Ideal

La imagen de mi se va formando poco a poco mediante mis experiencias.   Si yo tengo experiencias felices con las personas o las situaciones, yo me hago una imagen-idea de mí, positiva, armonizada con el mundo.  Pero ante experiencias negativas -desengaños, rechazos, fracasos-, yo me siento negado por el mundo, me siento disminuido. Y esa necesidad que tengo de felicidad y de plenitud, al chocar con la negación o el fracaso, me obliga entonces a desear, a querer, a pensar, a imaginaruna felicidad.  Y esto lo hago a través de mi mente.   Y así se va formando una idea, una imagen idealizada de mí mismo, que yo mismo me fabrico.

Yo ya poseo una idea de mí, pero esta idea de mí, como vive facetas negativas, entonces yo la utilizo para perfeccionarla idealmente.   Entonces me digo: ‘a mí me gustaría llegar a ser una persona muy inteligente, muy hábil, muy fuerte, etc.’ hasta que esta imagen idealizada llega a constituir el objetivo máximo.   Se trata de la misma plenitud-felicidad que busco, pero revestida con un lenguaje de imágenes e ideas a través de mi mente. Entonces, este yo-idealizado es el que estoy tomando como referencia para medir y valorar las cosas, y como objetivo a lograr para mi felicidad. Cada situación que vivo la comparo con este objetivo.   En la medida que la experiencia me afirma en esa dirección, yo la viviré como afirmativa, positiva.  Así, esta idea que yo me he hecho de mí (y la consecuente idealización) se convierte en el punto central que me sirve para medir todas las cosas y situaciones; es esta medida la que utilizo para decidir si me he de sentir feliz o desgraciado. Cuanto más exigente sea este yo-idealizado más difícil será que en mi vida real yo encuentre condiciones que satisfagan esta exigencia; cuanto menos exigente sea en esta idealización, menos problemas tendré con las personas porque no estaré comparando mi situación con algo tan ‘ideal’.

Si yo pudiera vivir sin ninguna idealización, simplemente en mi realidad presente, sin ningún proyecto ideal para mi futuro, yo no tendría ningún conflicto ni con las personas ni con las situaciones.

Yo me siento negado por una situación porque espero ser afirmado.  Y cuanto más espero ser afirmado más corro el peligro de sentirme negado.   Cuanto más estoy pendiente de lo que deseo, cuanto más identificado o más ‘colgado’ estoy con lo que yo sueño, deseo y espero, con lo que yo creo que debo llegar a ser, más lejos estaré de la realidad inmediata; más, estará chocando, contrastando esa realidad con este ideal, y más dificultades tendré con las personas y las situaciones.

Si yo formo una imagen de mí mismo como siendo un personaje con muchos derechos, mucho prestigio e inteligencia, mucha habilidad -nos referimos a la imagen-idea, no a la habilidad o inteligencia reales-, entonces cada vez que alguien no reconozca esta habilidad, o el prestigio, o los derechos, me sentiré frustrado, y estaré en conflicto con aquella persona que no acepta o no reconoce estos valores.  Estoy pendiente de la idea de mí, mas también estoy pendiente de los demás respecto a mí.   En cambio, si yo vivo en la simplicidad de mi ser, sin preocuparme de teorizar, de idealizar, sino viviendo mi habilidad, mi inteligencia, mi capacidad tal como es; sin estar pendiente de la idea ni del ideal sino viviendo la realidad inmediata del presente, más podré prescindir de mis propias ideas de mí y de las de los demás.