Manías y ticsLas manías implican la necesidad de realizar actos o rutinas repetitivos. Surgen por la necesidad de evitar el malestar, la ansiedad y el conflicto que provocan ciertos pensamientos obsesivos. Realizar estas conductas es normal y habitual, lo anormal radica en llevar estas manías a un grado extremo y someterse a ellas de forma compulsiva, de tal modo que, si no se hace, la ansiedad nos impide vivir tranquilos.  También hay que preocuparse cuando deterioran nuestras relaciones con los demás.  Es lo que le ocurría al protagonista de la película Mejor imposible, interpretado por Jack Nicholson, un hombre cuyas manías acaban desbordándole y determinando toda su existencia, provocando un círculo vicioso del cual es difícil salir.

Quiénes las desarrollan más: las personas que viven solas durante mucho tiempo suelen ser más maniáticas, ya que la convivencia con otras nos obliga a ser flexibles y a ceder en ciertas cosas para adaptarnos.  Igual que la gente mayor: el coste de mantener sus rarezas es relativamente bajo, nada comparable con el que supone para quienes tienen que trabajar en equipo, compartir piso o vivir en pareja, hijos, perro y gato.

También suelen permitirse tener manías quienes ostentan un elevado rango de poder: cualquier persona sería tachada de grosera por hacer o decir cosas que a un músico o actor famoso le permiten por su genialidad.

La extravagancia puede ser dulce e ingeniosa a veces, pero hay que diferenciarla de la manía: ésta es más frecuente entre las personas supersticiosas, primarias y con una cultura más baja (los amuletos y estampitas determinan sus actos).  A mayor racionalidad, salvo patología, menos manías.

Las manías pueden aparecer por inseguridad ante la vida cotidiana, cuando los estados de ansiedad son elevados… los maniáticos suelen tener estructuras de personalidad rígida y por ello dificultades para adaptarse a situaciones inciertas o inesperadas.

El trastorno obsesivo compulsivo es difícil de diagnosticar, ya que quien lo sufre no suele ser consciente de que su manía está perjudicando su calidad de vida. Cuando la obsesión ya está instalada podemos hablar de manía, que es un defecto por deficiencia formativa en el comportamiento, no una mera extravagancia.   Se pensaba que el trastorno obsesivo compulsivo estaba causado por experiencias vitales, pero hoy parecen estar implicados factores biológicos: se trata también de una anomalía en el funcionamiento de los circuitos cerebrales.

Las manías se van adquiriendo a lo largo de la vida, quizá por eso los mayores suelen ser más maniáticos que los jóvenes: personalidad, edad y costumbres son tres factores determinantes de la aparición de las manías:

  • Personalidad: las personas muy exigentes con ellas mismas desarrollan muchas manías, su obsesión por el perfeccionismo las lleva a elaborar rituales de comportamiento que llegan a ser obsesivos con el único fin de no cometer errores.
  • La edad: es nuestra peor enemiga, pero también la más tolerable. Con los años nos hacemos más torpes y olvidadizos, y las manías nos ayudan a sentirnos más seguros. Comprobar constantemente la llave del gas y los cerrojos es típico en los mayores.
  • Las costumbres: modos de vida, cultura y supersticiones, son fuentes de manías. Rarezas propias de personas que viven solas, sujetos obsesionados por al religión o quienes adquieren un concepto mágico de la vida y temen atraer la mala suerte si no cumplen una de ellas.

Tratamiento: cuanto más avanzado está el mal, peor será su pronóstico y más lenta la mejoría… la práctica de ‘la exposición y prevención de respuestas’ resulta eficaz. La persona se enfrenta voluntariamente a sus miedos, de forma directa o con la imaginación.

Manía vs. Depresión:

  • Lo opuesto a la depresión pero a veces se presenta acompañada.
  • Caracteres:
    • Alegría inmotivada.
    • Exaltación de la motilidad, sensación física de placer y bienestar, suelen aparecer ideas delirantes (hipervaloración del yo), superávit de la iniciativa y rendimiento superior en las ideas.
    • Caracteres comunes con la depresión:
      • Gran labilidad (calidad de ser fácilmente afectado, inestabilidad psíquica o física).
      • Respuesta desproporcionada.
      • Conservan sus funciones intelectuales intactas.
      • Cuadro clínico:
        • Comienza de un modo brusco.
        • Tienen un síntoma señal o síntomas seleccionados.
        • Todo refleja alegría desbordante.
        • La necesidad de actuar, domina el cuadro clínico.
        • Lenguaje: torbellino. Pensamiento: más rápido que las palabras, fuga de ideas e hiperactividad del pensamiento. No admite la oposición (furias maniacas).
      • Síntomas somáticos:
        • Insomnio, taquicardias, arritmias, tensión arterial.
        • En mujeres: alteraciones menstruación (amenorrea).
        • Ritmo fluctuante: no es como el depresivo tan rígido.
        • Más manías en primavera más depresión en otoño, cada brote puede oscilar entre 6 meses.
        • Hay sujetos viscerotónicos (gorditos) en los que se detectan manías y depresiones alternando de modo cíclico.

