Autoimportancia

 

Branko BokunLa necesitamos para impresionarnos a nosotros mismos, y necesitamos impresionarnos y animarnos debido a nuestro miedo al autorridículo que a su vez es producto de nuestra pretenciosidad.

‘Respétate a ti mismo ante todo’.  Pitágoras.

‘El hombre es la medida de todas las cosas’. Protágoras.

‘La naturaleza es sabia porque ha producido una especie, los esclavos, que utilizan sus cuerpos para sustituir nuestra fatiga’.  Aristóteles.

‘Es lógico y razonable que los griegos gobiernen sobre los bárbaros ya que estos últimos son esclavos por naturaleza y los primeros son hombres libres’. Aristóteles.

El lema favorito del hombre es ‘conócete a ti mismo’.  La mayoría de la gente conoce este halagador consejo de Sócrates porque resulta muy atractivo para su egocentrismo.

‘El dicho  conócete a ti mismo es necedad.  Sería mucho más práctico decir: conoce a otra gente’. Menandro.

Conócete a ti mismo es una máxima tan perniciosa como fea.  Cualquiera que se observe a sí mismo detiene su desarrollo.  Una oruga que quiera conocerse bien a sí misma nunca se convertirá en una mariposa’. André Gide.

La autoimportancia es una de las principales fuentes de la agresividad ya que, por definición, es ‘una desmesurada estima de la importancia y los méritos de uno mismo’.

La autoimportancia genera la pasión humana por la dramatización.

Para permanecer en el poder, los políticos provocan muy a menudo importantes dramas internacionales destinados a incrementar el sentido de la autoimportancia de la gente y hacerlos así insensible a los problemas locales o personales.

Mucha gente sólo se complica la vida para poder quejarse, ya que la queja nos crea la ilusión de autoimportancia.   Como se pregunta Voltaire en Cándido: ‘¿por qué si estamos siempre quejándonos de nuestros males nos dedicamos constantemente a redoblarlos?

La autoimportancia es el gran enemigo tanto de la comunicación como de las relaciones entre la gente.  No es algo premeditado ya que la autoimportancia ansía la comunicación y la relación con los demás, pero no puede lograrla porque tal anhelo en el fondo sólo busca el reconocimiento y el aplauso.

‘La sociedad está compuesta por dos tribus principales, los aburridos y los que aburren’.  Lord Byron.

Concentrados únicamente en ellos mismos y, por lo tanto insensibles, los aburridos aburren.

Nos pasamos la vida entera tratando de escapar de la realidad de la naturaleza hacia las ilusiones y la fantasía.

Una simple fantasía, un pequeño prejuicio, puede bloquear completamente la racionalidad de nuestro cerebro.  Una creencia trivial puede manipular nuestro cerebro hasta la ceguera.

Glorificamos a la humanidad con el solo fin de ensalzar nuestra autoimportancia, ya que siempre nos identificamos con el objeto de nuestra admiración.

Construimos lugares importantes para adquirir mayor autoimportancia visitándolos.

La obsesión por la autoimportancia alienta los excesos y las exageraciones de la mentalidad adolescente, esos enemigos del orden natural, de la armonía y, sobre todo, del gusto.

‘Recuerda esto.  Se necesita muy poco para hacer una vida feliz’. Marco Aurelio.

La mayoría de la humanidad no busca una vida feliz, sino una vida importante.

Autor: Branko Bokun (1920–2011).