Pirrón-de-Elis

Filósofo griego, natural de Elis, fundador de la corriente escéptica conocida como pirronismo. Al parecer recibió influencias de los filósofos megáricos ya que posiblemente fue discípulo de Euclides de Megara o de su discípulo Brisón, y conoció a los seguidores de Demócrito a través de Anaxarco de Abdera.

Junto con éste participó, entre los años 334-324, en la campaña militar de Alejandro Magno en Oriente. Vivió en la pobreza y no dejó escritos. En su estancia en Oriente conoció a los ascetas hindúes llamados gimnosofistas que posiblemente también influyeron sobre su concepción ética.

Dado que Pirrón no escribió nada, la mayor parte de cuanto se sabe de él procede de su discípulo Timón de Fliunte, del doxógrafo Diógenes Laercio y de algunos comentarios de Cicerón y de Sexto Empírico. Además de Timón de Fliunte, también fueron discípulos suyos Filón de Atenas y Nausífanes de Teo (quien a su vez fue maestro de Epicuro). Otros pirrónicos posteriores fueron Enesidemo y el mencionado Sexto Empírico, que escribió los Bosquejos pirrónicos.

Las motivaciones iniciales del pensamiento de Pirrón fueron de índole moral, y se centraron en cómo conseguir la felicidad. Para ello Pirrón intentó establecer qué criterios deben dirigir el pensamiento pero, según él, esto chocaba con la constatación de la imposibilidad de conocer la verdadera naturaleza de las cosas ya que todo nuestro conocimiento procede de la sensación, y ésta no nos da un conocimiento de las cosas mismas sino que, por ser cambiante, sólo nos proporciona meras apariencias. Las sensaciones no penetran realmente en el ser de las cosas, por lo que éstas nos son realmente desconocidas. De ahí concluía que ni tiene fundamento la creencia de que podemos conocer las cosas tal como realmente son, ni se puede creer que ninguna opinión sea realmente verdadera. Por ello, no hay ninguna seguridad en nuestros juicios, por lo que es de sabios no pronunciarse y practicar una epokhé o suspensión del juicio, o una aphasía: un no pronunciamiento acerca de lo real. Las consecuencias éticas de esta posición le condujeron a sustentar la necesidad de la imperturbabilidad del sabio o ataraxia, a la que consideraba el único criterio para la consecución de la felicidad. En el terreno práctico, Pirrón pensaba que era mejor seguir las normas de conducta establecidas, no porque sean mejores o peores que otras, cosa que no podemos saber, sino por mero pragmatismo, pero en su conducta el sabio no debe dejarse impresionar por las cosas externas, ya que la felicidad sólo se consigue por la ataraxia.

En la época moderna la filosofía de Pirrón fue especialmente valorada por Nietzsche, que lo consideraba como uno de los últimos genuinos representantes de la filosofía griega posterior a la traición cometida por Sócrates y proseguida por Platón, quienes, según Nietzsche, fueron los responsables de la decadencia de los auténticos valores.

Su frase celebre: “Suspende el juicio”.