el lugar que nos corresponde en la misma es un descubrimiento que cada uno de nosotros tiene que hacer nuevamente por sí mismo.
  • Nuestro conocimiento de lo que ocurrió en Ojai entre agosto de 1922 y marzo de 1923 se basa principalmente en los apuntes de Nitya y en las cartas que los dos hermanos les escribieron a la señora Besant y a Leadbeater.  Nitya sintió que estaba presenciando ritos sagrados en los que poderes invisibles preparaban el cuerpo de su hermano para recibir al señor Maitreya, como si lo que Leadbeater había anunciado en 1909 por fin se estuviera haciendo realidad.  Nitya presenció cómo su hermano temblaba, se retorcía agonizando de dolor y se desmayaba con frecuencia.  Le oyó hablar con varias voces distintas.
  • Las tradicionales escuelas indias de pensamiento pueden clasificarse según sostengan que la iluminación es súbita o paulatina.  De una parte, Nagarjuna era un filósofo del ‘salto’ [fundador de la doctrina del vacío también llamada vía del medio porque rechaza toda afirmación y toda negación puras], mientras que el Yoga Sutra de Patanjali busca la iluminación por una vía gradual.  La impresión que entrevemos del joven Krishnamurti en Europa, impartiendo instrucción espiritual en un ambiente de intimidad a grupos reducidos de personas, nos lo muestra distanciándose de una filosofía de ‘sendero’ hacia una de ‘salto’, más en conformidad con su temperamento y con su entendimiento de la condición humana.  Exhortaba a sus jóvenes discípulos a que valorasen la abnegación, el amor y la simpatía, a ‘dar un salto en la oscuridad, vivir peligrosamente’.  Era ‘tan fácil’ y ‘tan divertido cambiar’.  Mientras que la Teosofía había prometido una evolución del espíritu, las enseñanzas de Krishnamurti, incluso en esta primera época, apostaban por algo que se asemejaba más a una revolución.
  • Su hermano murió en Ojai, mientras Krishnamurti iba en un buque rumbo a Madrás.  Krishnamurti escribió una declaración llena de honda tristeza: ‘un viejo sueño ha muerto y uno nuevo está a punto de nacer.  Una nueva visión está surgiendo y una nueva conciencia empieza a desplegarse.  He llorado, pero no quiero que otros lloren’.
  • B. Shiva Rao, quien acompañaba a Krishnamurti en este viaje tan decisivo a Dayar, creía que la muerte de Nitya marcó el principio del distanciamiento de Krishnamurti de la Teosofía: ‘toda su filosofía de la vida, la fe implícita en el futuro según lo habían delineado la señora Besant y el señor Leadbeater, y el papel central de Nitya en el mismo, se le vinieron abajo’.

UNA APROXIMACIÓN A JIDDU KRISHNAMURTI:

