Amor III

Amor IIIGENERAL

Uno puede encontrar la libertad duradera, la verdad, la belleza, el amor -que son una y la misma cosa-, cuando ya no busca nada de eso.  Por favor, traten de comprender lo que estoy diciendo.  El significado que le asigno es sutil sólo en el sentido de que ello puede ser realizado infinitamente.  Digo que la búsqueda misma de ustedes está destruyendo el amor, destruyendo su sentido de la belleza, de la verdad, porque esa búsqueda no es sino un escapar, un evadirse del conflicto.  Y la belleza, el amor, la verdad, esa esencia divina de la comprensión, no puede hallarse escapando del conflicto; se encuentra en el conflicto mismo (12).

Cuando la razón ya no puede protegernos más mediante explicaciones, escapes, conclusiones lógicas, entonces, al haber completa vulnerabilidad, completa desnudez de todo el ser, existe la llama del amor (14).

El amor y la comprensión advienen gracias a un constante estado de alerta (14).

Si dentro de nosotros tenemos la semilla de la violencia, ¿cómo puede haber amor?  ¿Cómo puede haber amor si llevamos en nuestro interior la semilla de la contradicción y la incertidumbre?  El amor está mucho más allá de todo esto; trasciende por completo la sensualidad.  El amor es en sí mismo eterno, no depende de nada, no es un resultado.  En él están la piedad y la generosidad, la indulgencia y la compasión (14).

La realidad debe llegar a uno, uno no puede ir hacia ella.  Todas las grandes cosas llegan a uno.  El amor debe llegar por sí mismo, pero si lo perseguimos nos evadirá siempre.  Si uno está abierto, silencioso, sin exigir nada, el amor llega (15).

Un corazón que ama no necesita guía alguna, porque el amor es su propia eternidad.  Un corazón así es generoso, compasivo, respetuoso; conoce, pues, aquello que es sin comienzo ni final.  Pero, la mayoría de ustedes no tiene un corazón semejante.  Sus corazones están secos y vacíos, se llenan con las cosas que produce la mente.  Estando vacíos, acuden a otro para que los llene.  Recurren a otro para encontrar la seguridad eterna que llaman Dios, para encontrar esa satisfacción permanente que llaman paz.  Debido a que sus corazones están vacíos, buscan un gurú que, según esperan, los llenará con la gratificación que llaman amor (15).

Al comprenderse completamente a sí mismo, dará usted con el amor.  Sólo el amor transforma.  Sin amor, no puede haber paz y felicidad ni en usted ni en el mundo (15).

La libertad respecto de la violencia es amor (15).

Para un hombre feliz, para un hombre que ama, no hay divisiones; él no es ni brahmín ni inglés ni alemán ni hindú (…).  Para un hombre así no hay división de superior e inferior.  Debido a que no amamos, tenemos todas estas denigrantes divisiones.  Cuando uno ama, existe un sentido de riqueza, ese perfume de la vida, y uno está dispuesto a compartir su corazón con otro ser humano.  Cuando el corazón está lleno, se disuelven las cosas de la mente (16).

Cuando ustedes no nombran a un grupo de personas, están obligados a mirar cara a cara a cada individuo, a no tratarles como una masa.  Por lo tanto, están mucho más alertas, observan y comprenden mucho más, tienen un sentido más profundo de piedad, de amor (16).

El amor es algo sumamente peligroso, porque cuando amamos a alguien somos vulnerables, estamos expuestos y no queremos estar expuestos a ser vulnerables.  Queremos encerrarnos en nosotros mismos y así sentirnos más cómodos y tranquilos (49).

Cuando amáis a alguien, no sois conscientes de igualdad ni de desigualdad (50).

La verdadera revolución es la revolución interior; es una revolución que ve las cosas claramente, y eso es amor (25).

La felicidad, como el amor, es algo de lo cual la mente nunca puede ser consciente.  En el momento que la mente es consciente de que ama, ya no hay amor (19).

El amor nunca es acumulación.  Es algo siempre nuevo no es cosa que nazca del recuerdo.  Para vivir con algo, tenemos que amarlo; y amar es morir para el ayer.  Entonces podéis vivir (34).

El amor no tiene ayer ni mañana, es siempre nuevo.  Pero la mente que ha probado la saciedad, la satisfacción, guarda ese amor como recuerdo y lo adora, o pone la fotografía en el piano o sobre la chimenea como símbolo del amor (34).

El amor no es fragmentario; no puede dividirse en divino y profano, ni ponerse en diversas categorías de respetabilidad.  El amor es algo total, y una mente que divide el amor, jamás puede saber lo que él es.  Para sentir, para comprender el amor, es preciso no abordarlo fragmentariamente (34).

Sólo hay amor cuando os encontráis con otro en el mismo nivel al mismo tiempo, es decir, cuando os unís a esa persona totalmente, por completo (47).

Toda nuestra estructura social: económica, política, moral, religiosa, se basa en la competencia.  Y, al mismo tiempo, decimos que tenemos que amar al prójimo.  Tal cosa es imposible, porque donde haya competencia no puede haber amor (40).

El amor es algo siempre fresco, nuevo, joven, inocente (51).

El amor no es comparativo, carece de medida.  La comparación y la medida son recursos del intelecto, que es divisivo (52).

