Arthur-Schopenhauer

‘La razón principal por la que un acontecimiento desgraciado es menos difícil de soportar cuando lo hemos considerado de antemano como posible y hemos tomado nuestras medidas, como suele decirse, es que, cuando pensamos con calma en una desgracia antes de que se produzca, como en una simple posibilidad, vemos claramente su extensión y desde todos los puntos; y entonces tenemos noción de ella, como de algo definido y fácil de abarcar de una mirada; de modo que, cuando llega efectivamente, no puede obrar con más gravedad que la que en realidad tiene. Si, por el contrario, no hemos tomado estas precauciones, si somos alcanzados sin preparación, el espíritu asustado no puede en el primer momento medir exactamente su extensión; y, no pudiendo apreciarla de una ojeada, se inclina a considerar la desgracia como inconmensurable, o, al menos, como mucho mayor de lo que es en realidad.  De esta manera la oscuridad y la incertidumbre agrandan el peligro. Añadamos que ciertamente, considerando de antemano una desgracia como posible, hemos meditado al mismo tiempo sobre los motivos que tendremos para consolarnos de ella y sobre los medios de remediarla, o al menos nos habremos familiarizado con su existencia’.

‘Nuestra vida práctica, real, cuando las pasiones no la agitan, es aburrida y monótona; cuando la agitan, se hace muy pronto dolorosa; por eso sólo son felices aquellos que han recibido en patrimonio una suma de inteligencia que excede la medida que reclama el servicio de su voluntad. Así, además de su vida afectiva, pueden vivir una vida intelectual que les ocupa y les divierte sin dolor, pudiendo mantenerla vivaz y atareada. El simple ocio, es decir,la inteligencia desocupada al servicio de la voluntad, no basta; para eso es preciso un excedente de fuerza positivo que nos haga aptos para una ocupación puramente espiritual y no dedicada al servicio de la voluntad; al contrario, ‘otium sine litteris. mors est et • hominis vivi sepultura’ [el ocio sin la literatura es la muerte y la sepultura del hombre vivo]. En la medida de este excedente, la vida intelectual que existe al lado de la vida real presentaría innumerables gradaciones, desde los trabajos del coleccionador que describe los insectos, los pájaros, los minerales o las monedas, hasta las más elevadas producciones de la Poesía y de la Filosofía’.

‘A la filosofía nada mejor podría ocurrirle que esto: que se suprimieran todas las cátedras universitarias de filosofía. Con ello se eliminarían el mayor de todos los inconvenientes, a saber: que quienes buscan la verdad colisionen con quienes sólo buscan un pedazo de pan y cuyas disputas y políticas perturban de múltiples modos a aquellos, pero nunca los ayudan’.

‘Cuando leo que Plinio el Viejo leía o hacía que le leyesen continuamente, en la mesa, en los viajes, en el baño, la pregunta que a mí me importuna es ésta: ¿Pero es que ese hombre tenía una carencia total de pensamientos propios que era preciso estar insuflándole sin interrupción pensamientos ajenos?’.

‘Debo confesarlo sinceramente. La vista de cualquier animal me regocija al punto y me ensancha el corazón, sobre todo la de los perros, y luego la de todos los animales en libertad, aves, insectos, etc. Por el contrario, la vista de los hombres excita casi siempre en mi una aversión muy señalada, por que con cortas excepciones, me ofrecen el espectáculo de las deformidades más horrorosas y variadas: fealdad física, expresión moral de bajas pasiones y de ambición despreciable, síntomas de locura y perversidades de todas clases y tamaños; en fin, una corrupción sórdida, fruto y resultado de hábitos degradantes. Por eso me aparto de ellos y huyo a refugiarme en la naturaleza, feliz al encontrar allí a los brutos’.

‘En la vida ocurre lo que en el ajedrez. Trazamos un plan, pero ese plan está condicionado por lo que quiera hacer, en el ajedrez, el adversario, y en la vida, el destino. Las modificaciones que el plan sufre con ello son casi siempre tan grandes que en su ejecución apenas resulta ya reconocible en algunos de sus rasgos básicos’.

‘En un joven es una mala señal, tanto en el aspecto intelectual como en el moral, que sepa orientarse muy pronto en los asuntos y manejos humanos, que enseguida se encuentre en ellos como en su propia casa y entre en ella como si ya estuviera preparado. Es un anuncio de vulgaridad. Por el contrario, un comportamiento sorprendido, vacilante, torpe y errado en los citados aspectos indica una naturaleza de índole más noble’.