  • Hasta que no tuvo treinta y cinco años, nada hacía suponer que sería un gran maestro religioso. George Bernard Shaw denominó a Krishnamurti: ‘una figura religiosa de la más alta distinción’ y añadió: ‘es el ser humano más maravilloso que he visto nunca’. Henry Miller escribió: ‘no hay hombre que pudiera tener el mayor privilegio de conocer’. Aldous Huxley después de asistir a una de las conferencias de Krishnamurti, confesó en una carta: ‘fue lo más impresionante que haya escuchado nunca. Fue como haber escuchado un discurso del propio Buda, con tanta fuerza, tanta autoridad en sí mismo’. Jalil Gibrán [poeta libanés] escribió: ‘cuando entró en mi habitación, pensé: sin lugar a dudas, el Señor del Amor acaba de hacer su aparición’.
  • De 1926 a 1929 continuó sus viajes a lo largo y ancho de la India, Europa y América. Se había vuelto más pensativo, más serio y reflexivo, menos dispuesto a que le dijeran lo que tenía que hacer. En agosto de 1929, en el campamento de Ommen, Holanda, en presencia de la señora Besant y ante una concurrencia de 3.000 personas, dijo que la Verdad era una tierra sin caminos, y que ninguna organización debería fundarse para guiar y reprimir a la gente haciéndola seguir un determinado sendero, porque la Verdad, al ser ilimitada y absoluta, no podía ser estructurada y no se podía llegar a ella a través de ninguna religión, secta u organización del tipo que fuere. Dijo que no quería pertenecer a ninguna orden de tipo espiritual porque una organización tal se convertiría en una muleta, una flaqueza, una atadura que mutilaría al individuo. Añadió que no quería tener ningún tipo de adeptos o discípulos, porque en el momento que seguimos a alguien dejamos de buscar la Verdad. Dijo también que nadie posee la llave de la Verdad, esta llave es nuestro propio yo.
  • Dejó todo aquello que le había sido ofrecido hasta entonces, posesiones, dinero, y el castillo de Eerde [regalo del barón Von Pallandt en Ommen, Holanda]. Contaba entonces treinta y cuatro años de edad. Krishnamurti no había sentido nunca el menor deseo de dinero, poder o de una vida confortable. Dijo que su única preocupación era liberar al hombre, liberarle de todas sus ataduras, de todos sus miedos. No iba a fundar una nueva religión, ni tampoco nuevas teorías o filosofías. En lugar de eso, viajaría por el mundo hablando y reuniéndose con la gente, porque ‘si hubiera tan sólo cinco personas que me escucharan, que vivieran, que tuvieran sus miradas puestas en la eternidad, eso sería suficiente’.
  • A partir de ese momento no dejó de viajar por todo el mundo. Iba a cualquier lugar donde se le invitara. Habló a miles de personas en conferencias públicas, fue entrevistado para la radio, prensa y televisión. Creó cuatro Fundaciones, en América, Inglaterra y Puerto Rico. Varias escuelas para niños. Por todo el mundo se crearon Centros de Información e impulsó la creación de un Centro de Estudios para Adultos.

EL MISTERIO:

  • Se refería a sí mismo como un ‘tipo raro’. Algunas veces calificó el término, diciendo ‘tipo raro biológico’, refiriéndose al ‘proceso’ [misteriosas enfermedades que le acaecieron] que había sufrido en diferentes momentos de su vida.
  • Mary Zimbalist, la acompañante más íntima de Krishnamurti durante las dos últimas décadas de su vida, dice que algunas veces le decía minutos antes de dirigirse a uno de los grandes auditorios que se congregaban para escucharle que no tenía ni idea sobre qué iba a hablar. Se sentaba ante un auditorio, bien de decenas o de miles de personas, durante quizá dos o tres minutos antes de empezar a hablar, luego empezaba sin vacilaciones. Krishnamurti siempre dijo que su mente era ‘un vacío’ y preguntaba: ‘¿es necesario el vacío para que esto (la doctrina) se manifieste?’.
  • Sus compositores favoritos: Mozart y Beethoven. Mozart había dicho que sus composiciones le llegaban a la cabeza in toto y que él simplemente las escribía.
  • Krishnamurti tenía idiosincrasias humanas que los puritanos podrían considerar inapropiadas en un ser espiritual: el gusto por los coches de calidad y la ropa (cuando estaba en Londres siempre visitaba a su sastre de Savile Row), interés por los objetos mecánicos, un placer infantil con las películas de aventuras y suspense, las novelas y los chistes tontos y, cuando era joven, afición por el golf. En los actos sociales era apocado, incluso, al parecer, tímido y raras veces iniciaba o participaba en la conversación.
  • Krishnamurti prefería considerar su excepcionalidad como análoga a la del explorador o pionero más que con el genio artístico.

I: me gustaría preguntarle si come carne o pescado. K: ¿le interesa realmente eso? En mi vida nunca he tocado la carne o el pescado, nunca lo he probado, nunca he fumado o ingerido licor; esas cosas no me atraen, no tienen significado alguno.

