El sendero del mago

Deepak Chopra

 ¿Quién soy yo? Es la única pregunta que vale la pena / hacerse y la única que nunca se responde.

Nuestro destino es representar una infinidad /de papeles, pero esos papeles no somos nosotros mismos.

El espíritu no tiene lugar, pero deja tras de sí /una huella a la cual llamamos cuerpo.

Un mago no se considera a sí mismo un suceso local /que sueña un mundo más grande.

Un mago es un mundo que sueña sucesos locales.

Merlín desapareció del mundo de Arturo durante muchos años; sin embargo, un buen día reapareció y salió del bosque en dirección a Camelot. Dichoso de ver a su maestro, el rey Arturo ordenó un gran banquete en su honor, pero Merlín se mostró perplejo y miró a su antiguo pupilo como si nunca lo hubiera visto.

“Tal vez podría asistir, si eres la persona que creo que eres”, dijo Merlín. “Pero, dime la verdad, ¿quién eres?”.  Arturo quedó desconcertado, pero antes de que pudiera protestar, Merlín se dirigió a la corte reunida y dijo en voz alta: “Le doy esta bolsa de polvo de oro al que pueda decirme quién es esta persona”. E inmediatamente apareció en su mano una bolsa repleta de oro en polvo.  Aturdidos y mortificados, ninguno de los caballeros de la Mesa Redonda se adelantó. Entonces un joven paje se aventuró a decir: “Todos sabemos que él es el rey”. Merlín sacudió la cabeza y expulsó bruscamente al joven de la sala.

“¿Ninguno de ustedes sabe quién es él?”, repitió.

“Es Arturo”, gritó otra voz. “Hasta un idiota sabe eso”. Merlín identificó el sitio de donde venía la voz — del rincón donde estaba una anciana sirvienta — y también le ordenó que abandonara el recinto. Toda la corte zumbaba de confusión, pero el reto del mago no tardó en convertirse en juego.

Comenzaron a oírse varias respuestas: el hijo de Uther Pendragon, el gobernante de Camelot, el soberano de Inglaterra. Merlín no aceptó ninguna de ellas, como tampoco algunas más ingeniosas como hijo de Adán, flor de Albión, un hombre entre los hombres, y así sucesivamente. Finalmente le llegó el turno a la reina Guinevere. “Es mi amado esposo”, murmuró. Merlín solamente sacudió la cabeza. Uno por uno, todos abandonaron el gran salón hasta que quedaron solos el mago y el rey “Merlín, nos has puesto a todos en una situación embarazosa’, admitió Arturo. “Pero estoy seguro de saber quién soy. Por lo tanto, mi respuesta es ésta: Soy tu viejo amigo y discípulo”. Tras vacilar unos segundos, Merlín desechó también esta última respuesta, y al rey no le quedó otra alternativa que salir. Sin embargo, movido por la curiosidad, se dirigió hacia una puerta abierta desde donde podía ver el gran salón. Para su asombro, vio cómo Merlín iba hacia una ventana y lanzaba el oro al aire.

“¿Por qué hiciste eso?”, gritó sin poder reprimirse.

Merlín alzó la vista. “Tuve que hacerlo”, replicó. “El viento me dijo quién eres”.

“¿El viento? Pero si no dijo nada”.

“Precisamente”.

Autor: Deepak Chopra