‘En verdad, si se considera por una parte el arte, la riqueza, el inmenso número de los medios puestos en acción, y por otra parte el fruto insignificante del resultado, es preciso convenir que la vida es un mal negocio, un negocio en el que los beneficios ni siquiera cubren los gastos’.

‘Estaría bastante en lo cierto si afirmase que la así llamada filosofía de este Hegel es una colosal mistificación, que proveerá a la posteridad con una inagotable fuente de risas a costa de nuestro tiempo, que es una pseudo-filosofía que paraliza la mente, asfixia todo pensamiento real, y, mediante el más inaceptable uso del lenguaje, pone en su lugar la cháchara más vacía, sin sentido, sin pensamiento, y, como ha sido confirmado por su éxito, la que mejor consigue adormecer a la inteligencia’.

‘La especie más barata de orgullo es el orgullo nacional. Pues denota en el que adolece de él la falta de cualidades individuales de las que pudiera estar orgulloso, ya que si no, no se aferraría a lo que comparte con tantos millones’.

‘La piedad, principio de toda moralidad, toma también a los animales bajo su protección. La pretendida carencia de derechos de los animales, el prejuicio de que nuestra conducta con ellos no tiene importancia moral, de que como se suele decir, no hay deberes para con los irracionales, todo esto es ciertamente una grosería que repugna, una barbarie de Occidente, que toma su origen del judaísmo. Es necesario a estos desdeñosos de los brutos, a esos occidentales judaizantes, que igual que ellos fueron amamantados por sus madres, el perro también lo fue por la suya’.

‘Las relaciones cotidianas son tales que con la mayor parte de nuestros buenos conocidos no volveríamos a intercambiar una sola palabra si oyésemos lo que dicen de nosotros en nuestra ausencia’.

‘Me dicen que abra los ojos y contemple las bellezas que el sol alumbra; que admire sus montañas, sus valles, sus torrentes, sus plantas, sus animales y no sé cuantas cosas más. Pero entonces, ¿el mundo no es más que una linterna mágica? Ciertamente el espectáculo es espléndido, pero en cuanto a representar allí algún papel, eso es otra cosa’.

‘Me había percatado de la diferencia entre mi persona y los seres humanos desde muy temprano; pero pensaba: primero conoce a un centenar de hombres y seguramente encontrarás al ser humano que buscas; luego pensé: lo encontrarás si buscas entre mil; y por último: habrá de aparecer, aunque sea entre decenas de miles de personas. Finalmente llegué a la conclusión de que la naturaleza es infinitamente más pobre de lo que yo pensaba, y que debo soportar la solitude of Kings [soledad de los reyes] con dignidad y resignación’.

‘Querer es esencialmente sufrir, y como vivir es querer, toda vida es por esencia dolor. Cuanto más elevado es el ser, más sufre… La vida del hombre no es más que una lucha por la existencia, con la certidumbre de resultar vencido. La vida es una cacería incesante, donde los seres, unas veces cazadores y otras, cazados, se disputan las piltrafas de una horrible presa. Es una historia natural del dolor, que se resume así: querer sin motivo, sufrir siempre, luchar de continuo, y después morir… Y así sucesivamente por los siglos, de los siglos hasta que nuestro planeta se haga trizas’.

‘¡Qué novato es quien se figura que mostrar espíritu e inteligencia es un medio de hacerse querer en sociedad! Antes bien, tales cualidades excitan en la preponderante mayoría de la gente un odio y un rencor que resultan tanto más amargos cuanto que quien los siente no está autorizado a denunciar la causa que los origina e incluso la disimula ante sí mismo’.

‘Siempre me resultó un obstáculo en mi vida y en todo lo que emprendí que hasta una edad bastante avanzada no fuera capaz de formarme una idea lo suficientemente clara de la pequeñez y miseria de los hombres’.

‘Si reinase la justicia bastaría con haber construido nuestra casa y no se necesitaría otra protección que la del derecho público de propiedad. Pero como lo que está a la orden del día es la injusticia, se exige que quien ha construido su casa esté también en condiciones de protegerla; de lo contrario, es incompleto su derecho a ella y el agresor tiene el derecho de la fuerza bruta. – Ésa es la norma por la que se han regido los Estados Unidos de Norteamérica para lanzarse sobre México’.

‘Toda sociedad exige, necesariamente, un acomodamiento recíproco, un temperamento; así cuanto más numerosa es, más insípida se hace. No se puede ser verdaderamente uno mismo, sino mientras está uno sólo; por consiguiente, quien no ama la soledad, no ama la libertad, porque no es uno libre sino estando solo’.