Renée Weber:

  • Es prácticamente imposible condensar la vida de Krishnamurti en un corto artículo biográfico. Sabio-filósofo indio, es conocido en todo el mundo por sus conferencias, libros y cintas. Con prácticamente 90 años, ha dado conferencias en occidente durante más de cincuenta años y ha viajado mucho distribuyendo su tiempo entre Inglaterra, India, California y Suiza.
  • Al entrar en la habitación Krishnamurti se muestra cálido y hospitalario, y me recibe con los brazos abiertos. Tiene un aspecto magnífico. A pesar de que acaba de cumplir 90 años su porte es esbelto y erguido. Su rostro -antaño famoso por su belleza casi sobrenatural (George Bernard Shaw dijo que era el ser humano más bello que había visto)- refleja edad pero es admirablemente plácido e incluso bello en sus sutiles planos, ojos inteligentes, nariz aristocrática, sedoso pelo plateado y cabeza escultural. Las manos, en este momento descansando en su regazo, finas y lisas, podrían pertenecer a un hombre de cuarenta años. Como siempre va vestido impecablemente. Hoy lo hace informalmente: tejanos, camisa deportiva y un amplio jersey de lana abierto.

Pupul Jayakar:

  • En el Bhagavad Gita [poema místico-filosófico incluido en la epopeya india El Mahabharata], Arjuna le pregunta a Krishna acerca del Inmutable, el Ser Iluminado: ‘¿cómo camina, cómo habla, cómo se comporta?’. La misma pregunta la formulan muchas personas que han visto a Krishnamurti y le han escuchado. Este capítulo ofrece quizás algunas respuestas a esa pregunta, pero así y todo constituyen una respuesta incompleta, porque el misterio de Krishnamurti sigue siendo insondable.
  • A los noventa años, el día de Krishnamurti es poco diferente de lo que ha sido durante cuarenta años. En la India se despierta con la salida del sol, permanece en la cama con todos los sentidos del cuerpo despiertos, pero sin que surja un solo pensamiento hasta que hay un regresar desde inmensas distancias. Comienza el día con asanas [posturas] yogas y pranayama [respiración]. Hace durante treinta y cinco minutos sus pranayamas, los ejercicios respiratorios, y otros cuarenta y cinco minutos los dedica a los asanas yogas, las posturas físicas que tonifican el cuerpo, los nervios, los músculos y las células que forman el tejido de la piel.
  • A las ocho, desayuna frutas, tostadas, manteca y trigo integral. Su desayuno incluye a veces idlis o dosas de la India del Sur, tortas de arroz condimentadas con coco y cocidas al vapor. En la mesa del desayuno, sus íntimos asociados de la India se reúnen para discutir la educación y las escuelas, la conciencia, la semilla de la desintegración en el hombre, las computadoras y el papel de la inteligencia artificial. Él hace preguntas sobre las novedades en el plano internacional y en la India. Se discute libremente el estado del país -la violencia, la corrupción, la declinación de los valores, el futuro del hombre o la mutación de la mente humana. Cada problema es expuesto e investigado; todos participan. Incluso las discusiones están penetradas por un gran sentido de orden y quietud.
  • Él es casi como un niño en su actitud ante las situaciones, especialmente las políticas; pero una suprema gravedad se hace evidente en su interés por la psique y los espacios interiores de la mente. Hace frecuentes pausas, dejando que la mente permanezca con las preguntas, y responde con pasión y dignidad.