MANIÁTICOS.  Aníbal Angulo (asesorado por Pilar Fernández Marín, psicóloga del grupo Luria)

A Woody Allen le chiflan las bananas, pero para comerlas debe partirlas en siete trozos.

  • Winona Ryder, cuando sale a comer lleva su botella de agua y sus cubiertos.
  • Bruce Willis: hace retirar los muebles y enrollar las alfombras para que no se manchan en las fiestas que monta en los hoteles.
  • Jack Nicholson exige en sus contratos descansar los días en los que juegan Los Ángeles Lakers, vea o no le partido.  La cantante Shania Twain necesita, antes de actuar, varios kilos de mangos y papayas… aunque luego ni los pruebe. Carlos Santana obliga en los hoteles en los que se hospeda que ambienten su habitación con esencia de jalisco e inciensos de la India. Jim Carrey exige en el rodaje de Ace Ventura II un cocinero para su iguana. Cindy Crawford y los componentes del grupo británico Blur se conforman con tener en sus camerinos chocolates y dulces a demanda…
  • Michael Jackson duerme en una cama que mejora la absorción de oxígeno, puesto que quiere vivir hasta los 150 años.
  • Alanis Morissette: la cantante canadiense pide que en su camerino haya siempre 140 velas aromatizadas y un buen surtido de flores del país que visita.
  • Gerard Depardieu: su manía es copiar las recetas de otros y no pierde ocasión. Ya es conocido en las cocinas de los hoteles a los que va libreta en mano.
  • Jennifer López: las paredes, muebles, cortinas, sábanas, velas y flores de su suite deben ser blancas.  Y el camino que recorre en sus actos públicos ha de perfumarse con esencia de gardenia.
  • Faye Dunaway: si ha de comer helado, sólo puede ser dietético y para asegurarse de que no le dan gato por liebre, lo trae en su nevera.
  • Jeremy Irons: forofo de la pulcritud. En una ocasión en un aeropuerto irlandés secuestró el carrito de un limpiador y comenzó a quitar la porquería de toda la sala de espera, mesas empapadas en cerveza, ceniceros repletos de colillas, etc.
  • Luis Miguel: el catering de sus giras debe tener cubiertos de metal, vajilla cerámica local y servilletas de tela. En su camerino no pueden faltar toallas y pañuelos desechables. Si no hay, no canta.
  • Mariah Carey: eso de subir y bajar escaleras no va con la diva. Parece ser que la dan tal repelús que, cuando tiene una en frente, alarga los brazos y dos de sus guardaespaldas la llevan en volandas hasta el otro extremo.
  • Madonna: la reina del pop desde que el pop existe ya ha dado mil y una muestras de sus rarezas. La última es pedir, en los hoteles en los que se hospeda que apaguen las luces del jardín para que cuando salga de noche pueda ver bien las estrellas.
  • Britney Spears: cuando se instala en algún hotel, solicita que en su habitación haya flores frescas, un gimnasio y mucha agua importada de Francia. Además exige que la suite esté repleta de recipientes con sus mayores debilidades: caramelos, chicles, chocolates y decenas de cajas de cereales (…) suponemos que para guardar la línea después de tanto atracón de azúcar.
  • Mick Jagger: cuando el líder de los Rolling va de gira, se lleva en el equipaje sus mesas de ping-pong, billar y sus máquinas de videojuegos.
  • Julia Roberts: es una maniática del cuidado corporal, sólo bebe leche de soja y, para bañarse, exige hacerlo con agua mineral por su alto nivel de minerales.
  • Ricky Martín: su paranoia es mantenerse bronceado, y cuando flojea, pide a sus iluminadores que pongan gelatina naranja en los focos para resaltar el moreno.
  • Para los psicólogos sólo son manías cuando surgen por el convencimiento de que el éxito de una escena, concierto, partido, etc. viene acompañado por el hecho de tener ciertas cosas o por seguir unos ritos repetitivos.  También influyen la edad, el estatus, el rol que representan en la sociedad y las modas del momento. Las excentricidades de los famosos despiertan mucho morbo y quizás sus rarezas son más extravagantes que las de la gente corriente por la sencilla razón que se lo pueden permitir o porque con ellas ‘mantienen o crean la imagen que buscan’, dice Pilar Fernández Marín, coordinadora de Psicología de la clínica Asepeyo de Madrid.
  • Tal vez eres de los que sigue un ritual particular antes de salir de casa, o siempre lees el periódico de atrás hacia delante.  Puede que andes por la calle evitando pisar las líneas de las baldosas o, simplemente, tienes tu sofá favorito para ver la tele. Todos estos comportamientos son para Marta Díaz García, doctora en Psicología y profesora titular de Terapia de Conducta de la UNED, una muestra de nuestro instinto más animal. ‘Los perros y los gatos llevan rutinas de vida; pues igual nos sucede a los humanos. También somos animales de hábitos’, afirma la psicóloga. ¿Dónde está el límite? Los expertos aseguran que las manías son negativas cuando interfieren en la calidad de vida. Se aconseja ir a un especialista pues ‘todas pueden curarse. Una terapia muy utilizada es enfrentarse a ella para comprobar que tu conducta es poco normal’, dice Fernández Marín.

