La meditación, una calidad de atención que penetra la totalidad de nuestra vida. 28 de febrero de 1974

 

MeditaciónA: … personalmente, nunca he intentado la meditación según el carácter ritual que tiene en algunas tradiciones, ni según la manera monástica y radicalmente metódica de abordarla. He leído con bastante profundidad las literaturas emanadas de esas charlas y pienso, por ejemplo, en lo que he entendido de mis estudios sobre la llamada tradición hesicasta [unión mística con Dios] o quietista, donde los monjes particularmente los del Monte Athos, recitan la oración a Jesús: ‘Señor Jesucristo, ten piedad de este pecador’. Esto se repite una y otra y otra vez con la esperanza de que algún día se volverá tan automático que, como podría decir un psicólogo profundo de nuestro tiempo, el inconsciente tomará posesión de ello en forma tal que cualquier cosa que uno haga estará concentrada enteramente en esa plegaria. Afirman que cuando esto se alcanza, cuando uno ya no tiene que pronunciar más la oración, ésta se pronuncia a sí misma dentro de uno.

Krishnamurti: la misma cosa, señor, se expresa en la India de una manera diferente mediante el mantram. La repetición de una frase, primero en voz alta y luego silenciosamente. Entonces ella ha penetrado en su ser y el sonido de esa frase continúa por sí mismo; desde ese sonido usted actúa, vive. Pero todo eso es autoimpuesto con el fin de alcanzar cierta meta. Por ejemplo, en la plegaria que usted acaba de repetir se refirió al pecado; yo no acepto el pecado, no sé qué es el pecado.

A: ¡puedo imaginar el horror en los rostros de algunos que escuchen esas palabras!

K: lo cual implica que están condicionados para la creencia de que hay un Jesús, de que existe el pecado, de que deben ser perdonados; todo es continuar meramente con una tradición.

A: esto me toca muy personalmente. La base de la decisión que tomé hace años de no hacer ninguna de estas cosas, estaba vinculada a su reciente declaración de que uno espera que de estas palabras (…).

K: (…) del respirar, de todo eso (…).

A: (…) provendrá de algún modo la impregnación de todo el ser. Y la cuestión que surgió en mi mente fue que la declaración misma, ya sea que se trate del mantra o de la plegaria a Jesús, es una expresión limitada

K: absolutamente

A: por lo tanto, ¿no estaría haciendo algo raro aquí?

K: sí.

A: y si de algún modo obtuviera alguna cosa que vale la pena obtener, eso ocurriría a pesar de ello, antes que a causa de ello.

K: de acuerdo.

A: en consecuencia, simplemente no seguí adelante.

K: muy bien, señor. Como usted ve, todo eso implica que hay un sendero hacia la verdad: el sendero cristiano, el hindú, el zen, los de los diversos gurúes y sistemas; que hay un sendero hacia la iluminación o la verdad o lo inmensurable hacia una cosa u otra. Y eso está allí, todo lo que uno tiene que hacer es caminar, caminar y caminar hacia ello. Lo cual significa que la cosa está establecida, que es fija, estática, que no se mueve, que no está viva.

A: aquí cruza como un relámpago por mi mente el texto bíblico en el que Dios es descrito como ‘la lámpara de mis pies y la luz de mi camino’. No dice que Él es el camino, sino más bien la lámpara (…).

K: (..) que alumbra el camino, de acuerdo.

A: correcto. Como una lámpara para los pies y una luz para el camino. Pero no dice que Dios es el camino. Eso es muy interesante.

K: mucho.

A: pero es probable que, en realidad, nadie considere con suficiente atención esas palabras

K: observe, señor, cómo usted las está considerando ya. Ve la verdad de esa declaración, capta su sentir.