  • Cuando tiene que sostener sus diálogos matinales, la sesión del desayuno es corta. Nos dispersamos para volver a encontrarnos a las 9,30 horas, cuando el pequeño grupo se ha reunido a fin de participar en los diálogos. Las discusiones continúan hasta las once, después de lo cual los individuos aquejados por sufrimientos o problemas especiales, se quedan para hablar con él. A veces les lleva a su habitación por unos minutos. Cuando no hay discusiones de grupo, las conversaciones con sus colaboradores continúan por dos o tres horas. Discutimos sobre la muerte, la naturaleza de Dios, el problema del observador y lo observado.
  • Alrededor de las once y media, va a su habitación y se acuesta durante media hora con el Economist, el Time o el Newsweek, o libros con ilustraciones de árboles, montañas, pájaros o animales, o una novela de misterio. Raramente lee libros serios, pero está bien informado sobre el estado del mundo, los avances de la ciencia y la tecnología, y los procesos degenerativos que corroen al hombre. Al mediodía recibe un masaje de aceite y toma un baño muy caliente. El almuerzo es a la una. Se sirve comidas de la India, pero nada frito y muy pocos dulces. Le gustan los encurtidos [frutos o legumbres conservados en vinagre] muy picantes, y se permite porciones diminutas. También a la hora del almuerzo hay discusiones, y a menudo participan invitados.
  • La conversación varía desde los asuntos internacionales a los descubrimientos científicos, la guerra, el desarme nuclear y sus insolubles problemas. Krishnamurti siente una gran curiosidad por estos temas y hace preguntas muy profundas. Le fascinan los nuevos descubrimientos de la ciencia. A veces es profético y sondea en el futuro. Sus declaraciones están muy adelantadas a su época. Tiene lúcidas percepciones en el significado de los acontecimientos mundiales, y puede relacionarse con una totalidad global. Interroga frecuentemente a sus visitantes. ‘¿Qué está sucediendo en el país? ¿Por qué ha perdido toda creatividad?’. Ninguna respuesta le satisface. El individuo serio tiene que contener dentro de sí esta pregunta imposible y así despertar a sus insinuaciones. La pregunta sobre la degeneración en los procesos internos ha de formularse, y la mente tiene que permanecer con el problema, examinarlo. El nivel y la intensidad de su atención son formidables. Una vez me dijo que algunas preguntas tienen que ser contenidas en la mente por la eternidad.
  • En el almuerzo, Krishnamurti continúa con el tema que ha estado considerando en el desayuno, y a veces cuenta historias -anécdotas de sus encuentros con animales salvajes, o historias de San Pedro, el paraíso y el infierno, de Rusia y los comisarios, historias que repite con elocuencia, deleite y buen humor. Carece completamente de malicia. Con los extraños es tímido, y algún otro tiene que llenar los embarazosos silencios.
  • Después del almuerzo, Krishnamurti descansa. Alrededor de las cuatro comienza a ver gente otra vez. Llega una mujer a punto de quedarse ciega, y él pone las manos en sus ojos. Una visitante que ha perdido un hijo pequeño se sienta con él, y Krishnamurti sostiene su mano y simbólicamente enjuga sus lágrimas, sanándola internamente. Un joven confundido, perdido en este mundo violento, busca respuestas.
