Octava charla en El Robledal. 2 de julio de 1944

AutoobservacionEl interlocutor encuentra que sus pensamientos son triviales y que no puede ir más allá de eso. Quiere saber si su trivialidad es el resultado de escapar de anhelos y requerimientos más profundos. Lo es en parte; pero nuestros pensamientos y sentimientos también son en sí mezquinos, triviales, pequeños. La raíz de la comprensión se encuentra en comprender lo pequeño, lo trivial. Sin comprender lo pequeño, el pensamiento-sentimiento no puede ir más allá de sí mismo. Uno debe darse cuenta de sus trivialidades, de su estrechez mental, de sus prejuicios, y comprenderlos. Y puede comprenderlos sólo cuando hay humildad, cuando no juzga ni compara, no acepta ni rechaza. Ahí radica el principio de la sabiduría. La mayor parte de nuestro pensar-sentir es trivial. ¿Por qué no reconocer y comprender su causa, o sea, el ‘yo’, producto de la ignorancia, ya sea vasta o pequeña? Del mismo modo que siguiendo una delgada veta se puede dar con grandes riquezas, así, si ustedes siguen, si consideran a fondo e investigan lo trivial, descubrirán profundos tesoros. Lo pequeño puede ocultar lo profundo, pero uno debe seguir su pista. Lo trivial, si lo estudiamos, ofrece la promesa de algo que está más allá. No lo deje de lado; esté más bien alerta a cada pensamiento-sentimiento, porque cada uno contiene un significado.

Los bloqueos pueden ocurrir ya sea porque la mente consciente no quiere responder a exigencias más profundas –lo cual tal vez requiera un curso de acción diferente y, por eso, puede originar dificultades y sufrimientos-, o la mente es incapaz de un pensar-sentir más amplio y hondo. Si se trata de falta de capacidad, usted puede crearla sólo mediante una constante y persistente percepción alerta, investigando, observando, estudiando.

Yo sólo sugerí que anotaran cada pensamiento-sentimiento como un medio de cultivar esta conciencia expandida y global, la cual no consiste en una concentración de carácter exclusivo ni en la concentración de carácter egocéntrico. Este estado de conciencia expandida, de percepción alerta, adviene gracias a la comprensión, no mediante el mero juicio o la comparación, ni mediante la aceptación o el rechazo.