El amor no admite ninguna división.  O bien amáis, o no amáis; pero no convirtáis la falta de amor en un proceso de largo desarrollo cuyo fin es el amor.  Cuando reconocéis que no amáis, cuando percibís ese hecho sin previa opción, entonces hay una posibilidad de transformación (46).

Si usted puede mirar la estrella vespertina que asoma sobre el mar, mirarla sin un solo movimiento de la mente, entonces percibe de veras su extraordinaria belleza; y cuando percibe la belleza, ¿no experimenta también el estado de amor?  Por cierto, la belleza y el amor son la misma cosa.  Sin amor no hay belleza, y sin belleza no hay amor.  La belleza está en la forma, la belleza está en el hablar, la belleza está en la conducta (42).

El amor no es un devenir, un ‘llegar a ser’.  Aquello que deviene no puede estar en comunión, porque está siempre aislándose.  El amor es lo vulnerable; el amor es lo abierto, lo imponderable, lo desconocido (46).

La esencia misma del amor es orden (36).

Para dar origen a un cambio radical en nuestra manera de vivir, tiene que haber una creciente percepción alerta y una gran profundidad de sentimiento, la cual es amor (28).

Si hay amor hay verdad, hay belleza (18).

Cuando usted le dice a alguien: ‘te amo’, esas pocas palabras bastan; ha comunicado usted algo que siente muy profundamente, algo muy real, que no son simples palabras.  Y si podemos decirlo de esta manera: ¿hay amor en nosotros, lo que es realmente un estado de comunión -no sentimiento ni emoción, no toda esa bagatela, sino libertad- hay amor, de modo que seamos seres humanos totalmente distintos? (54).

Cuando se ama debe haber libertad, no sólo respecto de la otra persona, también respecto de uno mismo (44).

Qué poco conocemos del amor, de su extraordinaria ternura y de su ‘poder’, con qué facilidad usamos la palabra amor; la usa el general, la usa el carnicero; el hombre rico la usa y la usan el muchacho y la muchacha.  Pero, ¡qué poco saben de él, de su inmensidad, de su condición inmortal e insondable! (10).

¿Qué están ustedes haciendo ahora con sus vidas?  Si pueden responder a esto, descubrirán qué es el amor (10).

Cuando uno ama desea compartir (10).

No existe tal cosa como un amor desdichado (4).

HIJOS

Todo padre dice que ama a sus hijos.  Sólo el anormal odia a sus hijos, o el hijo anormal odia realmente a sus padres.  Todos los padres del mundo dicen que aman a sus hijos, ¿pero les aman?  El amor implica cuidado, gran interés no sólo cuando los hijos son jóvenes, sino interés en ver que ellos tengan la clase adecuada de educación, de que no se les mate en las guerras, interés en ver que haya un cambio en la estructura social con su absurda moralidad.  Si los padres experimentaran amor por sus hijos, procurarían que estos no se amoldaran, que aprendieran en vez de imitar.  Si realmente les amaran producirían grandes cambios de modo que ustedes pudieran vivir cuerdamente, felices y seguros.  No sólo ustedes en este lugar, sino todos en todo el mundo.  El amor no exige conformismo.  El amor ofrece libertad.  No para hacer lo que a uno le plazca -lo cual es generalmente muy pequeño, trivial e insignificante- sino para comprender, para escuchar libremente, para escuchar sin el veneno de la conformidad.  ¿Piensa usted que si los padres amaran realmente, habría guerras?  Desde la infancia a uno le enseñan a tener aversión por su prójimo, le dicen que es diferente de algún otro.  A usted le crían en el prejuicio y, de ese modo, cuando crece se torna violento, agresivo, egocéntrico, y todo el ciclo se repite otra vez.  Aprenda, pues, qué significa oír; aprenda a escuchar libremente sin aceptar sin negar, sin conformidad ni resistencia.  Entonces sabrá qué hacer (45).

IDEAS

El hombre que ama no tiene ideal alguno; aquél que tiene un ideal o el deseo de alcanzar un ideal, no conoce el amor.  La belleza no es un ideal, un logro; es la realidad del ahora, no del mañana.  El amor comprende lo desconocido; entonces, lo supremo existe.  Pero en relación con ello no hay palabras, porque ninguna palabra puede medirlo.  El amor es su propia eternidad.  Sin amor, la felicidad no existe; si hubiera amor no buscarían ustedes la felicidad en las cosas, en la familia, en ideales, y entonces estas cosas tendrían su valor exacto (15).

El libertinaje y el ideal niegan ambos el amor.  La persecución del ideal y la complacencia dan importancia al deseo, al ‘yo’, y cuando ponemos énfasis en el ‘yo’, el amor está ausente (15).

El amor no es un ideal; el amor es un estado de ser.  No puede haber amor donde hay devenir (16).

Cuando amáis a alguien estáis en comunión, no tenéis idea alguna acerca de la persona que amáis (50).

El amor, la verdad o la comprensión surgen cuando todas esas ideas de coacción, autoridad, dogmatismo han cesado (55).

La idea y la creencia son la antítesis misma del amor (53).

Amar es estar en unión directa; y no podéis amar algo si lo resistís, si tenéis ideas, conclusiones sobre ello (53).