  • Su nombre y sus enseñanzas se conocen por todo el país, tanto entre los ashrams [comunidad espiritual. Recinto donde se reúnen personas con iguales inquietudes espirituales para seguir una vida de meditación y pureza] de los Himalayas como entre los académicos. Los budistas de la India todavía hablan de él como de un gran maestro en la tradición de Nagarjuna; los gurus [maestro espiritual] hindúes y los sadhus [hombre piadoso] le consideran un gran ser liberado en la tradición advaita o no-dual. Le aceptan como el más profundo Instructor de la era.
  • Cuando el sol está por ponerse, sale a dar un paseo. A los noventa años, sus pasos son largos, su cuerpo sigue estando derecho y erguido. Sus amigos íntimos, acompañados por hijos y nietos, pasean con él. En ocasiones, prefiere estar solo. Ha dicho que ni un solo pensamiento toca su mente durante estos paseos.
  • En la casa vuelve a lavarse, y practica algunos pranayamas más. Come una cena liviana -ensalada, frutas, nueces, sopa, vegetales.
  • Al envejecer, se ha ido incrementando el temblor de sus manos -la altamente sensible respuesta del cuerpo al mundo del ruido y de la contaminación. Ha sufrido con frecuencia misteriosas enfermedades. Durante ellas delira, su voz cambia, a veces se vuelve como un niño pequeño, formula preguntas extrañas, se desmaya con facilidad, particularmente cuando se encuentra cerca de personas en las que puede confiar [lo que se denomina en su biografía ‘el proceso’]; con frecuencia se cura a sí mismo. Describiéndose a sí mismo, cita equivocadamente a Browning: ‘tímido como una ardilla, indócil como una golondrina’.
  • Alrededor de las diez y media está durmiendo. Justo antes de dormirse, todas las acciones de ese día pasan rápidas por su mente; en un destello, se extinguen el día con sus eventos y todos los ayeres. Durante el sueño, el cuerpo de Krishnamurti, como un pájaro, se repliega sobre sí mismo. No le gusta que le despierten de golpe. Dice que rara vez sueña. Cuando se levanta, apenas si hay una arruga sobre la sábana.
  • Está dispuesto a probar toda clase de remedios herbáceos y ayurvédicos [sistema de medicina tradicional]; huye de todas las drogas modernas. Es caprichoso con los alimentos; a veces mezcla leche con jugo de naranjas, otras veces rechaza la leche; en ocasiones vive de alimentos crudos.
  • Su cuerpo es frágil, pero su mente jamás afloja. Ha dicho que a medida que se vuelve más viejo, opera a través de él una energía ilimitada. La urgencia ha aumentado, así como el impulso interno. Nada parece cansarle. Apremia al cuerpo, caminando más rápido, probándose a sí mismo, de tal modo que personas con la mitad de sus años no pueden seguirle el paso. Sólo cuando no está haciendo nada, cuando permanece en la cama, se le ve frágil y envejecido. Sus manos tiemblan, el cuerpo se contrae. Pero en la discusión, en el desayuno o en el almuerzo, en sus pláticas, se borran todas las arrugas. La piel es translúcida, parece etéreo, iluminado desde dentro.
  • A los noventa años, Krishnamurti continúa viajando, hablando, en busca de mentes despiertas y capaces de percibir con claridad. Esas percepciones, floreciendo sin sombras, trasforman el cerebro. En 1980 me dijo que cuando dejara de hablar, el cuerpo moriría. El cuerpo tiene un solo propósito: revelar la enseñanza.

