Juzgar

JuzgarSi soy un impostor o no, es cosa mía el averiguarlo, no suya el juzgarlo.  ¿Cómo puede usted juzgar si soy o no un impostor?  Usted puede medir sólo mediante un patrón, y todos los patrones limitan (13).

¿Cómo puedo saber lo que otro es cuando no sé lo que soy yo mismo?  ¿Cómo puedo juzgar a otro cuando mi propia medición está equivocada?  ¿Cuál es el instrumento, la balanza con la cual peso a otro cuando no conozco el proceso total de mí mismo?  Y cuando suprimo el ‘mi mismo’ en su totalidad, no hay tiempo para juzgar a otro ni me siento inclinado a juzgarlo.  Es la mente indolente, agitada, atormentada, la que juzga; es la mente inquieta la que está siempre criticando a otros (50).

Interlocutor: ¿está usted loco, señor?

Krishnamurti: ¿le pregunta usted al que habla si está loco?  Bien.  Me gustaría saber qué quiere decir usted con esa palabra ‘loco’.  ¿Quiere decir desajustado, mentalmente enfermo, con ideas peculiares, neurótico?  Todas esas cosas están implícitas en la palabra ‘loco’ ¿Quién es el juez?  ¿Usted, yo o algún otro?  ¿Es la persona loca la que juzga quién está loco y quién no lo está?  Cuando usted juzga si el que le habla está equilibrado o desequilibrado, ¿no es el juicio parte de la locura de este mundo?  ¿Cómo juzgar a alguien sin saber nada sobre él, excepto su reputación, la imagen que se tiene de él?  Si juzga de acuerdo con la reputación y la propaganda que usted ha absorbido ¿está capacitado para juzgar?  Emitir un juicio implica vanidad; no importa que el juez sea neurótico o no: siempre hay vanidad (61).

Cuando me miro a mí mismo, el observador está condicionado por la cultura en la que ha vivido.  De manera que el observador es la memoria, es la entidad condicionada, el ‘yo’.  De acuerdo con ese trasfondo condicionado del ‘yo’, juzgo (57).

Juzgamos, evaluamos, comparamos, negamos o aceptamos, pero jamás observamos verdaderamente lo que es [la realidad] (42).

Me he dado cuenta de que si evalúo ello podría basarse sobre el prejuicio.  Pero la evaluación es necesaria.  Cuando el maestro presenta un informe y dice que usted no es bueno en francés pero que es bueno en matemáticas, ésa es una evaluación que se basa sobre hechos, no sobre prejuicios.  ¿Ve la diferencia? (45).

No escuchamos ni descubrimos lo que es; tratamos de introducir nuestras ideas y opiniones en los demás, procurando forzarles dentro del marco de nuestro pensamiento.  Nuestros propios pensamientos y juicios son así mucho más importantes para nosotros que descubrir lo que es (46).

Nuestras mentes son pequeñas charcas que pronto pierden su pureza.  Es esa pequeña charca llamada mente, la que juzga, sopesa, analiza, y con todo, permanece siendo la pequeña poza de irresponsabilidad que es.  Cuando uno observa percibe que la mente está siempre juzgando -esto es bueno y aquello es malo, esto es blanco y eso es negro- juzgando a la gente, comparando sopesando, calculando.  La mente está perpetuamente inquieta.  ¿Puede la mente vigilar, observar sin juzgar, sin calcular?  Percibir las cosas sin nombrarlas (10).