TICS: Pilar Marijuán y Pilar Muñoz.

  • Son habituales en aquellos contextos familiares donde hay rasgos obsesivos de carácter compulsivo: familias muy rígidas en las normas, con poca permisividad en la expresividad social y fuerte control del comportamiento de los hijos, a los que se exige de manera inflexible un tipo determinado de conducta.  Los tics se presentan también con facilidad ante ciertos acontecimientos aislados: un examen, la muerte de un ser querido, una situación violenta en el hogar.
  • En ciertas ocasiones aparecen por imitación, por un problema médico -de una faringitis, por ej., puede venir una carraspera continua- o por la práctica excesiva de un movimiento habitual -retirarse el flequillo o echarse el pelo hacia atrás- sin que la persona que lo practica sea consciente de ese hábito.
  • Las personas con tics suelen presentar ciertos rasgos de personalidad asociados: inquietud, intranquilidad, impaciencia y, sobre todo, trastornos obsesivos y de ansiedad.  Entre los 6 y los 8 años, la curación es sencilla, mientras que de los 10 en adelante estas alteraciones se hacen más persistentes.  No obstante, a partir de los 13 ó 14 años, la frecuencia de los tics comienza a disminuir.  Por otro lado, una misma persona es susceptible de sufrir más de un tic a la vez -por ej., un movimiento de cabeza junto a un guiño-, sin que los unos interfieran en los otros en cuanto a la forma.
  • Aunque pueden ser suprimidos durante un tiempo de manera voluntaria, es fácil que los tics empeoren con el estrés, disminuyan o desaparezcan durante el sueño y se atenúen mediante la práctica de alguna actividad absorbente como la lectura o hacer ganchillo.
  • Lo más contraproducente es intentar reprimir un tic en la infancia.  ‘Debería dársele la mínima importancia: este método es tan efectivo en su desaparición, como la represión en su agravamiento’.
  • Entre las terapias de tipo conductual, destaca la que se sirve de las técnicas de relajación que facilitan un autocontrol sobre la expresión somática.   Se aprende a reconocer la tensión muscular en las distintas partes del cuerpo y a regularla de manera voluntaria.  Otro método es ‘la prescripción paradójica’: se entrena al niño a reproducir de manera voluntaria el tic a determinadas horas del día, hasta que, poco a poco, llega a desaparecer.  La psicoterapia dinámica es otro método.  Así se facilita el acceso cognitivo, perceptivo y, en consecuencia, también verbal para que pueda hablar de las cuestiones que más le angustian como, por ej., los sentimientos de rabia, inseguridad, minusvalía y agresividad contra sí mismo o los demás.
  • Los tics son a veces síntomas de un estado neurótico o de trastornos obsesivos compulsivos, como son el mantener un excesivo orden -colocar siempre los libros según un plan riguroso, por ej. o repetir con insistencia algunos rituales tanto externos -lavarse las manos cada dos por tres o atarse los zapatos una y otra vez sin que se en absoluto necesario…- como internos -padecer pensamientos reiterativos…-.
  • Algunas patologías neurológicas presentan movimientos involuntarios que no son tics, sino trastornos neuromusculares que tienen un origen médico, no psíquico.  Se trata de enfermedades crónicas que responden mal a los tratamientos y que pueden llegar a adquirir un carácter incapacitante, por estar fuera del control intencionado del afectado.  Los movimientos espasmódicos de las extremidades -a veces también de los hombros o la cabeza- producidos por la corea y los lentos y reptantes del brazo que caracterizan la atetosis, por ej., parecen tics por ser movimientos breves, bruscos, repetitivos e involuntarios.

TIPOS:

  • Tics motores simples: son los más frecuentes. Dentro de este grupo, el parpadeo o guiño de los ojos, las sacudidas verticales u horizontales de la cabeza y el encogimiento de hombros son los más habituales, aunque hay otros tics que afectan a brazos y piernas.
  • Tics motores complejos: golpearse a sí mismo, saltar, pisotear… son bastante infrecuentes.
  • Tics fónicos o vocales simples: aclararse la garganta, gruñir, sorber por la nariz, resoplar…
  • Tics fónicos o vocales complejos: cuando el niño padece tics del tipo ecolalia (repite las palabras que le dirigen), alilalia (repite sus propias palabras) o coprolalia (emite palabras obscenas), se puede sospechar que sufre el Síndrome de Tourette.

Tratamiento: la mayoría de los casos de tics se resuelven espontáneamente, pero en algunos casos el tratamiento especializado puede ser necesario. Los métodos psicológicos y, en concreto, los de autocontrol, resultan muy útiles para los tics y el síndrome de Tourette.