MUERTE.

Introducción:

  • Cuando Krishnamurti llegó a la India en noviembre de 1985, estaba próximo a cumplir sus 91 años y mostraba signos de hallarse enfermo. Había regresado, según palabras de uno de sus seguidores, ‘para decir adiós’.
  • ‘Y al final de su vida’, escribe Radhika Herzberger hablando de Krishnamurti, ‘él continuaba formulando las mismas preguntas que siempre había formulado: ¿qué es la bondad? ¿Qué es florecer en la bondad? También preguntaba: ¿cuál es el origen de la vida? ¿Qué es la creación?’.

Radhika Herzberger:

  • Después de pronunciar la última de sus pláticas públicas del domingo 4 de enero, Krishnamurti volvió toda su atención al destino de las Fundaciones que se habían establecido en su nombre. Comprendía muy claramente el proceso por el cual se desarrollan las religiones cuando los líderes religiosos mueren: la deificación del instructor, la revisión de sus enseñanzas, el clamor por apropiarse de la gloria que implica la sucesión. Y ésta era para él la fuente de una grave preocupación. Habiendo repudiado la religión organizada, ahora se encontraba por última vez con una organización que llevaba su nombre. ¿Qué debía hacerse? ¿Debían ser disueltas las Fundaciones? ¿Había algún modo de impedir que determinados individuos se erigieran a sí mismos en autoridades con respecto a las enseñanzas y al instructor? Él dirigió estas preguntas a los miembros de la Fundación allí congregados. Algunos de los asistentes estaban a favor de disolver las Fundaciones. Otros señalaban las complicaciones legales de esa medida. Durante toda su vida Krishnamurti había trabajado para libertar a los seres humanos. Ahora era nuestro turno de liberarle a él. Por primera vez en muchos años, sus preguntas le fueron devueltas. Al día siguiente, por deferencia a los deseos de Krishnamurti, se anexó a las Normas y Reglamentos de la Krishnamurti Foundation India, la cláusula siguiente: ‘bajo ninguna circunstancia, ni la Fundación ni institución alguna creada bajo sus auspicios ni miembro alguno de las mismas, se erigirá como autoridad en las enseñanzas de Krishnamurti. Esto está de acuerdo con la declaración de Krishnamurti en el sentido de que nadie, en ninguna parte, debe erigirse a sí mismo como autoridad en lo que concierne a él o a su enseñanza’.
  • Antes de que finalizaran las reuniones, Krishnamurti dirigió la palabra a la Fundación, haciéndolo formalmente por última vez, alocución que condujo como un diálogo con el Pandit [erudito, sabio, filósofo] Jagannath Upadhyaya.
  • Él tenía muy pocas posesiones, que procedió a distribuir: algunas ropas, dos armarios gemelos que Mrs. Besant les había regalado a él y a su hermano Nitya, objetos diversos y un diccionario muy ajado.
  • El último día fue reservado al descanso, en preparación para el arduo vuelo de regreso a través del Pacífico. Krishnamurti se recluyó en su habitación, y nosotros escuchamos al Pandit Upadhyaya relatar otra vez la historia de los últimos momentos de Buda: en las afueras de Kuhinara, el Buda yacía entre dos árboles Sala, rodeado por discípulos y una multitud de ciudadanos. Cuando el fin parecía cercano, sus discípulos pidieron a la multitud que se moviera hacia atrás, así el Buda podría contemplar una vez más el cielo abierto. En ese momento, cuando el vacío del cielo se fundía con el vacío del nirvana, el Buda murió.
  • Panditji [el sufijo ji indica familiaridad], inmerso en las tradiciones orales del pali y el sánscrito, terminó su discurso recitando, con gran delicadeza, un largo poema acerca de Krishnamurti. Cuando la recitación terminó, Panditji llevó aparte a uno de los miembros, una mujer, y le dijo: ‘dígale que no invite a la Muerte. Dígale tres veces estas palabras: todavía hay indecible sufrimiento en este mundo. Hay personas que necesitan su ayuda. Su trabajo no está acabado’.
  • Ella subió a la habitación de Krishnamurti pero las palabras se le atascaron en la garganta y no pudo hablar. Viendo su dificultad, él la pidió -para ayudarla a pasar el momento- que le alcanzara su medicina. Él no podía verterla del frasco porque el temblor de sus manos se había vuelto muy serio. También las manos de ella eran inseguras.
  • Con un poco de confianza renovada, ella transmitió el mensaje de Panditji exactamente conforme a las instrucciones. Krishnamurti respondió que él no deseaba invitar a la muerte, pero que no estaba seguro de que su cuerpo pudiera continuar, ya que había perdido casi seis kilos de peso. ‘¿Sabe usted lo que pasará si pierdo alguno más?’, explicó, ‘no podré caminar. Si eso sucede y no puedo ofrecer más pláticas, entonces el cuerpo morirá; existe solamente para ese propósito’.
  • Mucha gente vino ese día para ver a Krishnamurti, porque se había corrido la voz de que estaba enfermo y podría no regresar. Fue agotador para él recibir individualmente a cada uno, pero muchos habían llegado desde lejos para presentar sus respetos.
  • En el atardecer salió para su último paseo por la playa de Adyar donde le habían ‘descubierto’ hacía tanto tiempo. Al terminar su paseo, envió un largo adiós a los cuatro puntos cardinales, haciendo un giro completo -al Este, al Sur, al Oeste, al Norte-, en esa solemne despedida que en los antiguos tiempos se conocía como ‘La vuelta del elefante’.

Pupul Jayakar:

‘¿Pero cómo os enterraremos?’.

‘Del modo que gustéis’, dijo Sócrates,

‘eso sí podéis agarrarme y no me deslizo

entre vuestros dedos.

Phaedo, Los Últimos Días de Sócrates.

  • Antes de morir, Krishnamurti había dicho que el cuerpo después de la muerte, no tenía importancia. Como un leño, debía ser consumido por el fuego. ‘Soy un hombre sencillo’, dijo, y como el de un hombre sencillo tenía que ser su último viaje. No debía haber rituales después de su muerte, ni plegarias, ni agitación, ni grandes procesiones ceremoniales. Ningún tipo de monumento debía erigirse sobre sus cenizas. En ninguna circunstancia debía divinizarse al instructor. El instructor carecía de importancia; sólo la enseñanza era importante. Era la enseñanza la que debía ser protegida de toda distorsión y corrupción. ‘No hay lugar en la enseñanza para la jerarquía ni para la autoridad; no hay sucesor ni representante que haya de continuar con estas enseñanzas en nombre mío, ni ahora ni en momento alguno del futuro’. Sin embargo, instruyó a sus colaboradores más cercanos para que las Fundaciones que llevaban su nombre tanto en la India como en los Estados Unidos e Inglaterra, continuaran, lo mismo que las escuelas fundadas bajo su guía.
  • En Ojai su condición se volvió crítica y le diagnosticaron cáncer de páncreas. Yo llegué allá el 31 de enero para encontrarle desesperadamente enfermo. Le leí las cartas que había traído conmigo -de Nandini, Sunanda y del Primer Ministro Rajiv Gandhi, quien había enviado un mensaje personal. Krishnaji tomó mi mano. Dijo que estaba demasiado débil para escribir, pero que enviaba su amor a todos los amigos de la India. Durante los siguientes tres o cuatro días, su fuerza retorno. Esa tarde vio una película en televisión, y los médicos sintieron que incluso podría haber una remisión de la enfermedad. Noté los libros que había en la cabecera, libros en inglés, italiano y francés -el Tesoro Dorado de Palgrave, el Diccionario Berlitz de Italiano, cuentos de Alphonse Daudet, un libro de Gustave Doré y El Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durell.
  • El domingo 9 de febrero, el tumor recomenzó su implacable ataque y Krishnaji tuvo que permanecer en cama, desesperadamente enfermo. No pude verle ese día. A la mañana siguiente envió por mí. Me dijo: ‘fui a dar un largo paseo por las montañas. Me perdí y no lograron encontrarme. Por eso no pude verla ayer’.
  • Vi a Krishnaji alrededor de la una del 16 de febrero, el día de mi partida. Me senté con él durante un rato. Sufría grandes dolores, pero su mente estaba clara y lúcida. Le manifesté que no le diría adiós, porque no habría separación. Con gran esfuerzo levantó mi mano y la llevó a sus labios. El apretón aún era firme. Permanecía acunado en un silencio que me envolvió. Cuando me estaba yendo, dijo: ‘Pupul, esta noche iré a dar un largo paseo por las montañas. Las brumas se están levantando’. Deje su habitación sin mirar atrás.
  • Esa noche, diez minutos después de la medianoche, hora del Pacífico, murió en la Cabaña de los Pinos, Ojai. Murió en la habitación que da frente al pimentero, bajo el cual, hacía sesenta y cuatro años, experimentó inmensas transformaciones de conciencia.
  • Fue cremado en Ventura, California. Sus cenizas se dividieron en tres partes; para Ojai, la India e Inglaterra. En la India fueron depositadas en el río Ganges; en el medio de la corriente en Rajghat, Varanasi; en Gangotri, el origen del río en lo profundo de los Himalayas; y en la playa de Adyar en Madrás, donde fueron colocadas en un estrecho catamarán sobre las turbulentas olas para que se sumergieran en el océano.
  • Sus cenizas se trajeron por avión a Delhi. Las recibí a los pies del avión y de allí regresé en automóvil directamente a mi casa. Apenas crucé la puerta, cayó un repentino y fuerte aguacero con granizo. Continuó por unos cuantos minutos, hasta que la urna fue depositada bajo una higuera de Bengala en el jardín. Entonces, tan repentinamente como había comenzado, la lluvia cesó.

Autor: Elías Real Otsoa. Selección de textos para dar una visión general de la vida y muerte de J. Krishnamurti.